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Rumba y proclama

'Para cambiar el rumbo' es un documento contestatario y a la vez uno de los discos más rumberos de este año: el contraste es el sello del grupo Palanca.

Juan Carlos Garay
23 de octubre de 2010

Hay una escena que se repite mucho en las presentaciones en vivo de Palanca. Recién los músicos empiezan a tocar, la gente se para a bailar: el ritmo es contagioso y, al fin y al cabo, los colombianos aún pensamos que todo concierto de fin de semana debe ser una rumba. Pero a mitad del toque, la gente se detiene: empiezan a escuchar las letras.
 
Y las letras son una crítica agresiva a todo lo que funciona mal en la sociedad. En su modo cadencioso de cantar hablando de qué es el flow, el líder de la banda, Pedro Ojeda, promulga que ya es hora de soltar las apariencias, llama a desobedecer la publicidad e insulta los contenidos superficiales de la televisión. Incluso uno de sus temas más movidos, La casa propia, cuenta la historia de un desplazado: "Yo vivía en el campo y la pasaba bacano / tenía mis vaquitas y un árbol de banano / hasta que un mal día encapuchados llegaron". No es precisamente lo que la gente más quiere oír en una noche de fiesta.
 
"Si es viernes por la noche no aguanta hacer un seminario, reflexiona Ojeda, entonces tenemos que hacer arte y política pero en el contexto de una celebración. A través del ritmo y la rumba se pueden meter ciertos conceptos que ayuden a tener una mente crítica".
 
Palanca comenzó en el año 2003 llamándose Cielomama (y como tal grabaron ya un disco). Percusión, bajo eléctrico y una tropa de vientos se reunían a improvisar. Luego, los mejores momentos de esas improvisaciones eran repetidos, pulidos, y de ahí salían las canciones. Fruto de ese sistema es una característica poco común en los discos: extensos solos y partes instrumentales que con acierto le roban protagonismo a la voz. "Es chévere cuando la música tiene tiempo para cocinarse", explica Ojeda.
 
Todo eso, desde luego, hace que la propuesta de Palanca sea poco comercial. "Estamos en un conflicto entre mover la mente y mover el culo", me dijo hace poco el bajista Jaime Ospina. Dicho así, sin tapujos, es el resumen perfecto de la fortaleza de su repertorio.