Home

Cultura

Artículo

SE QUEDARON CORTOS

Por falta de billete, a punto de naufragar el patrimonio fílmico nacional.

22 de mayo de 1989

Ya es una tradición en el país que la cultura ocupe un segundo plano. Esta afirmación es especialmente válida cuando se habla de todos aquellos documentos que conforman la memoria histórica y cultural colombiana. Sin ir muy lejos, basta con apreciar el descuido en que se encuentran miles y miles de documentos que conforman el Archivo Nacional.
Este desolador panorama abarca también al patrimonio fílmico nacional. Un buen número de realizaciones cinematográficas, producidas en el país desde comienzos del siglo hasta los años sesenta, han sido destruidas, se encuentran perdidas o en avanzado estado de deterioro.
Quedan todavía muchos documentos, pero dispersos, y el desorden reinante es de tal magnitud, que día a día aparecen cintas de las cuales ni siquiera se sabía su existencia. Es el caso de una película sobre el Canal de Panamá de la cual se encontraron cuatro rollos en Cali, filmada en los años veinte, donde aparecen imágenes, hasta ahora las únicas coloreadas a mano, y en el argumento se hacen alusiones al Tío Sam llevándose el Canal.
La tarea que adelanta esta entidad sin ánimo de lucro es casi detectivesca en lo que atañe a buscar documentos fílmicos para llevar a sus archivos y no dejarlos morir en el anonimato. Pero además, está empeñada en restaurar el material hasta la fecha conseguido que contabiliza más de ocho mil rollos de películas, con el fin de ponerlos al alcance y al servicio del país. De igual manera, mantiene un archivo complementario de fotografias, guiones, afiches, documentos y todo aquello que tenga relación con el cine, a fin de preservar la memoria audiovisual de Colombia, que estaba hasta hace dos años totalmente refundida.
Para adelantar esta labor, once técnicos, expertos cada uno en una rama diferente, tienen sistematizado y archivado un volumen importante de documentos, pero la falta de recursos económicos ha impedido que la tarea vaya al ritmo deseado. Si la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano no recibe con urgencia una inyección económica efectiva y permanente del Estado, sólo con donaciones de empresas y de particulares acabará por convertirse en un esfuerzo más, llamado a desaparecer.
Hoy cuenta con una sede administrativa que le fue donada por la Fundación Lara y unos cuantos millones productos de la venta del teatro La Castellana. Sin embargo las oficinas que albergan el material ya resultan insuficientes y se hace necesaria la construcción de unas bodegas climatizadas, para lo cual se gestiona la cesión por parte del Distrito de un terreno, pero se requieren más de 50 millones de pesos para levantar la edificación y adecuarla técnicamente.
El recibo de material se hace en dos modalidades, explica Claudia Triana de Vargas, directora de la Fundación: "Aceptamos donaciones que nosotros nos encargamos de restaurar y mantener con las exigencias que deseen los donantes. Sin embargo, hay personas que quieren entregárnoslo en consignación y lo aceptamos gustosos, porque al menos podemos conocer su existencia y preservarlo en mejores condiciones de las que tenía el dueño. Esas películas no necesariamente tienen que ser en celuloide. Todas las imágenes que se muevan nos interesan, al igual que elementos que nos permitan hacer la historia del cine en Colombia: cámaras, equipos de sonido, equipos de edición, contratos, guiones originales, estos últimos para reconstruir argumentos de películas que nos llegan fragmentadas, etc.".
Dentro del material recopilado por la Fundación, está el archivo de los hermanos Acevedo, con trabajos realizados durante 35 años -de 1920 a 1955- que suman 170 mil pies de película,los cuales fueron restaurados por Intercol-Esso y contienen, por ejemplo, los primeros ensayos de cine parlante que se hicieron en Colombia, además de fragmentos y secuencias muy valiosos de sucesos y personajes de la vida política y social, que tal parece son los únicos testimonios en materia audiovisual que se conservan.
Otro documento magnífico es el largometraje "Bajo el cielo antioqueño", pelicula filmada en 1924 por Arturo Acevedo Mallarino, con la producción de Gonzalo Mejía y la fotografía de Gonzalo Acevedo Bernal. El rodaje duró siete largos meses, ya que los actores, personas de la alta sociedad de Medellín, debido a los compromisos sociales obligaban a paralizar por semanas la filmación. La película, entre otras muchas curiosidades, muestra una escena en que Bertha Hernández baila con verdadera maestría un tango.
Para adelantar esta labor y la de muchas otras restauraciones que esperan turno, la Fundación tiene entre sus prioridades montar un pequeño laboratorio, ya que en este momento en Colombia no existe uno solo que revele en blanco y negro. Hay que buscar copiadoras especiales, importar película para copia, insurnos, capacitar personal y los recursos escasean. Los proyectos enunciados suman más de 80 millones de pesos.
Y en este terreno, como en muchos otros, el manido dicho de "nunca es tarde" carece de veracidad. La prueba está en millares de documentos audiovisuales que llegaron a esta época semidestruidos por falta de mantenimiento, y otros, quizás muchos más, para siempre se perdieron y con ellos valiosisimos testimonios de épocas y personajes que nunca volverán.