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| Foto: Guillermo Torres

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El libro que recoge las memorias del arte colombiano

'Conversaciones con el fantasma', de Martín Nova, hace un recorrido por el arte colombiano en los últimos 50 años a través de los testimonios de varios de sus protagonistas.

27 de octubre de 2017

¿Se puede contar la historia del arte en Colombia de los últimos 50 años a través de sus protagonistas? Es un gran desafío porque implica hacer un rompecabezas de relatos orales, pero el empresario Martín Nova (1978) reunió el testimonio de 32 creadores, curadores, críticos, galeristas y coleccionistas para explorar la memoria del arte nacional de las últimas cinco décadas.

Conversaciones con el fantasma, que acaba de llegar a las librerías nacionales, reúne testigos del arte del país como José Roca, Eduardo Serrano, Álvaro Barrios, Gloria Zea, Alberto Sierra (fallecido este año). A artistas como Beatriz González, Miguel Ángel Rojas, Óscar Muñoz y a críticos e historiadores como Álvaro Medina, Carolina Ponce de León y Germán Rubiano Caballero.

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Este libro nació como una suerte de elegía o despedida a Leonel Estrada (1921-2012), quien además de odontólogo era artista, gestor cultural y poeta. Después de su muerte, Martín, su nieto, rastreó el legado cultural de su abuelo y reunió los testimonios de sus amigos. Y casi todos resaltaron las Bienales de Arte de Coltejer, de 1968, 1970 y 1972 en Medellín (que fueron masivas), que dieron un primer paso hacia la internacionalización del arte colombiano. Estrada fue su gestor.

Pero Nova, productor ejecutivo del documental Magia salvaje, hizo de este homenaje un proyecto más ambicioso. Desde 2014 reunió más testimonios que dieran cuenta de la escena artística reciente como Catalina Casas, Jaime Cerón, Lucas Ospina, Claudia Hakim -directora del MamBo- entre otros, para dialogar sobre la falta de crítica e investigación en el arte, debatir las nuevas tendencias contemporáneas e indagar sobre la importancia de las ferias.

El tomo, de 900 páginas, editado por Planeta, reúne más de 50 preguntas por invitado en 32 capítulos para construir ese “rompecabezas” o “telaraña”, como lo llama Nova, sin ninguna pretensión de sentar verdades. La motivación de embarcarse en este libro la explica así: “La historia del arte en Colombia no está bien contada. En parte, porque es relativamente reciente -nace con la llegada de Marta Traba, a partir de los años sesenta- y porque el estudio del arte en las universidades es muy nuevo y no hay recursos para investigación.”

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El libro, prologado por William Ospina, tiene un tono íntimo, no solo en los primeros capítulos que recrean su infancia, memorias y poemas de su abuelo Leonel, sino a lo largo de la presentación de cada uno de los personajes: describe los espacios donde vive cada uno de los invitados y, a modo de crónica, cuenta una serie de anécdotas relacionadas con el entrevistado. Una publicación que recuerda a Conversaciones en Colombia, del crítico y curador suizo Hans Ulrich Obrist, publicado en 2015 y a quien Martín también entrevista.

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Este volumen contiene la mirada de “una persona externa al mundo del arte”, como lo describe Nova, quien dice que, más que de los especialistas, busca despertar el interés de las nuevas generaciones sobre lo que ha pasado en la escena artística. En últimas, este libro es un acto valioso que compila voces fundamentales para que la palabra y la memoria circulen y no se olvide el relato de la historia del arte colombiano.