Home

Cultura

Artículo

Una novela con Eco

El mundo de la literatura está pendiente del lanzamiento de la nueva novela del autor de "El nombre de la rosa".

17 de octubre de 1988

Primero fue un rumor, impreciso y elusivo: Umberto Eco estaba escribiendo una nueva novela que giraba alrededor de un péndulo. Después, la editorial Bompiani concedió una pequeña pista: sí, Eco estaba escribiendo su nueva novela, pero entre el escritor y sus editores se había establecido un pacto que impedía adelantar nada.
El rumor fue creciendo y envolvió a algunos de sus mejores amigos a quienes Eco había entregado algunos borradores del texto sólo para medir, a través de sus reacciones, la calidad y el alcance de esta nueva historia.
Uno de los amigos, al parecer con la expresa complicidad del autor, cometió una infidencia a través de un periódico pequeño, II corriere del Ticino, revelando con un deleite inocultable, casi morboso, buena parte del contenido de esas 550 páginas.
Enseguida uno de los mejores amigos de Eco, el escritor Oreste del Buono, en su columna habitual del Corriere della Sera, publicó un artículo más concreto, más extenso más explícito también en torno a lo que a pesar de tantas pistas, ha seguido siendo uno de los mayores misterios literarios de los últimos años.
La novela se llama "El péndulo de Foucault", aparecerá durante la Feria del Libro en Frankfurt, en los primeros días de octubre y será lanzada en varios idiomas. La editorial Bompiani, con una auténtica mina de oro entre sus manos, también lanzará una nueva novela de otro escritor inmortal, "Viaje a Roma" de Alberto Moravia.
"El péndulo de Foucault" nada tiene que ver con el filósofo francés Michel Foucault, fallecido varios meses atrás, sino con el físico Jean Bernard León Foucault quien, en 1851, quiso dar al mundo la demostración práctica de una verdad ya adelantada por Copérnico: que la Tierra gira en torno a su propio eje. En el Panteón de París, ante una multitud burlona, Foucault suspendió un péndulo con una cuerda de 67 metros de largo y una esfera de 28 kilos de peso, consiguiendo probar su teoría.
Pero, no será Foucault el protagonista de la novela, ni será uno solo sino tres amigos y compañeros de investigaciones literarias e históricas: Casaubon, Belbo y Diotallevi. Causabon es quien cuenta la historia, en primera persona, lo mismo que el novicio en el libro anterior de Eco, "El nombre de la rosa", considerada la obra más vendida de este siglo.
Los tres amigos trabajan con una casa editorial de Milán, la Garamond, una sigla compuesta con los nombres de dos de las empresas más importantes en el mercado de las publicaciones en Italia, Garzanti y Mohdadori.
Los tres están encargados de leer los manuscritos, presentados por distintos autores a la editorial para su publicación, y están hartos de tanta basura, tantas especulaciones que recibén. Piensan que la imaginación de los escritores está agotada, que es necesario darles una lección. Entonces,los tres deciden inventarse una trama inventarse un misterio histórico, un descubrimiento que conmueva a todos.
Ya Casaubon había trajinado durante varios años, mientras preparaba su tesis doctoral, con el tema nada fácil de la Orden de los Templarios. Y a esta Orden, la novela --con ese método exhaustivo, minucioso y en ocasiones exasperante de Eco-- dedica muchas páginas, desenredando numerosos misterios que hasta ahora habían persistido sobre los Templarios.
Y a través de los Templarios, según cuenta el narrador, llegan al péndulo de Foucault pero antes, Belbo morirá ahorcado precisamente con la cuerda de ese péndulo y el otro compañero, Diotavelli, perecerá por un cáncer irreversible.
Los crímenes, las conspiraciones, el empleo de venenos y armas peligrosas, una atmósfera de misterio y suspenso, envolverán en todo momento al narrador para quien las figuras de los Templarios se convierten en fantasmas reales. En medio del peligro tiene que seguir investigando, casi que infinitamente, sobre esa orden que fue fundada en 1119 y disuelta dos siglos más tarde y buena parte de sus miembros condenada a morir en la hoguera. Al principio, los Templarios sólo eran nueve caballeros y, en 1128, recibieron la autorización de proteger a los peregrinos que iban a Tierra Santa. Poco más tarde se transformó en una milicia fija del gobierno latino de Jerusalén conquistada por los cristianos con la ayuda de los Cruzados, 30 años antes. Para ser Templario había que tener espíritu de aventurero y cristiano y, aunque no se dedicaban a la vida religiosa, mantenían votos de pobreza, castidad y obediencia. Poco a poco, los Templarios se hicieron famosos en el mundo por el poder militar que irradiaban y la salvaje disciplina que ostentaban mientras acumulaban grandes riquezas, respaldados por el Papa Inocencio II, en 1139. Pero pronto se ganaron la enemistad de varios soberanos, inquietos por su influencia y uno de ellos, Felipe el Hermoso de Francia, ordenó en 1307 el arresto de todos los Templarios franceses, mediante procesos de pocos minutos, y en 1310 más de 55 caballeros fueron ejecutados en la hoguera mientras otros morían mediante bárbaras torturas. El Papa Clemente V acabó con la orden mediante una Bula de 1312 y pasó todos sus bienes a la Orden Hospitalaria de Malta, que se encargaba en ese entonces de ayudar a los peregrinos que regresaban de Tierra Santa.
Serán esos personajes, esas historias, esos fantasmas de los Templarios los que acaben con la poca cordura que le queda al narrador de este libro voluminoso.
Según el Corriere della Sera, la novela es como un río tumultuoso que no respeta las orillas tradicionales, y la utilización de los Templarios, es sólo un pretexto para que Eco hable sobre los temas imaginables, problemas antiguos y actuales, con tópicos que van desde el integralismo católico o la moda de los ritos y religiones en el Africa.
Aunque el mismo Umberto Eco no ha querido decir nada sobre el libro, quienes conocen el manuscrito --que ya no es manuscrito--, afirman que ésta es "una gran investigación que se vuelve hacia los investigadores, quienes así se convierten en investigados". Otro crítico sostiene que gracias a Eco, la historia y sus personajes dejan de estar aburridamente muertos.
Lo mismo que con "El nombre de la rosa", Eco ha colocado una trampa a los lectores inconstantes y perezosos en las primeras cien páginas: si logran atravesar esa selva de citas en latín, griego y hebreo entonces están preparados para continuar con esta crónica de tres amigos que se atreven a descifrar los misterios de los Templarios, sin saber lo que les espera. Y al lector también.--