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Un ‘Don Giovanni’ entre erótico y escandaloso: a la izquierda y derecha Don Giovanni y Donna Elvira (Günther Haumer y Giovanna Rodríguez)

música

Un Don Juan muy atrevido

La obra maestra de Mozart forma parte de las celebraciones de los 250 años de su nacimiento y abre la Temporada de Ópera en Bogotá.

Emilio Sanmiguel
15 de julio de 2006

De las grandes óperas de Mozart, Don Giovanni probablemente es la favorita de los directores de escena para formular toda suerte de audacias, versiones y, por supuesto, reinterpretaciones. Se entiende. Porque Mozart fue muy original y puso un grano de arena más que significativo para este 'antihéroe' que hoy está más allá de la anécdota y se ha convertido en mito.

El abate Lorenzo da Ponte hizo el libreto, basado en Bertati, quien a su vez lo tomó de Tirso de Molina. Fue un encargo de la Ópera de Praga y se estrenó el 29 de octubre de 1787. Mozart se tomó el asunto muy a pecho, puesto que desde Las Bodas de Fígaro (1786), su arte no era del todo muy bien recibido en Viena. En Praga, por el contrario, era tan admirado y apreciado, que las gentes silbaban los temas de Las bodas por las calles.

Desde luego, es una obra maestra. De hecho, una de las grandes creaciones de la historia del melodrama. La partitura posee tal variedad musical, y la escena tanto dramatismo y, de paso, sutiles inconsistencias, que los directores no resisten la tentación de intervenirlo. Hasta intentan llenar con sus iniciativas los interrogantes que surgen de los personajes: Don Giovanni: ¿un inmoral o simplemente un frívolo? Donna Anna: ¿ama en realidad apasionadamente al asesino de su padre que intentó violentarla? ¿Por qué las obsesiones de Donna Elvira? Leporello: ¿Sinceramente qué piensa de su amo? Massetto: ¿Un tonto o de pronto un resentido? Zerlina, su novia: ¿ligera o ingenua? Don Ottavio: ¿apenas un monigote de Donna Anna, su prometida? La pieza plantea en teoría la continuidad en el tiempo, pero a la hora de la verdad casi todo ocurre por la noche. Y así hasta el infinito.

La producción que sube este martes al escenario del Teatro Municipal de Bogotá, con presentaciones hasta el 29 de julio, es una iniciativa del grupo Ópera en el Gaitán, dirigido por Esteban Ojeda. Han tomado el riesgo de hacer su propia interpretación del drama mozartiano y no se paran en pelos: la acción ha sido trasladada al Nueva York de la década del 20 y la atmósfera recrea un mundo de mafia y liberación sexual.

Probablemente el aspecto que resulta más significativo es la participación decidida de talento nacional. Salvo la intervención del joven barítono alemán Günther Haumer -Don Giovanni-, todo el equipo musical y de producción es colombiano.

Lo encabeza Esteban Ojeda, que trabaja este proyecto desde 2004. Autor de la moderna escenografía y coautor del vestuario, dirige la escena y firma las audacias que seguramente causarán malestar en alguna fracción del público: trasladó la obra de Sevilla a Nueva York, propone escenas de desnudos y erotismo, ha hecho de Donna Elvira una mujer de costumbres disolutas y plantea un Don Ottavio capaz hasta del asesinato. En el foso de la orquesta, al frente de la dirección musical, está Felipe Aguirre, un colombiano cuya carrera se ha desarrollado básicamente en Europa, y de hecho un nombre nuevo en la lírica nacional.

La empresa tiene mucho de quijotada. Cuenta con los auspicios del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, del Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, del Círculo de la Moda de Bogotá, la Fundación Juan N. Corpas, Blockbuster y Colombia.com, que se encargará de uno de los aspectos más novedosos para la noche del estreno: la transmisión en directo, vía Internet.

Otro aspecto es la decisión de producir al alcance del bolsillo del ciudadano promedio. Tradicionalmente, el espectáculo operístico en Colombia ha sido duramente censurado, por los altos costos de su boletería. Sin embargo, apuestan por precios que van de los 20.000 a los 80.000 pesos, con descuentos para estudiantes y tercera edad.

En realidad quieren acercar su espectáculo al público joven; de ahí el interés por el manejo de nuevas tecnologías, un vestuario audaz, una puesta en escena definitivamente llamativa y una que otra libertad de conceptos. También buscan llegar a la mayor cantidad posible de público, vía Internet y por la generosa capacidad del Municipal. Pues, como bien afirmó uno de los organizadores: "Es mejor trabajar con el teatro de bote en bote".

El público de Praga, entre el cual se encontraba Giacomo Casanova, dio a la ópera una acogida triunfal. Para el estreno en Viena actuó su cuñada Aloysia Weber-Lange, de quien Mozart había estado profundamente enamorado. La recepción del público vienés fue menos entusiasta.