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A TRES BANDAS

En una edición de sólo 100 ejemplares, dirigida por Luis Angel Parra, el pintor Saturnino Ramirez ilustrará " En este pueblo no hay ladrones", de Gabriel García Márquez.

20 de julio de 1992

CUANDO ESTUDIABA EN ZIPAQUIRA, Gabriel García Márquez añoraba las calles polvorientas de la Costa por donde se podía caminar hasta la madrugada, en mangas de camisa, en busca de algún aparato de radio que todavía animara la fiesta en cualquier esquina. Pero en Zipaquirá la música se agotaba temprano, y las noches eran más frías que las de ahora. García Márquez prefería quedarse en su cuarto, en compañía de Dickens, de Kafka, de Dostoievski, mientras sus compañeros se escapaban para jugarse los restos de la mesada en el billar de turno. Muy pocas veces los acompañaba: "No tenía suficiente plata para perder, ni suficiente billar para ganar". Y como en este pueblo no existía otra diversión que la de hacer carambolas, hasta terminar con los dedos entumidos, Gabo seguía leyendo sin remedio.
Muchas veces, mientras fumaba en el patio, debió recordar ese pueblo donde conoció a Mercedes, su esposa. En Sucre, Sucre, tampoco habia otra disculpa para entretenerse que el billar de don Roque. Y debió recordar también esa historia que más tarde convertiría en cuento. La historia de un hombre que decidió robarse las bolas del billar, y dejó a los sucreños entregados al aburrimiento.

Se trata de "En este pueblo no hay ladrones".
Un relato que pareceria, a propósito, escrito para que el pintor Saturnino Ramírez se inspirara para una de sus series de billaristas de pueblo. Al menos así lo entendió el artista santandereano la primera vez que los leyó. Por eso, hace algunos meses, cuando Luis Angel Parra le propuso que hiciera una serie de grabado, Ramirez le dijo que hacia muchnia una idea dándole vueltas en la cabeza.

El resultado es la nueva edición de "En este pueblo no hay ladrones", que actualmente adelanta el Taller Arte Dos Gráfico. Parra decidió reunir, en un libro de lujo, de gran formato, la historia de Garcia Márquez y 13 grabados de Saturnino Ramirez inspirados en el cuento que protagoniza Dámaso, el hombre que decidió robarse las bolas de billar de un pueblo donde la gente pensaba que no existian los amigos de lo ajeno.

La edición, para coleccionistas, tendrá un tiraje de sólo 100 ejemplares, y será totalmente elaborada a mano. Cada letra se irá montando con paciencia en una caja tipográfica en la que al final quedará armada esta historia que, aunque ocurrió en Sucre, hubiera podido suceder en muchos pueblos de Colombia, donde la gente se pasa la vida en torno a una mesa de billar.
Alli se quedan muchos recuerdos, entre tacada y tacada. Esos recuerdos y esas impresiones que Saturnino Ramírez ha sabido plasmar en el papel y en el lienzo, desde el día en que descubrió que el arte de hacer carambolas es el oficio que compromete más colombianos.

Ahora, al talento de Garcia Márquez y al de Saturnino Ramírez, Luis Angel Parra le sumará el suyo, que lo ha llevado a emprender locuras editoriales como esta, que algún día terminarán en los museos y en las bibliotecas centenarias.