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Sostiene Coetzee

El celebrado novelista surafricano presenta en este libro su faceta de ensayista y se muestra como un excelente crítico.

Luis Fernando Afanador
11 de septiembre de 2005

Costas extrañas
J.M. Coetzee
Debate, 2004
363 páginas

Este libro recopila 26 ensayos del premio Nobel surafricano escritos y publicados entre 1986 y 1999. Con excepción del primero -¿Qué es un clásico, una conferencia dada en Austria-, todos se refieren a escritores específicos, algunos muy conocidos y otros no tanto en el ámbito hispanoamericano.

Lo primero que sorprende es descubrir el talento de Coetzee como crítico: igual de agudo que en sus novelas y con la misma prosa económica y exacta. Y sin ninguna clase de concesiones con los autores -así se trate del mismísimo Borges o Salman Rushdie- a la hora de señalar defectos en algunas de sus obras. Al referirse a El libro de arena de aquél, dice: "En este libro se percibe un estilo fatigado y no añade nada a su gran talla de escritor".

En el mencionado ¿Qué es un clásico? -quizá uno de los más interesantes- Coetzee plantea que la crítica tiene la obligación de interrogar al clásico: "Por tanto, la interrogación al clásico, por hostil que sea, forma parte de la historia del clásico, porque mientras un clásico necesite ser protegido del ataque, no podrá probar que es un clásico". Nos cuenta, además, cómo a través de la música -concretamente escuchando a Bach-, descubrió un día "el impacto de lo clásico". El clásico enseña que nuestro ser histórico hace parte de nuestro presente; su opuesto no es lo romántico, sino lo bárbaro. Un planteamiento que lleva a un debate necesario en esta época desdeñosa de la tradición literaria y, por eso mismo, indefensa y deslumbrada fácilmente por el escritor efímero.

A pesar de la diversidad de los autores analizados, Coetzee termina encontrando afinidades entre ellos: haber sido objeto de persecución y de censura (Brodsky, Mahfuz, Skvorecky, Musil); haberse interesado por las secuelas del colonialismo (Gordimer, Breytenmbach,) o por elegir una lengua distinta a la materna para escribir (Rushdie y Breytenbach). A todos los interroga sobre la coherencia entre su teoría y sus obras. Es decir -no es difícil adivinarlo-, los lee desde sus propias obsesiones. Como todo escritor, hace una crítica interesada. Para bien y para mal.