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Roda, en tierra de nadie

Las galerías Garcés Velásquez y El Museo, de Bogotá, exhiben la obra más reciente del maestro Juan Antonio Roda.

25 de octubre de 1993

CADA VEZ QUE VA A SER ENTREVIStado, el maestro Juan Antonio Roda presiente lo inevitable: tener que hablar de su obra. A Roda no le gusta hablar de sus cuadros, así como a los poetas no les gusta explicar sus versos.
Y es que la obra reciente de Roda se parece a la poesía: "A la pintura le sucede lo mismo que a la poesía en relación con el cuento o la novela, aclara Roda. El novelista quiere contar algo y hará todo lo posible por lograrlo, por dejarlo claro en el lector. El poeta sólo trabaja con la idea y su objetivo es recorrerla, componerla, representarla, causar con ella una impresión, pero no explicarla ".
De igual manera Roda trabajó en su taller de Suba la serie "Tierra de nadie", que se exhibe al mismo tiempo en las galerías Garcés Velásquez y El Museo, de Bosotá. Para la primera, preparó 11 óleos, enlos que el color es protagonista esencial. Para la segunda, más por una proposición de la galería "y porque tenía guardado un magnifico papel alemán sin utilizar", el artista rctornó a una técnica que había dejado a un lado por varios años: el carhoncillo. Siempre me ha fascinado la relación blanco-negro, -reconoce-. El carboncillo me dio la posibilidad de volver a explorarla ".
Así, sus dibujos parecen los negativos de sus óleos; y, curiosamente, la técnica se encarga de reafirmar esta idea: "Una vez que la hoja está manchada de negro, comienzo a pintar conborrador. Por eso parece que uno dibujara en negativo". En sus óleos, por el contrario, la composición es más profunda y conserva esos rasgos que han caracterizado su obra desde hace algunos años: la expresión libre del color y de pinceladas que a veces sugieren símbolos oníricos o surgen de la acumulación de experiencias y recuerdos.
Atrás han quedado sus monjas, sus autorretratos, para dar paso al desorden ordenado de las líneas, de las sombras y las manchas que recorren el lienzo o el papel. Su trabajo anterior, "Ciudades perdidas" ya había dado ejemplo de su fascinante aproximación al desborde cromático y espacial. "Tierra de nadie" es un pasomás en esa búsqueda, quc no sabe cuándo terminará. Porque los óleos y los dibujos de Juan Antonio Roda son impredecibles, incluso para él mismo. No tienen una preparación previa. La idea nace en su taller minutos antes de quc sus manos empiecen a danzar con el pincel. Sus pinturas y dibujos aparecen de pronto como una ráfaga en la superficie, con toda su carga temática. Y quedan ahí, dispuestos para que el público se olvide de las explicaciones e ingrese a los terrenos de la poesía sin mayor prevención. La obra de Roda no hace sino invitar al espectador a inventar su propio significado al observarlas