Home

Cultura

Artículo

El millonario barranquillero Hernando Martínez (Diego Trujillo) se ve obligado a recorrer las calles de Nueva York al lado de su esposa Marina (Lynn Mastio Rice) porque ha perdido todo su dinero

CIEN

Riverside

El bogotano Harold Trompetero da un salto hacia su propio cine con esta fábula sobre dos esposos en crisis.

Ricardo Silva Romero
28 de marzo de 2009

Título original: Riverside.

Año de estreno: 2009.

Género: Drama.

Guión y Dirección: Harold Trompetero.

Actores: Diego Trujillo, Lynn Mastio Rice, Camilo Cardozo, María Moreno, Natalia Gaviria, Gil Siverbird, David Glover, Michell Best, Aaron Haskell y Pamelyn Chee.

Toca tener cuidado a la hora de ver Riverside. Si uno se la toma como una narración realista, sobre un matrimonio acaudalado que termina viviendo en las calles de Nueva York después de perderlo todo, se pasará hora y media encontrándole inverosimilitudes: le dirá a la persona de al lado "los magnates nunca caen de esa manera, los emigrantes siempre buscan ayuda, los mendigos tienen los dientes desportillados…". Si, por el contrario, se la toma como es, como una fábula ejemplar que juega con las convenciones del cine de Chaplin, ciertas escenas del neorrealismo italiano y esa atmósfera que comparten las películas filmadas en Manhattan, lo más probable es que llegue a conmoverse de verdad: la imagen de esos dos esposos millonarios que han caído en la indigencia, un barranquillero y una rusa que recogen latas vacías en un carrito de mercado para reunir todos los centavos que cuesta un pasaje de regreso a Colombia, es una imagen tan poderosa como la del silletero de tiempos modernos que es el centro de La sombra del caminante.

Riverside, un relato con aires de teatro viejo que satiriza las sociedades que vivimos, y que fue filmado en inglés, "en condiciones extremas', en las costosas avenidas neoyorquinas, es el sexto largometraje dirigido por el colombiano Harold Trompetero. Cuatro producciones, de esas seis, son curiosos experimentos de un director que en un principio le dedicó toda su energía a la publicidad: en medio de sus esfuerzos por captar "lo que le gusta a la gente", no obstante una tendencia, de publicista, a sacrificar lo dramático en beneficio de lo ingenioso, Diástole y sístole (2001), Dios los junta y ellos se separan (2006), Muertos del susto (2007) y El man (2009), dejan ver las principales obsesiones de Trompetero: la vida en pareja y la dictadura del dinero. Las otras dos películas que ha hecho, la arriesgada Violeta de los mil colores (2005) y la humana Riverside (2009), prueban, en cambio, la clase de artista que puede ser cuando sólo le
preocupan sus preocupaciones: un realizador capaz de reivindicar las vidas de sus personajes.

Decíamos que ver Riverside como una obra realista puede llevar a una mala experiencia. Pues bien: si se corre ese riesgo, el de decirse todo el tiempo "no me creo nada de esto" en vez de sacarle partido a la farsa, es porque la película no ha querido decidirse ni por la alegoría ni por el documento. Al elegir un elenco de profesionales, al crear uno que otro personaje secundario demasiado sabio, al cargar la banda sonora de pianos á la Woody Allen, Riverside ha preferido entrar en la tradición de fantasías sobre la mendicidad en Nueva York como ¡Qué perra vida!, Pescador de ilusiones o Ángeles sin cielo. Creo que la estrategia le funciona, a pesar de sus deslices de autoayuda, gracias al amor que siente por esos dos esposos que llenan de latas su carrito.