Home

Cultura

Artículo

Al igual que Quito y Sao Pablo, Medellín está entre las ciudades más punkeras de América del Sur. En 1979 el ‘punk’ cobró vida en la ciudad con la agrupación Complot que interpretaba canciones de las bandas inglesas más famosas de la época. Llegó, incluso, a participar en el ‘Show de las Estrellas’

música

Resiste el ‘punk’

La fiebre del 'punk' se extiende en Medellín. El próximo 25 de febrero se realizará un encuentro de los mejores grupos de la ciudad.

19 de febrero de 2006

En uno de los parques más populares de Medellín, en pleno corazón de la ciudad, todas las noches, casi religiosamente, el punk se desvela. Taches, crestas, borceguíes, yines 'bota tubo' y tatuajes de todas las formas pintan una escena que ha permanecido durante 25 años. Hombres y mujeres palpitan al ritmo de una música que no pocas veces ensordece al transeúnte desprevenido, pero que recrea el sentir de más de 6.000 seguidores de la ciudad.

Muchos de ellos hacen parte de las más de 100 agrupaciones de punk clásico que hay en Medellín sin contar a las bandas de las diferentes ramas del género como el neo-punk, el punk rock, el ska punk o el punk hard core. Todos los días nace una nueva banda en algún barrio de la ciudad y todo se puede convertir en escenario: desde los salones de la facultad de música de la Universidad Eafit hasta las terrazas y los garajes de la comuna 13. Esta euforia ha hecho que con frecuencia se reúnan varias bandas para realizar grandes conciertos. El sábado 25 de febrero será de esos días en que los punkeros se reunirán alrededor de algunas de las mejores bandas. En Seven Eleven -uno de los garajes más grandes al sur de la ciudad-, cuatro de las mejores bandas nacionales: I.R.A., Los Suziox, GP y Deserción, tocarán junto con la banda española Envidia Kotxina (léase cochina).

Hay una razón que explica por qué el punk de Medellín tiene tanta fuerza y más acogida que en otras ciudades del país. "Se trata de pura resistencia", dicen Mónica Moreno y David Viola, los líderes de I.R.A., la banda más representativa en Colombia. Una resistencia que viene desde comienzos de la década de los 80, cuando centenares de jóvenes de las comunas más marginales acogieron este género importado desde Londres como opción de vida. "Ante la encerrona que produjo la violencia de esos años, el hambre de muchos, la falta de oportunidades, ante todo lo que se nos vino encima, el 'punk' nos sirvió y aún lo hace como medio de expresión y como estilo de vida", comenta Viola, "lo que pasó fue que en las comunas se enamoraron del punk de corazón. Aunque los niños ricos les gustara y trajeran desde Londres los casetes de agrupaciones como The Clash o Sex Pistols, fue en las comunas donde se vivía realmente lo que expresaban esas canciones".

La película de Víctor Gaviria Rodrigo D. No Futuro recrea, en parte, esa relación entre los jóvenes de los 80 y el punk. Una relación que a muchos les ha costado la muerte, y a otros, el rechazo por parte de la sociedad, "la gente piensa que todos somos sicarios o sólo estamos para pegar puñaladas", le dijo a SEMANA Juan David Giraldo, bajista de Deserción, una de las nuevas agrupaciones punk de la ciudad.

A los pocos que sobrevivieron a esa época de la narco-violencia les ha tocado enfrentar el acecho de la Policía y los paramilitares por esa misma fama de delincuentes y sicarios que viene desde los 80. Pero, contrario a lo que se podría pensar, el punk recobra cada año más vida. "No es que todos seamos santos o blancas palomas", dice Albeiro Lopera, punkero de vieja guardia y fotógrafo de la agencia internacional Reuters, "pero no es justo que se generalice a todos los punkeros como bandoleros".

Profesión:
PUNKERO

Es claro que la intención del punk no es sonar afinado y, en parte, eso explica el boom de agrupaciones que hoy tiene Medellín. Es el caso de Deserción, uno de los nuevos grupos que han optado por el punk como forma de pensar y de decir las cosas. Cada uno de sus cinco integrantes podría fácilmente pasar por monaguillo de iglesia: cero crestas, nada de taches ni botas de obrero, camiseta recién planchada... pero son punkeros de tiempo completo. Dentro de ese ambiente que para muchos es de humo, cervezas, vagancia y crestas, para otros es un sentir y una mentalidad: "El 'punk' es la vida", dice Carlos Palacio, el vocalista, "yo no tengo que tatuarme todo el cuerpo para decir que soy punkero. Simplemente lo siento y lo canto".

Y la lista de quienes tienen ese mismo sentir es larga: Fértil Miseria, Los Sucios, Nadie, Desadaptados, Anti Todo, La Misma Porquería, Cuidado con las Begonias, Pichurrias... Detrás de cada uno de los integrantes de estas agrupaciones locales y detrás de cada punkero siempre hay un inconforme. No sólo lo demuestran con los nombres de sus grupos, sino en las letras de muchas de las canciones. Inconformes con la política, con la guerra, con la Iglesia, con la Policía, con las corridas de toros, con el sistema entero.

Para Mónica Moreno, baterista de I.R.A. y profesora de la Universidad de Antioquia, los buenos punkeros se reconocen por su poco virtuosismo frente a los instrumentos y su calidad poética a la hora de componer una canción, "después de una letra bien sollada, lo que menos importa son los acordes. Luego, uno se inventa la forma de meterle la música".

Si se pudiera reunir todas esas letras "solladas" a las cuales se refiere la baterista de I.R.A., se podría hacer un libro con la historia de Aranjuez, Manrique, Castilla, San Javier, Boston o cualquier barrio de la ciudad. La historia del punk en Medellín es la historia de sus barrios. O mejor, de sus terrazas y sus garajes. Si bien hoy tienen a su disposición talleres o salones privados donde pueden ensayar los sonidos crudos de la baterías, cada semana, en alguna loma de Medellín, un grupo de punk está haciendo de una terraza el mejor escenario para un concierto a los amigos.

El pasado martes, los integrantes de I.R.A. estaban en el parque del Poblado, en el sur de Medellín, tomando cerveza. Pasaban los minutos y las botellas y comenzaban a llegar jóvenes seguidores del punk y fanáticos de la banda. Muchos les preguntaban por las anécdotas de la presentación que hubo en Bogotá y en Cali la primera semana de febrero con la agrupación extranjera Misfits. Otros estaban interesados en el valor de las boletas del próximo concierto en Medellín. Pero hubo uno, de 18 años, con gorra negra y una palidez que sólo adquieren los adeptos a la noche, que les preguntó lo siguiente: "Hey ¿cómo hacemos para vivir el 'punk' como ustedes?". Los líderes de I.R.A -que llevan 20 años tocando- se miraron y respondieron algo que resume el sentir punk de la ciudad: "Lo mejor del 'punk' es que es honesto y si vos no lo vivís, el mismo 'punk' te saca. Los miles que lo seguimos y que permanecemos a pesar de tener 35 ó 40 años, es porque lo vemos como la mejor manera de protestar y mientras Medellín y el país no cambien, siempre habrá razones para protestar. Así que tranquilo, que si tu 'punk' es de todos los días, hay 'punk' para rato".