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Adam Sandler y Dustin Hoffman, en ‘Meyerowitz Stories’, y Tilda Swinton, en ‘Okja’, protagonizan las películas de Netflix que compiten en Cannes.

CONTROVERSIA

Todos contra Netflix

La participación de esta plataforma digital en el Festival de Cannes tiene a más de uno indignado y sufriendo. ¿Por qué?

20 de mayo de 2017

En 1997, Reed Hastings tuvo que pagarle a la videotienda Blockbuster una multa de 40 dólares por no devolver a tiempo el VHS de la película Apolo 13. Como cinéfilo se sintió frustrado y como cliente, agredido; sin embargo, a partir de aquel sinsabor ideó a Netflix, la plataforma que conquistó a más de 100 millones de personas en todo el mundo.

‘En cualquier lugar, sin horarios ni sanciones’ son los mandamientos del servicio de video en streaming. Un precio fijo mensual, contenidos ilimitados sin publicidad y producciones originales exclusivas para suscriptores. Todo eso cambió la manera de producir y consumir bienes audiovisuales.

Ahora los esfuerzos de este tipo de plataformas digitales se concentran en demostrar que las películas no son propiedad única de la pantalla grande. Y aunque eso molesta a genios del cine como Quentin Tarantino y David Lynch, en este camino Netflix ya consiguió un Óscar y un Bafta con los documentales The White Helmets y 13TH, respectivamente. Y su par Amazon recibió dos premios de la Academia con The Salesman y Manchester by the Sea.

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Y llegaron por primera vez al Festival de Cannes, pero allí no han sido muy bien recibidas. Porque mientras Neflix compite con Okja, de Bong Joon-ho, y The Meyerowitz Stories, de Noah Baumbach, y a su vez Amazon da la pelea con Wonderstruck, de Todd Haynes, las críticas y los abucheos no se han hecho esperar.

Los exhibidores franceses pusieron el grito en el cielo, pues Netflix no está dispuesto a estrenar sus películas en salas antes que en su plataforma. Para el realizador Pedro Almodóvar, actual presidente del jurado de Cannes, no hay mucho que discutir: “Sería una terrible paradoja que la Palma de Oro (premio a la película ganadora) no se pueda ver en las salas de cine”. Por esta razón, los directivos del certamen tomaron las medidas necesarias para que a partir del próximo año todos los concursantes aseguren su estreno en las salas.

Cuando Netflix dejó de ser un distribuidor de contenidos y se convirtió también en productor, puso sobre la mesa una nueva economía audiovisual que hizo temblar a las cadenas de exhibición de cine. Basta recordar el boicot que en 2015 promovieron algunos teatros de las cadenas más importantes de Estados Unidos, como AMC, Regal y Cinemark, cuando se estrenó Beasts of No Nation, la primera película que pretendía tener una premier simultánea en salas e internet.

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Los más románticos cinéfilos no conciben aún que el cine se pueda llevar en un dispositivo de bolsillo. “A los que ven una película en el celular solo puedo decirles que la están viendo como no deben”, dice el crítico Juan Carlos González. Desde su perspectiva, el gran problema con Netflix es que si bien la compañía apoya la producción de autor, su filosofía le cierra la puerta a quien quiera ver cine en un teatro.

No obstante, en medio del debate en Cannes, el actor Will Smith, también jurado, salió a defender los nuevos formatos con el argumento de que hay distintas maneras de hacer entretenimiento y que entre ellas no debe haber competencia.

Del lado de Smith también está el crítico Samuel Castro, quien entiende que el cine debe pesar más por su historia que por la vivencia en sala. Y aunque no demerita el momento de estar frente a la pantalla grande, considera que los sistemas de streaming de video no necesariamente empobrecen la práctica de ver una película en casa.

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Queda claro que el objetivo de Netflix y otras compañías, como HBO, Hulu y Amazon, es que los directores empiecen a preocuparse por llegarles a la mayor cantidad de personas posibles, sin pasar por las salas de cine. Porque los tiempos cambian.