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M U S I C A

Que siga el mambo

Un cantante de ‘rap’ y un grupo de ‘latin jazz’ —cada uno por su lado— prolongan el legado de Dámaso Pérez Prado, el rey del mambo.

Juan Carlos Garay
27 de marzo de 2000

Registra el periódico mexicano Excelsior (diciembre 12 de 1999) que el cantante de moda Lou Bega estuvo en el Panteón de Dolores, dejando una ofrenda floral ante el monumento a Dámaso Pérez Prado. No es para menos, si es gracias a los mambos del gran maestro que Bega puede hoy jactarse de haber vendido más de un millón de discos. Y todo en medio de las protestas de los puristas que aducen que lo único que este tipo ha hecho es estropear el Mambo No. 5.

Pero voy a ser sincero aunque me gane detractores: no me parece grave ni irrespetuoso que se tomen las viejas canciones de Pérez Prado y se les reinterprete en un estilo más acorde con los ritmos actuales. Una cosa es el ‘reencauche’ de antiguos éxitos tropicales y otra la búsqueda de un nuevo lenguaje para mantener vigentes esos éxitos.

Cuando hace unos años apareció una orquesta llamada Alquimia, que supuestamente rendía tributo a la Sonora Matancera, en realidad estaba subestimando aquella música. Al tocar exactamente los mismos arreglos, instrumentar las canciones como un calco inmutable de las grabaciones de antaño, parecía sugerir que esa era la única forma como podía oírse la música de la Sonora, que sus clásicos temas no aguantaban arreglos innovadores y por tanto habían de seguir sonando como piezas de museo. Lo cual, no sobra decirlo, es totalmente falso.

Por eso creo que el problema no radica en que se reinterpreten viejos temas tropicales sino en que, por pereza, se evite diferenciarse de la grabación original. Por eso se salvan las recientes recreaciones de la música de Pérez Prado: logran traducir su legado a estilos musicales más recientes y de paso evitan que caiga en el olvido.

Al mambo salpicado de rap que hace Lou Bega se suma ahora una grabación del sello disquero Latin World que lleva por título Mambomanía: A Tribute to Pérez Prado. Se trata de un esfuerzo del conjunto Habana Ensemble por lograr, en esencia, lo mismo: remozar los mambos de antaño a través de un lenguaje musical y unas técnicas de grabación más acordes con estos tiempos.

Claro está que el Habana Ensemble no lo hace a partir del rap, sino desde un depurado latin jazz. Cinco de sus integrantes, director incluido, pasaron hace algunos años por la orquesta Irakere y allí se formaron como instrumentistas hábiles en improvisación y sabor.

La manera que tiene este ensamble de evocar a Pérez Prado en lo instrumental (temas cantados como “Vereda tropical” son absolutamente prescindibles) es, entonces, mucho más libre. Varían en ocasiones la melodía o inventan pasajes nuevos pero mantienen la esencia; y eso, en definitiva, es lo que demuestra que el legado de un músico puede traspasar las épocas.

Significativa, pues, la ofrenda floral dejada al pie del monumento al rey del mambo. Pero el verdadero tributo es el que le están rindiendo estos músicos desde su discografía, remozándolo para los nuevos oídos, demostrando que basta una ligera adaptación a nuestros tiempos para que su música reviva con toda la fuerza.