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Seguimos cabalgando, Sancho

La obra cumbre de Miguel de Cervantes, 'El Quijote', parece renacer. El 2005 fue su año, se vendieron millones de ejemplares en todo el mundo; 55.000 de ellos en Colombia.

Luis Fernando Afanador
12 de febrero de 2006

El Quijote fue el gran protagonista del año cultural en 2005. Miles de ediciones, conferencias, mesas redondas, seminarios, exposiciones, obras musicales y de teatro, representaciones callejeras, recorridos por Castilla-La Mancha y Barcelona -rutas de Don Quijote-, proyección de películas, concursos, homenajes oficiales y académicos, números especiales en revistas y en periódicos. Sin lugar a dudas, un despliegue impresionante que habría llevado al Ingenioso Hidalgo a decir de nuevo, emocionado: "seguimos cabalgando, Sancho". ¿Era de esperarse? Claro que no, los eventos no ocurren por inercia. Tal vez si las Academias de la Lengua y el gobierno español no hubieran convertido en prioridad la celebración del cuarto centenario de la obra mayor de nuestro idioma, no tendríamos hoy ese saldo a favor, enorme, que hace difícil la tarea de escoger cuáles fueron los mejores. Pero no es mala la idea de hacerlo: después de una fiesta, siempre hay que hacer las cuentas. En materia de publicaciones, lejos, el hecho destacable es el gran éxito que tuvo la edición crítica de El Quijote realizada por la Academia Española y la editorial Alfaguara. Dicha edición a cargo de Francisco Rico, una de las mayores autoridades en el tema, no sólo es rigurosa, sino muy económica. Dos razones que probablemente ayudaron a que se vendieran millones de ejemplares. De ellos, 55.000 corresponden a Colombia donde estuvo varios meses en la lista de los más vendidos. Ver el Quijote convertido en best-seller después de 400 años era algo que no esperaba ni el más optimista de los cervantinos. En distintas ciudades iberoamericanas se realizaron innumerables congresos y seminarios. En París, hubo un coloquio sobre el amor en El Quijote, con la participación de Jean Canavaggio, el gran biógrafo de Cervantes. Pero, como bien lo dice María del Rosario Aguilar, profesora de la Universidad Nacional, todavía es prematuro hacer un balance. En el aspecto académico, entonces, lo más sobresaliente fue el inicio de la Enciclopedia Cervantina, un proyecto interdisciplinario con la participación de 500 especialistas que pretende abarcar todo el espectro cultural de la época en que vivió Miguel de Cervantes y que en octubre pasado entregó un primer tomo de 900 páginas, correspondiente a la letra A. Por lo visto, este año, la investigación y la discusión erudita sobre El Quijote no parecen tener mayores inconvenientes: seguirán avanzando y produciendo resultados. Pero, ¿ocurrirá lo mismo con los lectores? Como se sabe, los clásicos producen muchas culpas y propósitos de enmienda. Lo anterior, sumado al eco que tuvo la celebración, pudo inducir a comprarlo. ¿La venta masiva significa que más gente lo leyó? Aunque nunca lo sabremos a ciencia cierta, seamos optimistas, digamos que sí. De todas maneras, un libro en el estante de la biblioteca tiene la posibilidad de ser abierto un día. Una señora bogotana compró cinco ejemplares para regalárselos a cada uno de sus nietos; la comunidad de Madrid publicó un Quijote con hermosísimas ilustraciones hechas por niños; en algunos colegios de España y de Colombia se revaluó la forma tradicional de leerlo y se ensayaron novedosas maneras de abordarlo. Son tres sucesos esperanzadores. Significarían que la estruendosa celebración dejó sembrada la semilla para futuros lectores, algo que jamás podrá ser sepultado por otros eventos mediáticos que nos esperan.