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Teatro volador

El grupo argentino De La Guarda ha conquistado el mundo con su obra 'Villa-Villa'. Esta es una de las atracciones del X Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

26 de febrero de 2006

Artistas que caminan por las paredes. Lluvia. Espectadores que capturan los artistas y que vuelan sobre el resto del público. Objetos que gravitan. Siluetas que se reflejan en la oscuridad. Si hay algo en lo que coinciden todos aquellos que han asistido a la obra Villa-Villa del grupo De la Guarda es en que es un espectáculo que no se parece a nada. "Nosotros le decimos a la gente cuando llega al teatro que no busquen un significado intelectual en la obra sino que disfruten del espectáculo. Que nunca han participado de algo parecido", dice Pichón Baldinu, director de la compañía que se presentará por primera vez en Bogotá del 4 al 17 de abril.

"Atractiva", "innovadora", "diferente", "novedosa", "circense", está en cada espectador ponerle su propio adjetivo. Pero lo cierto es que Villa-Villa es, sin lugar a dudas, una de las obras más complejas que se presentarán durante el X Festival Iberoamericano de Teatro. Por alguna razón, esta compañía argentina ha representado esta obra durante más de 12 años en más de una docena de países alrededor del mundo incluidos Australia, Japón, Gran Bretaña (donde estuvieron un año), España...

En Argentina, por ejemplo, la obra se ha convertido en una de las más emblemáticas del país y la siguen con la misma pasión que a un club de fútbol. Y en Nueva York se presentó durante siete años en un teatro que habilitaron especialmente en lo que con anterioridad había sido la sede del Unión Square Bank. "A donde vamos tenemos que montar nuestro propio espacio porque sin éste no hay obra", explicó a SEMANA Baldinu desde Nueva York, donde está preparando Tarzán, una nueva obra de Disney para Broadway. En esta ciudad la obra se volvió tan famosa, que se convirtió en sitio de peregrinaje de actores y músicos como Madonna, Leonardo Di Caprio y Robert DeNiro, entre otros.

Según este director bonaerense, que se inició en el teatro con la creación de la Organización Negra (una compañía de gran nombre en la movida underground de Buenos Aires), la obra se ajusta a un espacio muy específico que tiene características de tamaño, altura y proporciones muy justas para que los actores puedan desarrollar los vuelos que hacen durante el show. Estas circunstancias hacen muy complejo el montaje y, al mismo tiempo, muy costoso. De hecho, es una de las obras más difíciles y costosas de montar de las que participarán en esta edición del Festival.

Los productores de De La Guarda tuvieron que visitar muchos escenarios en Bogotá para concluir que el lugar indicado era el Coliseo El Salitre, del cual sólo será utilizado una parte específica de la platea. "La gente va a encontrar un espectáculo que espacialmente es extraño porque lo único que va a encontrar es público. Es una especie de caja con cuatro paredes y allí están ellos, de pie, como en un concierto", explicó Baldinu.

Y es que las sorpresas que se lleva el espectador durante el espectáculo comienzan desde el mismo momento en que accede al teatro, al cual se le pide asistir de manera informal. El público, que en cada función no puede superar los 1.000 espectadores, queda dentro de esta caja cuyas atmósferas cambian en la medida en que transcurre el espectáculo. Es entonces cuando se empieza a generar un diálogo de emociones entre el espectador y la obra. Y los 14 artistas voladores, vestidos como cualquier paisano dominguero, comienzan a jugar con las emociones de los espectadores, hasta el punto que seleccionan a algunos de los asistentes para volar junto a ellos. "Es una especie de lenguaje universal que hemos desarrollado. La gente viene a disfrutar de eso, porque es una experiencia que sólo se puede tener personalmente y nadie puede explicar qué es. Nosotros contamos distintas historias de seres humanos, historias de la vida, y la gente, esté donde esté y sea de la cultura que sea, puede entenderlas", continúa explicando Baldinu, que hace mucho énfasis en que la obra la hace el público, y por tal motivo explica que en cada país o ciudad es diferente porque, dependiendo de la cultura, el público la vive de una manera diferente. "En Latinoamérica el público es mucho más efusivo y le gusta participar de la propuesta de este tipo. En otros países la gente va y quiere entender y descifrar intelectualmente todo y se queda sin jugar. Por esto creo que el 'show' puede calar muy bien dentro del público colombiano".

Para lograr estos efectos en el público, De La Guarda echa mano de la música, esencial en el show. Gary Kerpel hizo una banda sonora electrónica con componentes folclóricos y étnicos que varió con el paso de los años a medida que se desarrollaba el show. "Esto permitió que la música no fuera un acompañamiento, sino un elemento escénico", explica Baldinu.

Todos estos ingredientes juntos han ayudado para que el éxito haya sido inmenso. La guía Time Out de Londres llegó a considerarlos como "el mejor teatro del mundo". Otro crítico dijo en alguna ocasión que ver Villa-Villa "era mejor que el sexo".

Por su parte, el crítico David Roberts escribió en Theatre Reviews Limited: "En un momento dado (de la obra) comprendí que el 'significado' venía desde la audiencia. Que los actores lo que proveían era un espacio seguro para 'sentir' y el permiso para que cada uno de los espectadores pudiera ver el significado que necesita o quiere ver". Pero, como dice Pichón Baldinu, nadie podrá entender que es Villa-Villa mientras no haya asistido a una de las funciones. Así que los días del Festival serán una gran oportunidad para comprobar en carne propia por qué esta obra ha sido tan exitosa en todos los países a donde ha llegado. Para comprobar por qué dicen que es un espectáculo donde se juega con las emociones.