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SOBREVIVIENDO A PICASSO

UNA VISION SUPERFICIAL Y LEJANA DE LA VIDA Y LOS AMORES DEL MAS GRANDE PINTOR DEL SIGLO

10 de febrero de 1997

Egocentrico, pedante, ambicioso, tacaño, capaz de utilizar a las mujeres sólo para su satisfacción personal, tal es la imagen de Pablo Ruiz Picasso vista por quien fuera una de sus amantes más significativas: François Gilot. Sus experiencias como compañera del más grande pintor del siglo XX dieron rienda suelta al talento creativo del productor Ismail Merchant, el director James Ivory y la guionista Ruth Prawer Jhabvala, autores de películas como Lo que queda del día y Habitación con vista, para llevar a la pantalla gigante una porción de la vida del genial artista español. La película inicia en el París de 1943, durante la ocupación alemana, año en el que Picasso conoce y seduce a François, la joven de 23 años que se convertirá en su amante y en la madre de dos de sus hijos: Paloma y Claude. Entregada pero firme, François será la acompañante ideal de Picasso durante varios años, período en el que, sin embargo, tendrá que soportar las manías, las infidelidades y los explosivos cambios de ánimo del genio, a quien finalmente abandonó a cambio de recuperar su vida. Quizá lo más impactante al público de Sobreviviendo a Picasso es la transformación de Anthony Hopkins. Aunque excesivo en ocasiones, Hopkins es resuelto e intenso en una interpretación que no necesitó de mucho maquillaje para retratar al excéntrico pintor. Aún así, James Ivory traza una semblanza poco profunda del artista, centrándose más en las anécdotas libidinosas que en la complejidad de su obra y de su propia vida. Tímido en su intento por abordar una biografía nada fácil, el galardonado director inglés acaricia apenas con su pincel la figura de ese monstruo de la pintura que se inventó una forma nueva de ver el mundo. Pero nada de esto se nota, pues Sobreviviendo a Picasso es una sombra débil de aquel mito español que sobrevivió a sí mismo.