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Reyerta en un juego de bolo, de Ramon Torres. Cuadros de costumbres y fotografías son dos fuentes claves para el estudio de la vida privada.

NOVEDAD

Sin héroes ni batallas

Llega a las librerías la 'Historia de la vida privada en Colombia', que cuenta, desde la perspectiva de la intimidad, las épocas por las que pasó el país.

5 de noviembre de 2011

De relatos de batallas, biografías de próceres y estudios de procesos económicos y sociales está hecha la historia de Colombia, pero faltaba saber qué pasaba en cada momento con la gente del común, qué ocurría en los escenarios diferentes a los del poder. La historia de la vida privada en Colombia llena ese vacío, en dos tomos compilados por Jaime Borja y Pablo Rodríguez, dos reconocidos historiadores especialistas en ese campo.

La historia de la vida privada se ocupa, por ejemplo, de la forma como se experimentaba y expresaba el amor en otras épocas. También de cómo funcionan las relaciones entre hombres y mujeres en la intimidad de la lucha guerrillera, de la vida familiar en las barracas de trabajadores de las bananeras y de cómo las telenovelas han reflejado y moldeado a la sociedad, entre otros temas.

"Estamos acostumbrados a una historia de héroes y batallas, dramática, con muchas fechas y nombres de personajes. Desde hace mucho se ha desarrollado una nueva narrativa con fuentes distintas, nuevos temas, como la manera como los esclavos se divertían o cómo se vivía en una casa en la Colonia, cuáles eran las actividades privadas de los obreros a comienzo del siglo XX, cómo entender un reinado", plantea Borja. Para él, un trabajo como este permite "ver los pequeños poderes en la vida cotidiana", sacar a flote cómo las ideologías y las mentalidades llegan a los espacios más íntimos, "donde descubren las esencias de qué es ser colombiano", y hace énfasis en que "cualquier persona en su vida cotidiana puede hacer historia".

Para Rodríguez, esta obra "pone el ojo en el cerrojo para leer en un espacio que había sido prohibido". Y es que hoy no hay duda de que estos temas son tan importantes como los de la vida pública, y de que el amor, la forma de controlar el cuerpo y las emociones no eran menos importantes que los programas de gobierno. Que las luchas por controlar la sexualidad eran tan cruciales como las luchas por un territorio o por el monopolio de la fuerza y la justicia.

Este trabajo recoge en Colombia una tendencia que comenzó en Francia en 1985, con la publicación de una obra a cargo de Georges Duby y Philippe Aries, proyecto en el que se fijaron historiadores de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil para publicar trabajos similares. La idea es contar una "historia seria, académica, pero divertida. Que la gente sin formación en historia la pueda leer", asegura Borja.

Pero indagar por los sentimientos y por lo que ocurre puertas adentro de los hogares tiene dificultades. Las biografías solo muestran una cara de sus personajes, así como los periódicos y los archivos oficiales solo reflejan la vida pública. Ante esto, Rodríguez sostiene que la alternativa es "leer fuentes más informales: la correspondencia entre familiares o entre amigos, los diarios de los viajeros, pues la literatura expresa mucho de lo que el autor piensa respecto a las sociedades que visita". También menciona como puerta de entrada a este ámbito "a la literatura moral de la Iglesia, que ha sido una fuente muy importante para ver, al revés, cómo se han prescrito comportamientos, actitudes, los libros de confesión, por ejemplo". También menciona la pintura, el cine y la fotografía, que "han mostrado espacios, lugares, actitudes, emociones de los hombres y las mujeres que no se nombraban".

Y en medio de estos obstáculos, surge un problema: que en otras épocas simplemente no existía la vida privada. Esta, como explica Borja, "fue posible desde que en el siglo XVII el capitalismo y el Estado liberal marcaron un límite entre lo público y lo privado". Es el surgimiento del individuo como tal.

Detrás de la vida privada está, para Rodríguez, "la tensión entre el Estado, la comunidad y el individuo"; su historia es la de la "búsqueda de hombres, mujeres y colectivos por afirmar su derecho a la individualidad, a la privacidad, al respeto a su autonomía". Tener una habitación, un espacio que el Estado y la sociedad no controlen, es algo muy reciente y más común en la ciudad que en el campo. En Colombia, por su parte, la vida privada solo asoma con la llegada del siglo XX y de una manera que Rodríguez califica de "limitada y precaria"."Los colombianos hemos vivido más en colectivo, en grupos familiares", añade.

Por último, Rodríguez insiste en que hay que prestarle atención a la vida privada, pues en ella "están las claves ocultas de los cambios más difíciles en las costumbres, en los comportamientos, en las actitudes, los sellos más guardados de una cultura". Es en esos espacios privados donde la gente vive libre del control que tiene en el mundo de lo público. "Es un territorio que conviene conocer, pues está lleno de novedades, de expresiones, de lenguajes, de formas de pensar, muchas veces resistentes al cambio".
 
Datos sorprendentes

- En la Colonia era común colgar un par de cuernos en la puerta de la casa para hacerle saber al hombre que allí habitaba que su esposa le había sido infiel.

- Casarse como resultado de la atracción mutua entre los cónyuges no era común en la Colonia. Tampoco los besos y las caricias en público, e incluso en privado.

- Los textos religiosos de esta época se referían a la vagina como “el vaso”, recipiente para contener el “líquido seminal masculino”. Tanta negación de los órganos sexuales hizo que muchos maridos no supieran “dónde alojar su sexo” llegada la noche de bodas.

- La intimidad de las parejas en la Colonia era regulada por un catálogo muy detallado elaborado por la Iglesia. Este recomendaba la posición del misionero como la más natural; era “pecado gravísimo” que la mujer “montara sobre el varón”, pues esto invertía todas las razones y los valores.

- En 1895, el alcalde de Bogotá, Higinio Cualla, expidió un decreto que ordenaba construir letrinas en todas las viviendas de la ciudad. La costumbre era arrojar los excrementos a la calle y esperar a que un aguacero se los llevara.

- Para la década de los veinte, era frecuente el consumo de heroína, morfina, éter, opio, cocaína y cannabis en la alta sociedad bogotana. Esta última era promocionada en la prensa como “Cigarros de la India, para curar la tos, el insomnio y la amnesia”.

- La razón por la que se prohibió la chicha en Colombia fue el debate sobre las razas que tuvo lugar en Europa y América. Algunos decían que el atraso del país obedecía a “razas degeneradas” por culpa del alcohol.