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En el bar Café y Libro algunos escritores leyeron sus textos mientras su colegas los seguían con atención. Luego vino una buena parranda acompañada de salsa y mojito

LIteratura

A toda carrera

Los escritores convocados en 'Bogotá 39' recorrieron universidades, colegios y bibliotecas de la ciudad, y sembraron el placer por la lectura y la escritura.

25 de agosto de 2007

Los estudiantes no los dejaban ir. Querían seguir oyendo a los escritores Ena Lucia Portela (Cuba), Andrés Newman (Argentina) y John Jairo Junieles (Colombia) que esa mañana de jueves estaban hablando sobre lo que pasa en la literatura en América Latina, en uno de los auditorios de la Universidad Distrital. El tiempo de 15 minutos para preguntas ya había terminado, pero los estudiantes que abarrotaban la sala no paraban. Y ellos habrían seguido respondiendo felices, pero no se podía. Los tres tenían que salir corriendo, atravesar Bogotá y llegar a tiempo a su segunda charla del día en una de las bibliotecas públicas de la ciudad: El Tintal, El Tunal, Suba... Igual pasaba con el resto de los 38 escritores (el dominicano Junot Díaz no pudo venir) que participaron en Bogotá 39 que se encontraban en otras universidades de la ciudad. Todos tenían que cortar con las preguntas porque tenían que correr de un lado para otro con tal de poder cumplir sus compromisos con el público bogotano.

Al finalizar la tarde, en la terraza del café Juan Valdéz de la calle 73, Claudia Amengual y Pedro Mairal hablaban en las conversaciones organizadas por Arcadia sobre sus libros y su vida como escritores. ¿Se puede vivir de escribir? Todos parecen concluir que no, que tienen que hacer oficios alternos. El viernes, en el auditorio de la Escuela Distrital Gonzalo Arango, en Suba, los escritores Pablo Casacuberta (Uruguay), Guadalupe Nettel (México) y Carlos Wynter Melo (Panamá) les contaban a los alumnos del colegio qué los había motivado a escribir. Los tres estaban de acuerdo: había que leer de todo, a cualquier edad

"Este festival era un apuesta de ciudad", explica Cristina Fuentes, quien es la cabeza del Hay Festival en Colombia. Lo importante, según Cristina, es que fue un evento donde diferentes clases de públicos pudieron tener contacto con los escritores. No es como en los otros Hay Festival, estilo Cartagena, en el que espacio también es protagonista del evento. En Bogotá 39 la idea era que los conversatorios se repartieran por la ciudad y el público fuera a los que más cerca les quedaban.

Los escritores terminaron por encontrarse con un público diferente en cada sitio al que iban. "Andrés Neuman, Leonardo Valencia, Pablo Casacuberta, Verónica Stigger y Fabrizio Mejía Madrid preparan secretamente su discurso teórico sobre por qué escriben. Llegan a la Biblioteca Francisco José de Caldas de Suba y les sorprende un auditorio lleno de niños. Entonces, dicen la verdad", escribe como anécdota en el blog de Bogotá39 (www.bogota39.com) el periodista español Gastón García.

Y entre charla y charla (siempre se cambiaban los grupos), entre desayunos, comidas y tertulias nocturnas en los bares, los escritores se fueron integrando entre ellos. Y esto fue tal vez lo más importante. "Lo que pasó en Bogotá fue una integración sin egos y eso es bien difícil", dice Wendy Guerra. "Es un milagro".

Bogotá conoció y oyó a los escritores latinoamericanos que se abren paso en el mercado actualmente. Y ellos, por su parte, pudieron disfrutar de una ciudad que muchos bogotanos ni siquiera conocen, y sobre todo pudieron conocerse. Como dice el mexicano Jorge Volpi, "son muy contadas las ocasiones que tenemos para reunirnos". Y al final no se la pasaron mal. Al menos esa es la esa idea que queda después de leer el blog del peruano Ivan Thays

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