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TIEMPO DE TRIUNFAR

Por primera vez, cinco películas colombianas logran la atención de público y jurado en el Festival de Cartagena.

28 de julio de 1986

Los más sorprendidos con los cinco largometrajes nacionales exhibidos durante el reciente Festival de Cartagena fueron los mismos espectadores colombianos para quienes la frescura, el humor, la calidad técnica y la agresividad de esas cinco historias representaban un cambio rotundo en la imagen de acartonamiento y aburridas situaciones a los cuales los han tenido acostumbrados los realizadores locales.
"Visa USA" de Lisandro Duque, "A la salida nos vemos" de Carlos Palau, "Tiempo de morir" de Jorge Alí Triana, "El tren de los pioneros" de Leonel Gallego y "La boda del acordeonista" de Pacho Bottía, en mayor o menor grado llenan las esperanzas de quienes siempre han mirado el impuesto que se recoge en la taquilla de los teatros para el fomento del cine nacional a través de Focine como un simple despilfarro de recursos.
"Visa USA", la gran ganadora del certamen, muestra a un director maduro, conocedor de todas las trampas narrativas del cine, desplegando ese humor negro que se ha convertido en el principal sostén de sus películas, largas y cortas. Con los personajes solitarios y tiernos de dos muchachos que quieren marcharse, como sea, a Estados Unidos, trampeando con la visa y una chica que tiene novio y poco a poco se enamora de ese tímido y cortés joven que le enseña inglés, Lisandro Duque ha recogido miles de historias de la vida real, con esos colombianos para quienes la obtención de la visa falsa y la entrada ilegal a Estados Unidos encierran la culminación de sus sueños. Además de una crónica nostálgica y alegre sobre las aventuras de esos dos muchachos, sus sueños, sus pesadillas mientras comprenden que el paraíso está cada vez más inalcanzable, la película se convierte también en una fresca historia de amor, con una de las escenas más hermosas en el cine nacional: la muchacha (interpretada por Marcela Agudelo, la gran revelación del festival), quien tiene amores con el mejor partido del pueblo, Pedro Guillermo (interpretado por Diego Alvarez, el que aparece como punk en "El Chinche"), presionada por la madre arribista (Vicky Hernández), llega a un baile popular, donde también están Adolfo (Armando Gutiérrez) y su amigo de sueños. La muchacha busca al otro con los ojos, lo encuentra, se zafa del novio y corre en busca de Adolfo y comienzan a bailar y es ahí donde la película crece, adquiere una dimensión humana insospechada, la cámara del cubano Raúl Pérez Ureta y la música de Leo Brower crean una atmósfera de ternura, de compenetración, de ensoñación y bailan y se besan y se dicen que se quieren mientras las demás parejas van disminuyendo, mientras la lluvia cae y ellos se mojan y se aman más que nunca.
"A la salida nos vemos", dirigida por Carlos Palau, con un guión escrito por éste y Sandro Romero, es menos profesional y el primer largo del director, ya que antes habia realizado cuatro documentales. Esta película es como su autor, desordenada, sin principio ni fin, pero con una enorme carga de humor y agresividad que puede convertirla en una de las favoritas de los espectadores medios.
"El tren de los pioneros" de Leonel Gallego es quizás la más artesanal de las cinco colombianas exhibidas en Cartagena. Es la historia de la construcción del ferrocarril de Antioquia, la saga emprendida por el cubano Francisco Javier Cisneros, las penalidades en plena selva, los peligros, las sorpresas que van surgiendo, las víctimas, los sueños suspendidos en el aire y por encima de todo, la película es un canto al carácter emprendedor y heroico de los colonizadores antioqueños. Quizás lo que afecta notablemente la calidad de esta película sea su excesiva ingenuidad, su visión demasiado localista, su mira estrecha.
La música vallenata, la magia, los fantasmas que andan entre las ciénagas de la Costa, las mujeres devoradoras de hombres, los enamorados, la pasión desaforada, son algunos de los elementos que conforman la esencia de la película "La boda del acordeonista" de Pacho Bottía, quien varios meses atrás ganó algunos premios en un festival de cine en Bogotá. En Cartagena, la película se convirtió en objeto de culto para miles de personas (en la Costa no se había presentado en público), quienes trasnocharon para mirar cómo la magia, la música y el amor se combinan para que la ingenuidad cuente una historia romántica.
Y "Tiempo de morir", la obra de Jorge Alí Triana, premiada en numerosos festivales, la cual sirvió para comprobar cómo María Eugenia Dávila, bien dirigida, es quizás la mejor actriz nacional.
Los invitados extranjeros al festival quedaron gratificados con estos cinco largos y con los numerosos medios y cortos que también se exhibieron. Para los espectadores colombianos mirar este material fue una especie de balance optimista de una industria que ha sido fortalecida por los programas de Focine, programas en los cuales también están incluidas " La mansión de Araucaima" de Carlos Mayolo y "El día que me quieras" de Sergio Dow. Esta última, superada cualquier barrera normal de presupuesto, tiene actualmente serios problemas financieros, dentro y fuera del país.
Ahora, lo que miles de espectadores desean es simple. Que las películas colombianas después de exhibirse en festivales nacionales e internacionales, después de ganar muchos premios, después de ser comentadas en todos los tonos, después de ser lanzadas, merecen algo elemental: ser exhibidas. Que no ocurra como con "Pisingaña" y "Tiempo de morir", que esperan pacientemente un turno.
Para que los espectadores de otras ciudades conozcan estos largos nacionales y otros latinoamericanos, se inició una ronda nacional en la Cinemateca Distrital de Bogotá y en el Teatro Municipal desde el pasado viernes 27 hasta el sábado 5 de julio, en la cual también se han incluido algunos títulos europeos en funciones ordinarias y de mediodía. Después pasarán a salas como la de Avianca en Barranquilla, el Museo La Tertulia en Cali, y el Subterráneo, en Medellín.

LA REVELACION
Sale de la piscina temblando y le dice a todo el mundo que tiene mucho frío, que necesita que alguien le dé calor, que quiere salir corriendo por la playa para calentarse. Más tarde caminará paralelamente a la larga mesa donde los camareros del hotel han colocado la comida en forma de buffet hace que le destapen las vasijas, siente el aroma y dice que no, que no le gusta nada, que se comerá un pedazo de carne con verduras. Por la tarde, sentada en una de las mesas estirará sus piernas largas y dirá que se aburre que se quiere ir. Luego, cuando alguien le dice que algunos críticos han elogiado su trabajo en "Visa USA", hace una mueca de niña chiquita y dice, con simpleza: "¿Cómo escriben de cosas, no?".
Con esa mezcla de ingenuidad, frescura, inocencia y belleza sin maquillaje estuvo rompiendo corazones la joven actriz colombiana Marcela Agudelo, quien con Armando Gutiérrez, interpreto algunas de las más emocionantes escenas románticas en la película de Lisandro Duque. Todavía no se siente una estrella, aunque muchos la reconocieron por los cortometrajes que ha filmado, especialmente con la gente de Cali,y por la serie de televisión "Oro", donde aparece más madura, más seria, más dramática.
Uno de los factores más positivos de cada festival de cine en Cartagena es el descubrimiento o la confirmación de una nueva estrella nacional. Florina Lemaitre, con "Pura sangre", Adriana Herrán, con "Carne de tu carne" y ahora Marcela Agudelo en un personaje que le cae como una segunda piel. Sigue siendo una chiquilla consentida, sus amigos la rodean siempre como para protegerla y va con un traje de baño normal que muestra un cuerpo perfecto,con un color que el bronceado de piscina y playa acabó por perfeccionar.
Lisandro Duque mira en ella una gran actriz y afirma que buena parte del personaje de su película la trabajaron juntos, ensayando y reescribiendo los diálogos, dejando que ella se sintiera tranquila y cómoda en su papel, dejando que en algunos momentos se dejara llevar por su intuición, especialmente en las escenas de amor donde el director dejó, en parte, que ella actuara y reaccionara como se sintiera mejor.
Todo el orden de esa vida se altera, se rompe, se proyecta hacia otras sensaciones y la niñita obediente comienza a rebelarse y lo que es peor, a enamorarse: cuando los periodistas le preguntaban a Marcela en Cartagena cuánto de ella misma había en el personaje o al revés, ella sonreía, decia que quién a esa edad no era romántica, quién no soñaba, y cuando le preguntaron si era amante de las aventuras, como esto de irse con una visa falsa, dijo: "Por qué no, si uno en la vida se la pasa soñando con hacer cosas difíciles siempre".
A pesar de su aire mimado, a pesar de sus gestos de niña consentida que la vida ha tratado muy bien (ella es sobrina de John Agudelo Ríos, el ex ministro y presidente de la Comisión de Paz, y su familia es del Valle), Marcela Agudelo es disciplinada al momento de trabajar y su mayor ambición es seguir estudiando arte dramático en Europa: quiere ser una actriz más completa y el lanzamiento con "Visa USA" la coloca como la gran esperanza del cine colombiano en los próximos años.
El galardón que le dio el jurado internacional, los aplausos de la gente cuando acabó la película y la simpatía que la rodeaban en las calles de Cartagena, la hicieron pronunciar una frase que significaba mucho: "La cosa es más dura de lo que había pensado...".