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Tango de tangos

La Escuela Piazzolla es la compañía más grande del país, y sus integrantes, en su mayoría, vienen de ambientes marginales. El 12 de diciembre se presentarán en Bogotá, y el 21, en Cartagena.

2 de diciembre de 2006

Libertango es la obra de tango más grande que existe en Colombia. Un espectáculo que pone en escena a 60 bailarines que actualmente hace itinerario por las principales ciudades del país. No es una compañía cualquiera: los bailarines, en su mayoría, son muchachos descastados, cosa que tiene mucho que ver con el espíritu del tango. Jóvenes de alguna manera marginados del sistema que se acercaron un buen día a la academia Piazzolla con ganas de aprender. Y aprendieron: no solamente a bailar, sino a ver otra cara de la Colombia dura que les tocó en suerte.

Piazzolla nació en Cali hace 16 años. Ojo con esto: nació en Cali, la capital de la salsa, cosa que sería igual que tratar de vender cítaras a la asociación nacional de papayeras. Y apenas comenzó tuvo una acogida enorme. Lo primero que hicieron Leo Alba y su madre, Marta Cecilia Mejía, fue localizar a todas las luminarias de la noche salsera de la ciudad para incluirlos en un gran espectáculo. La mayoría de estos amos de la noche en los griles, en el día tenía profesiones de tercera: vendedores de tinto, de loterías, cuidadores de carros. Guatusi, Amparo Arrebato, Trapitos y un pocotón de bailarines populares se tomaron las tarimas de aquella Feria de Cali. Era 1992, año del quinto centenario. Tiempos raros en los que la danza mariposeaba en ese ambiente de 27 grados centígrados, cuando Incolballet era un hecho, y Barrio Ballet, un delirio, dos escuelas de danza que tuvieron tremenda acogida entonces.

Hacia 1994 Leo y doña Martica decidieron viajar a Buenos Aires, con tan buena suerte que se encontraron de sopetón con Rodolfo y Gloria Denzel, conocidos en el mundo entero por haber diseñado un sistema perfecto para enseñar a bailar tango. Academias con el método Denzel existen en Tokio, en Hamburgo y en San Francisco, por ejemplo. Pero los Denzel no sólo enseñaban tango sino historia argentina, a partir de su música: toda una cosmogonía circulante alrededor de la música de orilleros. Y los colombianos aprendieron la lección en menos de ocho meses y regresaron a Cali con un proyecto más ambicioso. Tango sería el nombre del juego desde ese momento. Y comenzaron a escribir la historia de este país en Tango.

A Piazzolla de Cali se acercaron niños y jóvenes y ancianos de barrios populares y no populares, unidos bajo la misma bandera del lunfardo.

"Recuerdo con especial simpatía a Fercho Rodríguez -dice Leo-, un niñito que venía de Buenaventura y que habitaba en el Distrito de Aguablanca, con un talento impresionante", continúa, con ese donaire triste de los tiempos idos.

Lo recuerda tan bien porque cuando el chico demostró sus habilidades, sus padres decidieron apostarle todo a su talento. A los 14 años viajó a Cuba becado, y hoy día es un bailarín de la Royal Ballet de Londres.

Luego vendrían los retos grandes. Cuando a las puertas de Piazzolla llegó una pareja de invidentes con ganas de aprender. Y aprendieron. Aquella pareja fue la primera de muchas que se acercarían luego. Imaginen 10 Al Pacino, en Perfume de mujer, hombres y mujeres invidentes, trenzados en un escenario abrigado por espejos, danzando milongas con milimétrica precisión. Los mismos que hoy día hacen parte excepcional del elenco de Libertango, cuando tienen dinero para traerlos con sus chaperones.

El siglo XXI comenzaría en Bogotá con muchos valores agregados. Uno de ellos, una sucursal de la Academia Piazzolla en Usaquén, en una casa en ruinas que les cedió un caleño. Tres meses después, la casa sería una sede. Y cuatro semanas más tarde estarían atendiendo a la población vulnerable que se les acercaba. Desde muchachos de la calle hasta inquietos adolescentes de colegios privados circundantes.

"Al principio no sabía cómo manejar eso -dice Leo-, pero cuando comenzaron a bailar, las distancias sociales se olvidaron y navegaron en el mundo con la misma música".

John Alex, por ejemplo, venía de la calle de El Cartucho. Un ñero. Empecinado en aprender, disciplinado, riguroso. Hoy día es un bailarín de cafetines de mala muerte y burdeles, en donde se pone hasta 150.000 pesos en un fin de semana. Tiene un espectáculo que se llama Tango Mafia y es vendedor de zapatos en el día.

También hacen parte del espectáculo los ilustres campeones mundiales de tango, coronados en Buenos Aires: Carlos y Diana. Y hacen parte porque tuvieron su primera formación en Piazzolla. Leo y Marta Cecilia Mejía, artífices de todo el proyecto, son incansables en su búsqueda. Han ganado becas de creación con el Idct; han puesto en escena hasta 110 bailarines; dictan talleres en provincias; enseñan a bailar a invidentes y sordomudos; y hoy día llevan su espectáculo de Libertango gracias, en parte, al apoyo del Ministerio de Cultura.

En fin, el proyecto encierra en sí mismo toda la poesía de la tanguedia nacional. Mire a ver.

En Bogotá se presentarán en el teatro Colón el 12 de diciembre, y rematarán en el Pedro de Heredia de Cartagena, el 21 de diciembre.