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REGRESO AL PASADO

En su obra póstuma, Nikos Kazantzakis, el de "Zorba el griego" recrea la historia del rey Minos en su palacio de Creta.

18 de abril de 1988

Treinta años después de la muerte del escritor griego Nikos Kazantzakis, a hablar de su obra. ¿Quién no recuerda al famoso personaje "Zorba el griego", interpretado en el cine por Anthony Quinn, o a la polémica novela " Cristo de nuevo crucificado", tan leída en los años 60? Pues bien, hace poco ha llegado a Colombia "En el palacio de Cnosos", su obra póstuma. Esta fue publicada por primera vez en Atenas, en 1981, y sólo hasta ahora llega a Colombia traducida al español por la editorial Planeta.
En esta obra, Kazantzakis retoma la historia de la caída de la civilización minoica y el inicio del apogeo ateniense. La novela transcurre en los tiempos del último rey Minos, quien habita en el palacio de Cnosos, símbolo del gran imperio cretense. Volvemos, entonces, a la tan estudiada edad antigua; a sus minotauros y héroes, a sus hombres de alas que se derriten. Pero este retorno a lo clásico se hace a través de la narración de aventuras de personajes que no protagonizaron la historia. Así, el mundo griego parece nacer de nuevo en la boca de un narrador que cuenta un trozo de la vida de tres jóvenes de origen ateniense que viven en Creta. Con una estructura lineal, fácil de seguir, hasta un poco simple, el lector tiene acceso a la historia vivida por hombres como él mismo que se ven afectados en su vida cotidiana por las crisis de la época en la que les tocó vivir.
Sin ser esclavos ni nobles, sin ser extranjeros ni cretenses, Caris, Crinó e Icaro -los tres protagonistas-, habitan en los corredores del palacio de Cnosos. Esta dualidad que los caracteriza, es la que sirve de pretexto para presentarlos como personajes-puentes, no sólo entre historia y literatura sino tambien entre los elementos de la novela, que se hila a través de los movimientos de los muchachos. Icaro, quien encarna en el texto el sueño de la libertad individual, es el hijo de Dédalo, el constructor del laberinto donde vive el minotauro, "monstruo sagrado que protege el reino de Creta". Caris y Crinó son a su vez los hijos del herrero ateniense, quien está preso en la isla por conocer el secreto del hierro que fundamenta el poder militar cretense por el cual, "en tiempos antiguos el rey de Creta había vencido a los atenienses y les había puesto ese tributo inhumano: cada año, en primavera, deberían enviar a los siete jóvenes más bellos y a las siete muchachas más hermosas al monstruo del Laberinto". La novela narra pues, la lucha por la libertad de un pueblo, con hechos históricos y mitológicos.
Crinó es un personaje testigo cuya vida permite contar la parte amorosa de la historia, puesto que es la dama de compañía de Ariadna, la hija menor del rey Minos, quien va a entablar una relación de complicidad con el enemigo de su pueblo, el principe Teseo. Es él quien lucha por la libertad de Atenas, no sólo a través de batallas históricas sino también desmitificando las bases de legitimidad del reino cretense. "¿Ese es el terrible monstruo? -pensó- Pero si es una criatura enferma, fea, que ni es animal ni es hombre..."
Moviéndose siempre entre Crinó y su padre, entre Ariadna y Teseo, entre Creta y Atenas, está el pequeño Caris. El es el joven que encarna, en contraposición a su amigo Icaro, el sueño de la libertad de los pueblos que puede tener cualquier ciudadano. Se cuela en concepciones como ésta, cierta actitud simplista que caracteriza a toda la novela. Estructura y lenguaje tienen este sello de ingenuidad al que el lector de hoy ya no está acostumbrado y del que desconfía.
De cualquier manera, a pesar de ese simplismo, Kazantzakis logra de nuevo interesarnos por esa época crítica, al concebirla contemporáneamente desde hombres y no desde héroes. El nos muestra la riqueza de los momentos inagotables a los que se debía referir la maldición china que dice: "Ojalá vivas en una época interesante", como ésta de hoy, desde la cual leemos.