Home

Cultura

Artículo

RESTAURACION

Su principal virtud es el espléndido decorado en la reproducción de la Inglaterra del siglo XVII. HH

2 de diciembre de 1996

Director: Michael Hoffman Protagonistas: Robert Downey Jr., Sam Neill, Polly Walker, Meg Ryan, Hugh Grant, David Thewlis Con la finalización del período dictatorial de Oliverio Cromwell y el ascenso al trono de Carlos II en 1660, Inglaterra iniciaba su camino hacia la modernidad en una época que la historia conocería con el nombre de La Restauración. Era una Inglaterra próspera y nuevamente libertina en la que, sin embargo, todo estaba por hacerse. Los avances tecnológicos y científicos marcarían una etapa no exenta de tragedias y catástrofes, en la que personajes en apariencia anónimos, se convertirían en protagonistas de su tiempo. Basado en la novela de Rose Tremain, el director Michael Hoffman recrea con filigrana esta época a través de la vida de Robert Merivel (Robert Downey Jr.), un talentoso médico que vive a medio camino entre las obligaciones de su profesión y su vocación de libertino. Una casualidad del destino lo transforma en miembro de la Corte, pero los placeres otorgados por tan altos beneficios serán a la larga un espejismo, un artificio que sólo le recordará el deber de encontrar una reivindicación a su desperdiciada existencia. De médico ha pasado a ser bufón, una metamorfosis que Merivel pagará cara. Los días de la peste y el incendio de Londres en 1666 marcan el período de la película, dedicada en especial a la imponencia de los escenarios y el esplendor del vestuario en una época caracterizada por el abarrotamiento de los adornos en la arquitectura, la decoración y la moda, quizás como contrapeso a las deplorables condiciones higiénicas de la sociedad. En tal escenario transcurre la vida de Robert Merivel, nada extraordinaria por demás bajo una narración carente de emociones. Restauración es más bien una cinta aburrida, pero la maravilla de sus escenarios da cuenta del agresivo trabajo del director por reproducir la historia. Y en películas de época es una virtud imposible de pasar por alto.