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TODO ENTRA POR LOS OJOS

Un libro sobre la diseñadora Marta Granados, y una exposición en el Museo de Arte Moderno con los mejor de su trabajo, confirman que el Diseño Gráfico está llamado a ser el gran arte del siglo XXI.

27 de julio de 1992

UNA TARJETA DE NAVIDAD PUEDE limitarse a decir feliz navidad. El cartel que promociona una obra de teatro puede limitarse a anunciar un título, un lugar y una hora. El plegable de un foro ecológico puede limitarse a enumerar los tópicos que serán debatidos en el evento. De hecho, muchas tarjetas, muchos carteles y muchos plegables se quedan en el plano meramente informativo. Se van a la caneca, después de pasar por las manos de un lector, sin haber presentido que también ellos pudieron ser una obra de arte. Sin intuir que hay críticos, sociólogos y ensayistas que hablan del diseño gráfico como del gran arte del fin de siglo. Sin imaginar que, cada dos años, ciudades como Colorado, Varsovia, Helsinki, Toyama y Ciudad de México celebran importantes festivales internacionales para escoger el mejor cartel, la mejor tarjeta y el mejor plegable del mundo.
Hay diseñadores gráficos, sin embargo, que trabajan cada una de las ideas y de los proyectos que llega a sus manos con la misma paciencia, la misma angustia y el mismo entusiasmo con los que emprende un pintor cada uno de sus cuadros. Al fin y al cabo también su oficio es un arte, aunque en países como Colombia esta idea todavía no acaba de pegar con la fuerza con la que lo ha hecho en otros lugares del planeta.
Marta Granados constituye una de las excepciones. Para muchos, se trata de la diseñadora gráfica que ha logrado llegar más lejos en el país. De ahí que buena parte de sus trabajos se haya convertido en pieza de colección. Y de ahí, también, que a partir de esta semana se le rinda un homenaje de artista consagrado: al tiempo que el Museo de Arte Moderno de Bogotá abre una exposición retrospectiva con sus mejores obras, la empresa OP Gráficas lanza un libro sobre su actividad como diseñadora.
Convencida de que en su profesión se debe buscar que cada elemento trascienda la función netamente consumista y logre emocionar con la misma fuerza de un buen óleo, Marta Granados asegura que un cartel o un folleto exigen una dosis suficiente de creatividad, inteligencia, perfección y belleza. Lleva casi 20 años dedicada a imprimirle un sentimiento artístico a sus diseños, consciente de que en su trabajo pesa tanto la función social como la estética. Ella, sin duda, ha sido una de las gestoras de esa cultura del cartel que empieza a crearse en Colombia.
La exposición del MAM -Salón OP 92 Marta Granados- y el libro sobre su obra demostrarán que también un afiche merece ser enmarcado y que una simple tarjeta de navidad puede convertirse en pieza de colección, si han sido desarrollados con excelencia, porque forman parte de una manifestación artística que exige, además de la belleza, un gran impacto y una asombrosa síntesis visual.
Exigen que se cumpla aquel refrán que dice "una imagen vale más que mil palabras", aunque esto sólo es cierto cuando se llega a la imagen que es.