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La historia de la colonización antioqueña producida para televisión por RCN, está demostrando que a la gente sí le interesa saber de sus orígenes.

10 de septiembre de 1990

En lo que a la audiencia de televisión se refiere, parece ser que la laboriosidad antioqueña gusta más que la locha bogotana. La serie de RCN televisión, La Casa de las Dos Palmas, está "barriendo" en audiencia a la nueva comedia de Caracol La Locha, programas que hicieron hace poco un debut simultáneo y que se transmiten enfrentados el sábado por la noche: 45 puntos contra 15 en la última medición Nielsen. No sin razón. El serial de RCN, que sintetiza para la televisión el proceso de la colonización antioqueña a comienzos de siglo, ha logrado sumar un excelente puntaje de calidad en los diferentes aspectos de la producción. El tema no sólo recoge una parte esencial de la historia nacional descrita por Manuel Mejía Vallejo en la obra en la cual se basa la serie, sino que permite tener una proyección histórica de la Antioquía de hoy, poblada en sus comienzos por oleadas de hombres y mujeres agresivos e inmensamente trabajadores.

Contrario a lo que sucede en la televisión de otros países, en donde la historia es fuente inagotable para sus producciones, no son muchas las veces que la televisión colombiana ha realizado grandes series sobre temas históricos. Los Pecados de Inés de Hinojosa y Las Ibáñez son los más recientes ejemplos. Bien sea por la dificultad de conseguir una base de información que no sea demasiado técnica, por la escasez de libretistas que encuentren el "justo medio" entre la información histórica y la necesidad de drama que tiene la Tv, o porque existe cierto público especialmente susceptible a que se toquen temas de la vida nacional, emprender una serie de este tipo resulta siempre arriesgado para las programadoras. Sin embargo, en los últimos años se han empezado a producir y la teleaudiencia empieza también a responder. Uno de los procesos más complejos de la historia de Colombia la colonización antioqueña, recogida por la literatura en el libro de Manuel Mejía Vallejo, La Casa de las dos Palmas, traducida para la televisión por la libretista Martha Bossio y producida por un equipo humano que consigue credibilidad, está demostrando que, bien presentado, a la gente le interesan sus raíces. Kepa Amuchastegui, el director, que muchos pensaron se había quedado congelado para la audiencia en su papel del Inquisidor Mayorga en La Pezuña del diablo, ha demostrado en esta serie habilidad para liderar una producción de esas dimensiones. La obra de Mejía Vallejo, le dio la oportunidad de sobrevolar el pálido resultado de Garzas al amanecer, su anterior experiencia como director.

La "culpa" de este éxito televisado, quizás la tenga otra serie de igual aceptación en los televidentes: Azúcar. La "guerra" de esta historia valluna con su enfrentado, ¿Por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha?, ha logrado un récord nunca visto en la televisión colombiana: un 90% de encendidos el martes por la noche. Con esa evidencia y la buena crítica que ha tenido la serie, la programadora decidió continuar una línea de producción cuyo programa piloto había sido Azúcar: producir especiales dramatizados en los que una fuerte inversión se traduzca en calidad y en rating.

La historia de los Herreros que está costando a la programadora $8 millones por capítulo ha calado en la gente. Desde la primera emisión un acertado libreto descubre para los televidentes la estructura del tema: buscando esquivar el reclutamiento de sus hijos para la Guerra de los Mil días, Efraín Herreros, se adentra en la tierra aún no conquistada de la Antioquía de hoy. Montado en su caballo, en la cima de una loma, elige el lugar en donde, a partir de un campamento, levantará una ciudad. Cuando Efraín va a instalarse, descubre que los Jiménez, un viejo pobre que vive con sus dos nietos, ya ha tomado posesión del sitio. En torno de ese enfrentamiento, se teje la trama que va sumando personajes en la medida en que aumentan sus pobladores. La composición de la familia Herreros, además, describe lo que en el futuro sería la estructura social del poblado: un hijo soldado, otro médico, otro abogado, un cura y un aventurero. Con ellos van creciendo comerciantes, artesanos y artistas, todos acompañados por mujeres, en apariencia sumisas, pero fuertes y trabajadoras.

Este grupo de personas que constituye el origen de los paisas de hoy, son encarnados en la serie por un elenco de acertada elección. Junto a experimentadas figuras de la televisión como Gustavo Angarita, Vicky Hernández Gloria Gómez y Víctor Hugo Morant, aparece un nuevo grupo de actores de teatro que hacen su primera incursión en la pantalla con buenos resultados. Jaime Trespalacios, quien hace el papel de Lucas, el viejo que tiene que enfrentar la prepotencia y la tiranía de Efraín Herreros, es una "importacion" del teatro de Medellín que ha aportado mucha credibilidad a la serie. El ambiente de la época conseguido por vestuaristas, ambientadores, escenógrafos y utileros deja ver un equipo de producción con criterio.

Con esta serie RCN se apunta este año un segundo hit en su programación dramatizada, resultado, quizás de un novedoso sistema implantado por la programadora: tiene dos gerentes de programación que compiten entre ellos por producir el mejor serial del año. "Azúcar" y "La Casa de las dos Palmas" son el primer resultado. No está mal.