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SU PINCEL ES UNA CAMARA

Becky Mayer consigue pintar con su cámara las nostalgias de Venecia. Una fotógrafa colombiana que se aparta del tradicional tema de gamines y campesinos.

26 de julio de 1982

Como en el fútbol hay muchos aficionados. Pero al lado de ellos existen profesionales de muy diversa categoría: los reporteros gráficos, los publicitarios, los científicos los retratistas y los artísticos. Para estós últimos, la fotografía es una expresión tan íntima como puede serlo un soneto para un poeta.
Las fotografías de Becky Mayer se ajustan estrictamente a esta última definición. Ella se refiere a sus fotos como a la única manera de sentirse bien consigo misma; con ellas, Becky lucha contra su timidez y contra la dificultad de expresarse verbalmente.
Becky Mayer nació en Bogotá y se educó en Estados Unidos. Ha estudiado fotografía en Colombia, y en el Centro Internacional de la Fotografía de New York. También ha sido una de las colombianas que ha tomado cursos de arte en el taller de Luis Camnitzer en Italia. El artista uruguayo, uno de los más importantes de América Latina, le enseñó ante todo a descubrir su propia capacidad creactiva, a filtrar las influencias externas de su ya gran desarrollado sentimiento visual para así obtener el estilo maduro que ahora la caracteriza.
La fotógrafa ha expuesto con éxito en diferentes galerías del país y ahora presenta una hermosa muestra de su último trabajo en la Galería Quintero de Barranquilla, y prepara un proyecto para la sala especial del Museo de Arte Moderno de Bogotá lo mismo que una colectiva (donde ella es la única fotógrafa) para el Museo La Tertulia de Cali).
La exhibición de Barranquilla consiste en dos series bastante diferenciadas entre sí pero que observadas detenidamente se unifican por la insistencia de Mayer en lo fotografiado. La primera serie consta de 13 fotos que podrían denominarse "compuestas": cada una de ellas (de 59 X 49 cm) muestra exactamente la misma toma de la superficie de una piscina en un sepiado muy sutil y lo que las particulariza es la foto polaroid que se les adhiere. Las polaroid (de 8 X 8 cm) representan un contraste no únicamente en el tamaño sino deliberadamente en lo que muestran; son tomas muy distintas en imagen y color que pueden dejar ver una parte de la escalera de la piscina, una persona nadando o un "frisbee" en el agua. Naturalmente, lo que se quiere contrastar -aparte de las dos técnicas- es la quietud de la imagen más grande con el dinamismo de la imagen de las polaroid, ya que estas son colocadas en diferentes sitios y presentan tomas que indican velocidad o movimiento.
La segunda serie, intitulada al igual que la anterior, contiene 7 fotos de 34 X 27 cm tomadas en la playa del Lido de Venecia cuando la fotógrafa estudiaba en Italia. Las imágenes en estas fotos son tenues, de una tonalidad casi uniforme alrededor de un rosado pálido que logra, efectivamente, impregnar las obras de una nostalgia que posiblemente nos hable del valor histórico del lugar. La ausencia de la figura humana en esta serie ratifica de cierto modo la tendencia abstraccionista que se detecta en el trabajo de Mayer, y reafirma el sentido nostálgico de las vistas. Aquí juega también papel importante la pureza artesanal con que se realizaron las fotografías, que son copias únicas (una cualidad casi anti-fotográfica) debido a que fueron impresas sobre un viejo papel (agotado ya) para lograr el efecto duotonal (o sea entre blanco y rosa) que las caracteriza.
La opción fotográfica presentada por Becky Mayer es el resultado de un serio estudio sobre lo introspectivo que posee la acción de tomar fotos que expresen un sentimiento muy personal, un afán por explorar las posibilidades de ver, casi interiormente. Su propuesta se opone radicalmente, con mucha razón, a aquellas que solo pretenden explotar el medio visual colombiano y que únicamente han logrado estereotiparlo; de ahí, la proliferación inmisericorde de gamines, cantinas, campesinos desposeidos e indígenas maltrados, que más que concientizarnos socialmente ha contribuido a enajenar nuestra responsabilidad política. Las fotografías de Becky Mayer hablan honestamente de una realidad exterior que no necesita ser explotada para ser entendida.