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UN PERIODISTA DE HOY, 24 HORAS DE UN TIMIDO

Tres premios "Simón Bolívar" ganados este año confirman a Mauricio Gómez como el No. 1 de los periodistas de la TV. ¿Cómo lo ha logrado?

30 de agosto de 1982

Cada mañana, en unas oficinas donde los formalismos, los esponjosos tapetes y los floreros están ausentes, un equipo de periodistas decide el trabajo del día. No hay nunca un día igual al anterior. El oficio así lo determina.
De pronto, Gloria Cecilia Gómez lanza una catarata de ideas; Amparo Peláez propone la estrategia para atacar un tema que le viene sonando desde hace días; Javier Darío Restrepo, aporta las mayores dosis de mesura, de análisis, de profesionalismo; el negro Aldana sopesa y contabiliza, al fin y al cabo su fuerte es la economía; Carlos Arturo Rueda encesta y mete gol. Entre todos ellos, con la batuta sutilmente camuflada, Mauricio Gómez dirige esa orquesta de profesionales que es el "Noticiero 24 Horas". Un noticiero que, en tres años, ha recibido 9 premios de periodismo: Antena de la Consagración, A.P., C.P.B. y 6 "Simón Bolívar".
Cada uno trabaja en los temas que más le interesan, o le gustan, simplemente, con la asesoría y el apoyo de los demás. Parece no haber celos ni rivalidades negativas. De ahí que la autocrítica sea un ingrediente diario de trabajo. Tampoco faltan el humor y las carcajadas francas por las "metidas de pata" que, a propósito, les hicieron ganar este año un premio nunca antes otorgado.
Brevedad y seriedad, traducida en objetividad, son los lemas del trabajo del Noticiero. "Hemos logrado con ello algo importante, afirma Mauricio Gómez, no dejarnos presionar de nadie. En general, no asistimos a ruedas de prensa, no registramos condecoraciones, ni hacemos entrevistas de cajón o noticias institucionales. El primer año se pasa muy mal, pero de ahí en adelante no se obtienen sino beneficios. Ya nadie llama a sobarnos". Una muestra: las pasadas elecciones. El "Noticiero 24 horas" fue el único en la TV que otorgó igual tiempo a cada uno de los candidatos. Tal vez a pesar de las presiones y los intereses relacionados con la cuota de poder de los conservadores que, tácitamente, significaba el espacio. Sin embargo, el criterio periodístico primó sobre el político y lo que se hizo fue una labor informativa. "No es mi estilo hacer comentarios editoriales como en los otros noticieros. El contrapeso nuestro era la imparcialidad".

LOS EJES DE LA "CARRETA"
Cada informe que sale al aire no sólo se trabaja investigándolo a fondo, acopiando información, buscando el pro y el contra, sino -verdad de Perogrullo en todas partes del mundo menos aquí, donde todavía se hace radio en TV-, desde el punto de vista de la imagen. Tan importante como el texto son los planos, los movimientos de cámara, los encuadres, el tiempo de duración de las tomas. Lo cual se logra si hay un diálogo previo con el camarógrafo, persona fundamental en un trabajo de TV y quien, por regla general, no obtiene mención alguna. El oficio detrás de la cámara, más exigente que el del periodista es paradójicamente, invisible. Como el del editor, quien a partir de las imágenes elabora las historias, las noticias, los informes. Si no tiene buenas imágenes, si las tomas no son adecuadas, no puede darle un ritmo a la "carreta" del periodista. En el "Noticiero 24 Horas" ese editor es Jorge Ortiz, un hombre flaco, discreto, a quien las gafas parecen quedarle grandes, pero que tiene un sentido tal de la construcción audiovisual que le permite a Mauricio Gómez liberarse, muchas veces, de la supervisión del material del noticiero y viajar con la seguridad de que todo sale bien. Es su mano derecha y quien más le conoce las "chocheras" y el perfeccionismo para la adecuada utilización de la imagen.
Como quedaron atrás las leyes y el derecho que nunca ejerció. Ahora es actor de otro espectáculo, multitudinario, el de la televisión.
A pesar de que su imagen es por las obvias razones de millones de televisores encendidos a las 7 de la noche, una imagen hasta cierto punto pública, jamas se sintió atraído por la vida pública, por la política. Y eso que por sus venas corre la más ortodoxa sangre azul conservadora: nieto de Laureano e hijo de Alvaro Gómez. Sus ojos delatan un fino sentido de observación. Serio pero no trascendental, recuerda aquellos años cuando, después de un viaje a Londres para especializarse en artes gráficas e impresión, goma que había adquirido en una empresa de la familia, Italgraf, trabajó como editor del diario que fundara su abuelo.

ESPECTACULO SIN FICCION
El nombramiento del entonces director del "Noticiero 24 horas", Ernesto Rodríguez, en una misión diplomática, fue la puerta para entrar en la TV. Si la radiofoto lo dejaba boquiabierto cuando llegaba al periódico, la película lo dejaba idiotizado. Fue en agosto de 1979. Todavía se trabajaba con película de 16 mm., el video-cassette no se utilizaba entonces. "Entre muerto de susto y como era el más joven, me sentía en una situación de inferioridad". Se hizo a pulso, a ojo, mejor dicho, viendo cómo se trabajaba. Esto, más rápidas visitas a noticieros americanos fue su principal escuela, aunque afirma que "el curso que he hecho es con los periodistas que aquí trabajan".
Aceptó el reto de la TV como una etapa más de la actuación, pero con una enorme diferencia. El espectáculo que es cada noche el noticiero no admite la ficción. Mauricio aguijonea permanentemente a los periodistas para que investiguen y rechaza cualquier tipo de noticia sensacionalista, cualquier intento de especulación. Ha logrado superar el estilo radial y recuperar para la TV lo que es su quintaesencia: la imagen. Lo ha logrado a base de sentido común y una práctica empírica que se enriquece cada día.
Un trabajo que empieza debajo de la ducha cuando, tarareando la "Sinfonía del Nuevo Mundo" de Dvorak, su compositor favorito, va organizando las ideas que cobrarán formas y colores en sus informes.
Ya no escribe los encendidos versos de amor adolescente. "Las alcachofas", una pieza teatral escrita por él y llevada a escena por Luis Fernando Orozco, es apenas un grato recuerdo. Ha tenido que dejar la lectura de novelas, pero el prurito de la información lo ha convertido en voraz lector de periódicos y revistas.
Un día está en Israel, otro en El Salvador, Nueva York o Londres; viaja permanentemente. Su día de 24 horas sólo tiene límite si hay buena compañía. Mauricio Gómez, sabe de un compromiso con la opinión pública, compromiso que adquirió cuando descubrió que el papel de periodista era el que mejor desempeñaba. Como lo demuestran los tres premios "Simón Bolívar" que recibió el noticiero la semana pasada en cabeza de Amparo Peláez, por un informe sobre el ocaso de las estrellas deportivas, el mismo Mauricio con una investigación sobre la contaminación del río Medellín y el noticiero en pleno por sus antológicas metidas de pata. Hasta en eso son buenos.

LA PECOSA
El estrellato deportivo, como muchos estrellatos, es fugaz. El relumbrón apenas si se alcanza a saborear. Pronto viene la oscuridad. Y la miseria. Es una historia que se repite siempre. Es la historia de Mochila Herrera, el boxeador; el beisbolista Petaca Rodriguez; de Charol González, el futbolista que en aquella fecha histórica para el deporte colombiano metió el gol de empate frente a Rusia en el Mundial del 62. Muy pocos se acordaban de ellos. Hasta que Amparo Peláez, esa periodista audaz y agresiva que se ha hecho popular en el Noticiero 24 Horas, resolvió rastrear sus vidas y realizó un reportaje que le mereció este año el premio "Simón Bolivar".
La pecosa, como cariñosamente la llaman sus colegas, empezó hace varios años. Escribía notas deportivas y hacía crónica roja en "El País" de Cali, donde aprendió algo del oficio al lado de Rodrigo Lloreda. Poco a poco le fueron soltando más cosas, hasta que tuvo a su cargo la página local. Alternaba la máquina con el micrófono. Hizo radio en Caracol, en Todelar y en Radio Sutatenza tuvo su propio programa, Enfoques, que, según ella misma, "erá malísimo, porque no tenía mucha experiencia". Pero la práctica la fue curtiendo y hoy día es ducha en el oficio. La TV es el medio que más le gusta, "es el más emocionante, en el que más corriente bota uno". Y viéndola, sabiendo de su audacia, conociendo la versatilidad que le admira el director del Noticiero, se presiente que, a pesar de que ha hecho sus incursiones en el periodismo investigativo, su verdadera pasión es la reportería: "uno necesita, como periodista, estar vibrando todo el día por la noticia. Me encanta la reportería, es muy bonita, llena de satisfacciones". Es ese, sin duda alguna, su caldo de cultivo. Ahí ha cosechado éxitos, ha derramado intensas lágrimas, ha soltado carcajadas estruendosas, ha intentado aprender que no se pregunta como regañando. Y lo ha hecho con obsesión, con tenacidad, combinando esa actividad de 24 horas con otra que requiere la misma intensidad: la maternidad.