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SUEÑOS DE FUGA

Dos mujeres exponen su mundo interior en la Galería Diners de Bogotá.

8 de abril de 1991

Son dos técnicas que contrastan. Una se basa exclusivamente el las bondades del óleo sobre el lienzo. La otra se encarga de tomar lo elementos de la cotidianidad para transformarlos. La primera busca una solución plástica por encima de una interpretación inmediata. La segunda es una búsqueda simbólica, colmada de signos y abstracciones. Son las características que determinan la exposición de Masayo Andrade y Patricia Taverí que inauguró la semana pasada La Galería Diners de Bogotá. Se trata de las obras más recientes de dos artistas que continúan en esa búsqueda incansable por encontrar su mejor manifestación ante el mundo, a través de la pintura. Patricia Tavera, por medio de sus modelos insinuantes que parecen protagonistas oniricos. Masayo Andrade, basada en técnicas mixtas y formatos irreverentes.
Sabor añejo
A primera vista se podría pensar que sus retablos son obras antiquísimas, rescatadas de alguna abadía medieval. Sin embargo, a pesar de la intención tacita de rescatar el paso del tiempo por los objetos, de rodear su trabajo del misticismo típico de los siglos anteriores, Masayo Andrade ha querido de igual forma romper las estructuras y dejar escapar ese afán de libertad espacial que la persigue. Por eso sus obras no respetan los formatos, se rebelan contra cualquier evidencia de encierro. En cada una de sus representaciones siempre hay una alternativa de fuga, bien sea a través de los espacios vacíos que fragmentan o dividen la obra, o bien a traves de un cordón sutil que se sale del formato. Ante todo, su trabajo está plagado de simbología. Una simbología nacida de la nostalgia pero que ha quedado libre a la interpretación del espectador.

Masayo juega con los elementos, los rescata de su función cotidiana para elevarlos a la categoría de arte. Trabaja con madera, papel periódico, láminas de metal, objetos oxidados. Y luego los somete a la acción del caolín, del acrílico y de las tierras minerales. El resultado son esos retablos colmados de textura, abstractos y significativos. La preocupación por el tiempo y por el mundo son temas recurrentes. En muchas de sus obras aparece la imagen del globo terráqueo atravesado por líneas verticales y horizontales. En otras los espacios vacíos se encargan de fraccionar la intencionalidad -un poco el deseo de mostrar la dualidad de las cosas, los extremos trágicos de la existencia. De igual forma, la obsesión por el tiempo se palpa en dos de sus obras mas representativas: