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REGRESO AL NIDO

En escasos 4 meses en la sub-dirección de El Tiempo, Juan Manuel Santos comienza a jugar un papel importante en el periódico.

13 de junio de 1983


Inicialmente su nombramiento sorprendió a varios. Juan Manuel Santos, el menos identificado de su familia con el periodismo y más bien conocido como economista y hombre de mundo en Londres, donde se desempeñaba como delegado de Colombia ante la Organización Internacional del Café, pasaba súbitamente de la diplomacia internacional a ocupar el segundo cargo en la casa editorial "El Tiempo".

Semejante paracaidismo, en lo que es para algunos el delfinazgo en una de las posiciones más influyentes del país (en la encuesta recientemente publicada por el periódico "El Mundo" sobre los hombres más poderosos en Colombia Hernando Santos aparece ocupando el puesto número 7), fue objeto de múltiples interpretaciones. Iban desde las que explicaban el nombramiento como producto de una preocupación familiar por la prolongación indefinida de la estadía de Santos hijo en Europa, hasta especulaciones de que se trataba de una transacción para dirimir rivalidades familiares. Santos, quien había vivido fuera del país durante los últimos diez años, era conocido más que todo como un especialista en asuntos cafeteros, destacándose por haber ocupado la dirección de la delegación colombiana ante la OIC antes de cumplir los 25 años, posición que en el pasado habían ocupado personalidades como Alfonso Palacio Rudas, Hernán Jaramillo Ocampo, Juan José Turbay, Jorge Ramírez Ocampo y Juan Camilo Restrepo. Sus antecedentes periodísticos estaban limitados a esporádicos editoriales económicos que escribía desde Londres y muy ocasionales columnas en la página editorial firmadas con los seudónimos de Toussant y Sansón Carrasco. En medio de todo este proceso había obtenido dos masters, uno en economía en la Universidad de Londres y otro en Administración de Empresas en la Universidad de Harvard, credenciales que pocas relaciones directas parecían tener con el nuevo cargo.

Estos interrogantes parecen haberse despejado durante el corto tiempo que lleva ejerciendo la sub-dirección de El Tiempo. Aun cuando la labor editorial es, en términos generales, una actividad que transcurre en el anonimato, los lectores del periódico han comenzado a notar ciertas innovaciones y aires renovadores en el matutino. Para comenzar, la economía, que es el fuerte del nuevo sub-director, ha adquirido especial importancia periodística desde su llegada, a través del fortalecimiento de la sección económica bajo la coordinación de José Fernando López y a través, igualmente, de polémicos editoriales especializados en el tema, en los que el nuevo sub-director ha ventilado originales planteamientos como la vigencia económica de Keynes en dos entregas, que mereció más de un comentario por parte de tradicionales colaboradores económicos del periódico.

Sin embargo, los editoriales que se le han atribuído al nuevo sub-director de 31 años, no se han circunscrito simplemente al campo económico, sino que han llegado a emplazar al gobierno en campos como su política internacional en relación con los No-Alineados y Centroamérica. También fue objeto de múltiples comentarios un llamado al optimismo aparecido recientemente en el matutino. Conocedores de las intimidades de El Tiempo parecen estar de acuerdo en que Juan Manuel Santos ha complementado un engranaje familiar y periodístico que, contrario a todos los pronósticos, funciona con sorprendente armonía en la casa Santos. La última palabra en todo sentido la tiene Hernando Santos, y el manejo día a día está en manos de su hermano Enrique. Pero desde hace un tiempo se viene protocolizando un relevo generacional en el que, además del nuevo papel que está jugando Juan Manuel, hombre metódico y ecuánime, identificado por muchos con el establecimiento, se ha consolidado la jefatura de redacción en manos de su primo Rafael. Desde el ángulo de la opinión, la columna bisemanal de Enrique Santos, después de algunas críticas iniciales cuando la reanudó a su regreso de París, está siendo reconocida como la opinión política de más peso en la prensa nacional.