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Así como en los últimos años, se espera una gran asistencia del público que viene de distintas partes del país para disfrutar del que es considerado el festival de música gratuito más grande de América Latina. | Foto: Carlos Mario Lema

MÚSICA

Rock y debate al parque

La edición 21 de uno de los eventos musicales más importantes del año renueva una discusión que ya va para largo: qué es ‘rock’, y hasta dónde llega este género.

8 de agosto de 2015

Hace 20 años comenzó una aventura llamada Rock al Parque, considerado el festival de música gratuito más importante de América Latina. Con el paso de los años, su nombre se convirtió en una especie de camisa de fuerza que ha dado pie para controversias, no solo sobre su naturaleza misma, sino también acerca de qué tipo de grupos pueden participar y cuáles no.

La explicación de tanto debate alrededor del tema es muy simple. 20 años después de su inicio (y 50 después de que Los Beatles pusieran patas arriba el concepto de rock, al grabar Yesterday con un cuarteto de cuerdas clásico y utilizar un sitar hindú en Norwegian Wood) nadie parece tener muy clara la frontera que separa al rock de lo que lo rodea. El concepto de que se toca con guitarra eléctrica, bajo, batería y, de pronto, un teclado o una sección de vientos viene siendo cuestionado desde hace cinco décadas, y mucho más desde que, en los años ochenta, músicos como Peter Gabriel comenzaron a compartir escenario con artistas de otros continentes (como Youssou N’Dour, de Senegal), y la llamada ‘música del mundo’ se hacía más y más compatible con las propuestas de roqueros aclamados y clasificados como tales.

El rock colombiano también se ha permeado de sonidos ajenos al rock ’n’ roll. Ya en los setenta, la banda Génesis incorporó instrumentos tradicionales colombianos como el tiple y percusiones de las dos costas. En los años noventa, gracias al enorme empujón de Carlos Vives a la música colombiana, dejó de ser un exabrupto ver una caja vallenata o una gaita al lado de una guitarra eléctrica.

En ese escenario, entonces, los expertos debaten cómo establecer los límites de los grupos que pueden o no subirse a las tarimas de Rock al Parque. De acuerdo con el veterano promotor del rock independiente en Colombia José Gandour, una de las razones para el debate es muy sencilla. “La discusión se da por la falta de espacios en Bogotá. Por ejemplo, un grupo de fusión ocupa su espacio a costa de uno más cercano al ‘rock’ clásico”. Álvaro González, director de la emisora pública Señal Radiónica, especializada en rock, considera que, más que un formato, el rock es una forma de vida, una cultura que reúne elementos estéticos de otras expresiones que rompen con el concepto purista y tradicional. “El ‘rock’ también se alimenta del ‘hip hop’, del ‘reggae’ y la electrónica, entre otros. Para mí es un concepto en constante evolución y búsqueda”. Para el músico y productor musical Juan Pablo Cuevas, otros elementos definitivos para catalogar una canción como rock son la armonía, las melodías, los riffs y, definitivamente, las letras. “Yo no encasillaría a un grupo o a un artista como ‘rock’ o no. Para mí eso está en la esencia particular de cada una de sus canciones”.

La mayoría de los entrevistados por SEMANA parecen estar de acuerdo con que participen agrupaciones marcadamente cercanas a la tradición musical colombiana. Incluso, algunos de ellos lo consideran necesario. Andrés Cardona, coordinador musical de Rock al Parque en 2013, manifiesta: “Cuando se le ponen limites al ‘rock’, se convierte en algo tan aburrido... Ahí esta la clave: en transgredir, incomodar, cuestionar al oyente. Para mí eso es el ‘rock’, la libertad de hacer lo que se le dé la gana con la música”. Para el periodista especializado en el tema Karl Troller, “el ‘rock’ es un concepto tan amplio y tan revolucionario que los límites de la palabra ‘rock’ deberían ser ‘hasta lo que les saque la piedra’”. Alejandro Lozano, guitarrista de la banda caleña Superlitio, que ha combinado rock clásico con ritmos latinoamericanos, considera que en su esencia y desde su creación el rock ha sido rebeldía. Debe retar lo establecido y escandalizar. “Dejar por fuera propuestas que acercan la música tradicional colombiana con la música moderna sería un error. Es importante que todos aprendamos a escuchar las propuestas de los demás. El ‘rock’ siempre ha sido fusión, o si no pregúntenle a Chuck Berry”.

Cardona piensa que preferiría ver en Colombia al Parque a agrupaciones como Bomba Estéreo, Sidestepper, Systema Solar o ChocQuibTown, “un festival que necesita más ayuda de asistencia que Rock al Parque. No por la discusión interminable de que si son esto o lo otro, sino porque ya estuvieron varias veces en él”. Para Troller, este tipo de agrupaciones no solo deben estar sino que no deben dejar de estar. “Estos grupos representan el mejor camino que el ‘rock’ colombiano, o lo que evolucionó a partir de él, supo tomar para adaptarse y crecer”.

Mientras tanto, Gustavo ‘Chucky’ García, curador del festival en esta oportunidad, considera que deben estar pero no como una imposición del ‘apoyo a lo local’ o solo porque Rock al Parque celebra la diversidad. “Si están atravesando un momento crucial de su carrera, si están haciendo una música con un nivel que la gente aplaude en muchos otros festivales de ‘rock’ del mundo deben estar. Si encajan dentro del diseño de programación deben estar”. González considera que estas agrupaciones hacen posible un ejercicio necesario para formar artistas, medios y públicos. “Es ingresar sin complejos a los lenguajes estéticos y creativos del presente siglo”. Juan Pablo Cuevas piensa que si estas agrupaciones pueden interpretar canciones dentro del género, bienvenidas. “Si ChocQuibTown va a tocar ‘Cuando te veo’ estamos fritos”.

Esta discusión pone a sudar petróleo a quienes se encargan de hacerle la curaduría al festival. García explica cómo ha armado los dos últimos. “Se diseña una programación sin nombres de artistas. Es decir, se define cómo se va a parar el equipo en la cancha y luego buscamos a los jugadores que mejor se acomodan. Luego se comienza a trabajar un gran listado de posibles artistas, donde obviamente se evalúa su impacto en cuanto a convocatoria; y si sus costos encajan. Personalmente, creo más en lograr un buen conjunto que en jugarse las fichas por unos artistas cabeza de cartel. Y creo más en lograr una experiencia acogedora y con una línea emocional ascendente que en sumar un montón de nombres de peso porque sí”. Cardona, por su parte, recuerda cómo fue su labor: “Los elementos para programar varían según el curador y el concepto artístico de cada festival. Sin embargo, ningún programador se salva de dos: falta de presupuesto para artistas de primera línea y disponibilidad de los que están de gira”.

Las opiniones siguen y siguen. Que es un festival público que debe servir a la escena local. Que debe promocionar a las nuevas generaciones. En fin, que es un festival que debe servir para muchas cosas. Pero más allá de la polémica, lo cierto es que en sus 20 años de vida Rock al Parque siempre ha sonado muy fuerte.