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Durante unas excavaciones en la iglesia del convento de Santa Úrsula descubrieron el altar donde pudo haber sido enterrada La Gioconda. | Foto: EFE

ARTE

Un paso más cerca de resolver el misterio de la Mona Lisa

Un equipo de arqueólogos italianos desenterró un esqueleto muy bien conservado en un convento abandonado de Florencia. Creen que podría tratarse de la mujer de la enigmática sonrisa que pintó Leonardo Da Vinci.

24 de julio de 2012

El cuadro de La Gioconda sigue despertando el interes de los conocedores de arte y obsesionando a otros tanto, que han creado toda clase de teorías conspiraciones alrededor de esta pintura exhibida en el Museo del Louvre en París. Hay quienes dicen que se trata de un autorretrato del propio Leonardo y otros sostienen que fue un modelo masculino quien posó para le pintor.

La mayoría coinciden en que la mujer que pintó Da Vinci fue Lisa Gherardini, también conocida como Lisa del Giocondo, una dama de sociedad casada con un comerciante de seda de Florencia, pero hasta el momento no se ha encontrado la prueba definitiva que desmienta por completo las otras hipótesis.

Por eso es de vital importancia el descubrimiento que hicieron unos arqueólogos italianos al pie de un altar del antiguo convento de Santa Ursula en Florencia, donde la mujer vivió hasta su muerte.

Durante unas excavaciones arqueológicas en la iglesia del convento de Santa Úrsula, donde la mujer inmortalizada por Leonardo Da Vinci vivió en sus últimos días descubrieron el altar donde su cuerpo pudo haber sido enterrado.

Para la arqueóloga Valeria D'Aquino, que forma parte del equipo que reveló el descubrimiento del altar, "seguramente este es el altar que estaba en funciones en los tiempos de Lisa Gherardini", que murió el 15 de julio de 1542 en esta ciudad toscana.

La Mona Lisa y la noble María del Riccio fueron las únicas mujeres ajenas al convento que fueron enterradas allí en esa época, por lo que hay altas probabilidades de que el hallazgo corresponda a su tumba.

Lo único que hace dudar a los investigadores es que es en tierra, como solían darle sepultura a las monjas franciscanas, y no en una bóveda exterior como ocurría con los nobles.

Por lo pronto se le van a practicar pruebas con carbono 14 al esqueleto para datarlo con exactitud.

De confirmarse la identidad del esqueleto, los investigadores intentarán reconstruir su rostro para determinar que tan realista fue Da Vinci. Claro está, si los descendientes de Lisa Gherardini lo permiten pues se han mostrados molestos con las exhumaciones de cadáveres en el convento y exigen que los científicos dejen en paz la memoria de su antecesora.