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UN TALANTE CARO

EL ARTISTA QUE BRILLO POR SU AUSENCIA EN EL ULTIMO SALON NACIONAL.

8 de julio de 1996

Una de las ausencias verdaderamente lamentables en el último Salón Nacional fue la de Antonio Caro. Su obra hubiera complementado el aire de libertad que se respiraba en el certamen y hubiera clarificado las raíces conceptuales de su carácter posmoderno. Caro ha abierto camino con su producción a muchas actitudes que hoy son comunes en nuestra escena plástica. Baste recordar que es el artista colombiano que más consistentemente se ha internado en el área de las definiciones culturales, y también el que más auténtica preocupación ha demostrado por la herencia indígena en nuestra idiosincrasia (reparte su tiempo entre la ciudad y las comunidades aborígenes). Caro fue además el primer artista del país en despojar la obra de arte del carácter de objeto de consumo (muchas de sus realizaciones son simples papeles impresos), y el primero en realizar trabajos de arte efímero (en el Salón de 1970 presentó la cabeza del presidente Lleras en un acuario donde se derretía convirtiéndose en un líquido lechoso). Su producción no es especialmente variada pero es producto de profundas reflexiones y compendia argumentos que van de la historia a la política. Cada trabajo suyo, desde su obra más conocida (Colombia escrito con las letras del logotipo de Coca-Cola) hasta la más erudita (la complicada firma de Quintín Lame , el líder indígena de los años 30) han suscitado perplejidad y controversia. Es una lástima que en protesta por algunas decisiones del Consejo Nacional de Artes Plásticas, el artista se hubiera abstenido de participar en el certamen. No pudo el público apreciar su agudeza, precisamente en un Salón que demostraba que las concienzudas definiciones y el talante introspectivo e independiente de Caro han dado ricos frutos en el arte nacional.