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“Todos buscamos lo que hay en lo profundo de nuestra sangre... No existe nada nuevo”

LIBROS

Una novela al alimón

Una novela póstuma de Cesare Pavese, escrita a cuatro manos con la editora Bianca Garufi.

Luis Fernando Afanador
31 de julio de 2010

Cesare Pavese y Bianca Garufi
El camino de sangre
Mondadori, 2010
94 páginas


Cesare Pavese fue una leyenda para mi generación. Notable poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y, como si fuera poco, encarcelado por el fascismo italiano y suicida en plena madurez creativa.

Un brillante intelectual desgarrado por amores fracasados, por mujeres terribles: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”. En su diario –titulado El oficio de vivir– escribió estas tremendas palabras antes de ingerir una dosis mortal de somníferos en el hotel Roma de Turín, hace ya 60 años: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”. Una despedida a la manera de Rimbaud que entonces nos sobrecogía y nos llenaba de admiración. Porque, según lo iba a aclarar Natalia Ginzburg en Las pequeñas virtudes, la tristeza de Pavese tenía mucho de “la melancolía voluptuosa y despistada de un muchacho que todavía no tiene los pies sobre la tierra y se mueve en el mundo árido y solitario de los sueños”.

Lo admirábamos y lo seguimos admirando. Pero ¿cómo lo ha tratado el tiempo? Si hemos de creerle al joven escritor chileno Alejandro Zambra, no lo ha tratado tan mal y su literatura aún despierta entusiasmo: “Pero no es necesario querer suicidarse para disfrutar de libros perfectos como ‘La luna y las fogatas’, ‘Trabajar cansa’ o ‘Vendrá la muerte y tendrá tus ojos’. La mayor virtud de ‘El oficio de vivir’ es que da pistas sobre la obra de Pavese: si quitamos las referencias a su vida amorosa quedaría un libro delgado y excelente”. Digamos que un Pavese con beneficio de inventario: sin patetismos, sin su exacerbada misoginia, aunque capaz de captar en profundidad el universo femenino. Tal vez por eso la editorial Mondadori se ha animado a reeditar su obra en una hermosa colección y con nuevas traducciones, en la que aparece El camino de sangre, una pequeña joya que permanecía oculta.

Años después de la muerte de Pavese, Italo Calvino, también editor de la prestigiosa editorial Einaudi, encontró una carpeta amarilla con una etiqueta en la que el propio Pavese había escrito a lápiz: Viaggio Nel Sangre. Una novela a cuatros manos con Bianca Garufi, amiga, amante ocasional y colega en la editorial: “Tras la sorpresa vino el escándalo mediático: en 1959 la novela vio la luz y la crítica gastó litros de tinta para reseñarla, pero el espacio dedicado a la relación entre los dos autores eclipsó las cualidades del texto”. La novela fue publicada con el nombre de Fuoco grande, sin embargo, los editores en español decidieron restaurar el título original de Pavese. Un dato para los bibliómanos: existe una edición en español con el título de Calvino (Fuego grande), publicada en Buenos Aires en 1964 por la editorial Stilcograf.

Camino de sangre es una sinuosa historia de amor en la que aparecen condensados todos los elementos de su narrativa y su poesía: la soledad, la búsqueda de las raíces, la alienación del mundo urbano y la mitificación del país de la infancia. Un vibrante drama –o melodrama, si se quiere– que abunda en frases y diálogos sentenciosos: “Todos buscamos lo que hay en lo profundo de nuestra sangre… No existe nada nuevo”.
Giovanni es el típico héroe pavesiano, enamorado de una mujer que lo rechaza: “Todos los rasgos de Silvia habían nacido, se habían formado y crecido para que los viera, oyera y besara otro hombre, un hombre completamente distinto a mí, que se diferenciara de mí más que un animal de un tronco, ¿Qué se le iba a hacer?”. Hasta ahí, nada diferente a las demás obras. Pero no olvidemos que se trata de una novela a cuatro manos: el relato también incluye el punto de vista de Silvia, que no puede ser otro que el de la coautora, Bianca Garufo. La narración avanza con un contrapunteo de las dos versiones. Una es en apariencia idealizada, coherente, ansiosa de interpretaciones y de símbolos; la otra, en apariencia realista, dura, confusa, culpable. Silvia rechaza el amor incondicional de Giovanni pero lo requiere con urgencia para que la acompañe a un viaje donde deberá enfrentar su escabroso pasado. ¿Él es el negador y ella la realista? No es cierto; la destrucción de ese tópico justifica esta novela.