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RETRATO DE UNA DAMA CULTURA

De la directora de 'El piano', una intrigante historia de amor nacida de la pluma del escritor Henry James.

1 de diciembre de 1997

En la cumbre de su popularidad la actriz australiana Nicole Kidman y la directora neozelandesa Jane Campion se reúnen en Retrato de una dama, un melodrama decimonónico sobre los padecimientos de una independiente joven estadounidense en la mojigata sociedad europea de finales del siglo pasado. Basada en la obra del escritor Henry James, la película cuenta la historia de Isabel Archer, una hermosa dama quien, en aras de aprovechar la vida al máximo, rechaza una oportunidad de oro de casarse con un acaudalado y prestigioso galán británico. Su espíritu libre, sin embargo, no la salvará de caer en las manos de una perversa pareja de amantes que hallará la manera de aprovecharse de su ingenuidad con el único fin de quedarse con su dinero. Filmada en escenarios reales en Salisbury, Roma y Florencia, Retrato de una dama es, además, el retrato de una sociedad, de las costumbres de la época y de su encopetada galantería. Campion se recrea hasta el embeleso en las maneras europeas de finales del siglo XIX, mientras en medio de ellas se teje el drama de Isabel y su diabólico esposo Gilbert Osmond. Lenta, como para no perder detalle, la película transcurre con cierta solemnidad por la vida y amores de Isabel. Sin embargo, y a pesar de la intensidad dramática de Nicole Kidman, quienes hayan visto Relaciones peligrosas, la cinta de Stephen Frear con Glenn Close, Michelle Pfeiffer y John Malcovich, se llevarán una decepción. En su papel de Gilbert Osmond, Malcovich no hace otra cosa que repetir _y mal_ al perverso y magistral Valmont de Relaciones peligrosas, algo que no sólo intenta restarle la magia al histórico personaje, calificado como uno de los mejores malos de la historia reciente de Hollywood, sino que hace inevitable el surgimiento de odiosas comparaciones.