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Un domingo cualquiera

Oliver Stone aborda esta vez un tema muy gringo: el fútbol americano.

3 de julio de 2000

¿Qué imaginarán los amigos del cine cuando anuncian una película de Oliver Stone cuyo tema central es el fútbol americano? Tal vez un videoclip de dos horas épico-heroico. O un videoclip de dos horas con trasfondo político y social americanista. O un videoclip de dos horas en el cual un entrenador en decadencia está traumatizado por Vietnam.

Pues bien, sin el ánimo de dañarle la película al lector, Un domingo cualquiera, el más reciente largometraje de Oliver Stone, tiene de todo eso; excepto (¡aleluya!), parece que superó el trauma de Vietnam.

En cuanto a lo del videoclip, frente a semejante tema deportivo, pues no podía haber otro esquema. De hecho, tras demostraciones de forma como The Doors o Asesinos por naturaleza, era apenas predecible otro gran catálogo de edición, montaje, fotografía, música y sonido, esta vez, al servicio del fútbol gringo. En verdad, en eso, esta película es impecable y desde esa óptica es bien difícil abandonar la butaca.

En cuanto al trasfondo épico-heroico, era también predecible que Stone nos enseñara la historia de superación de un quarterback (el lanzador) quien, aparte de luchar contra su condición (es negro), deberá ser el mejor. Y obvio, después de una superación personal y de una sucesión de jugadas como para ‘momentos estelares Espn’, el marginal alcanza las estrellas.

En cuanto al trasfondo político social americanista, una especialidad del autor de Nacido el 4 de julio, J.F.K. y Nixon, el deporte aquí está prostituido por las más odiosas tradiciones estadounidenses. Los políticos usan el deporte para buscar votos, los deportistas se drogan y los medios de comunicación abusan; todo mientras los hinchas comen palomitas de maíz en la tribuna. Otra denuncia de corte Stone.

En cuanto a lo del entrenador en decadencia, también hay de eso. Al Pacino (otra vez exquisito) es un coach al borde del retiro, un bacán mal hablado y un tomatrago consumado a quien lo abandonó la mujer.

Pero con todo y lo predecible que pueda ser esta película, es absolutamente soportable y muy, pero muy entretenida. La forma supera el fondo, pero este último, como siempre, trae moraleja. Y a quien eso le guste...

La pregunta aquí es, ¿por qué será que nadie en Hollywood se ha percatado de lo épico, heroico, político, social y muchas otras cosas más (folclórico, por ejemplo) que podría ser una película sobre Santafecito lindo?