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La minera Josey Ames (Charlize Theron) se convirtió, a comienzos de los 80, en una defensora de los derechos laborales de la mujer

Tierra fría

Un elenco extraordinario salva de casi todos los lugares comunes a esta inspiradora historia de la vida real.

19 de febrero de 2006

Titulo original: North Country.
Año de producción: 2005.
Dirección: Niki Caro.
Actores: Charlize Theron, Frances McDormand, Sean Bean, Woody Harrelson, Jeremy Renner, Richard Jenkins, Sissy Spacek, Thomas Curtis, Elle Peterson, Michelle Monaghan.

Cuesta juzgar este tipo de películas como simples películas. La lucha que narran es tan importante (esta es, la interminable lucha por la igualdad de la mujer) que resulta difícil fijarse en detalles como la coherencia narrativa, la calidad de las interpretaciones o el manejo del lenguaje del cine. Ocurría así con Silkwood, con Norma Rae. Y ocurre ahora con Tierra fría. Que si uno lo piensa con mal genio, es otro de esos pegajosos dramas de la vida real que se mueven por la programación de aquel canal de televisión llamado Hallmark. Pero si uno lo discute con amigas, es un importante recordatorio de que no debemos bajar la guardia en cuestiones de equidades. Y si lo ve en la pantalla, pendiente de los pormenores que hacen buena o mala una obra cinematográfica, resulta ser un trabajo digno, a veces enérgico, a veces anodino, que se salva de casi todos los lugares comunes gracias a un elenco extraordinario (comandado por la brillante Charlize Theron) que llena el relato de personajes de primera.

La historia, un largo flashback en medio de un juicio, se puede resumir de la siguiente manera: a comienzos de los 80, en el invierno interminable de Minnesota, Josey Ames, una combativa madre soltera con un pasado que habría acabado con cualquiera, se convierte poco a poco en una defensora de los derechos de las mujeres que trabajan con ella en una mina de hierro. Su caso, llevado a las cortes por un abogado hastiado del oficio, sentará precedentes. Y nos permitirá a nosotros, los espectadores, darnos cuenta de lo mucho que nos cuesta asumir el lugar de los otros.