Home

Cultura

Artículo

UNA VIDA EN ESCENA

Las memorias de Ingmar Bergman, reflexiones sobre la trayectoria de un artista

23 de mayo de 1988

"Es difícil saber si los grandes mitos son eternamente mágicos por ser mitos o si la magia es una ilusión creada por nosotros los consumidores". Esta frase, escrita por Ingmar Bergman al conocer a Greta Garbo, podría hacer referencia a él mismo. Una inquietud parecida a la que se expresa en ella, es la que queda después de la lectura de su bello libro de memorias, publicado por Tusquets Editores bajo el título de "Linterna Mágica". Este fue escrito en 1986 en la isla de Faro, Suecia.
Más que la reflexión de un hombre de 70 años sobre su vida, es el testimonio de un artista que vivió por y para el cine y el teatro, como bien lo demuestra el gran repertorio de obras entre las cuales figuran "Gritos y susurros", "Secretos de un matrimonio" y "Fanny y Alexander". Resulta curioso leer los escritos de alguien que ya ha plasmado su vida en otros lenguajes. La primera agradable sorpresa de esta autobiografía consiste en que no se trata de confesiones sensacionalistas sobre su vida privada, o sobre la de la gente con la que trabajó, sino de un vistazo emotivo a toda una vida de trabajo. Para Bergman hacer cine era su manera de vivir. De ahí que sus memorias sean una mirada retrospectiva a su obra. El eje no es la vida privada sino su oficio de director. Todo lo narrado está dirigido a mostrar cómo se gestó en él la vocación de artista, cómo se desarrolló su carrera, qué significó para él su trabajo y qué valor tuvo para él ese mundo en el que siempre vivió y del que ahora se ha retirado.
Saltando de la infancia a la vejez y plasmando las emociones que marcaron las diferentes épocas de su carreras Bergman forma el mapa de una vida cuyo hilo conductor es el arte alimentado por inquietudes como el miedo, que estimularon siempre su creatividad. El cineasta cuenta que el miedo se instaló en él desde que era un niño. Siendo el segundo hijo de la rígida familia de un pastor luterano sueco, Ingmar recibió una educación estricta, digna de la casa parroquial que debería servir de ejemplo para todo un pueblo. El mundo era oscuro y caótico, lleno de castigos narrados irónicamente y de anécdotas recordadas con placer.
El cine fue el instrumento para combatir ese miedo que lo acosó desde niño cuando, encerrado en un armario oscuro, esperaba el duende que habría de comérsele los dedos de los pies al niño malo. Pero, lo que entró luego al armario fue el cinematógrafo. El duende no apareció nunca más. El armario se convirtió, alumbrado por la Linterna Mágica, en un mundo de fantasías en el que las escenas se repetían, según la voluntad del niño.
Allí, todo estaba en calma y orden y seguiría así en los ensayos de dirección de sus obras, donde el mundo era amable. El cine se quedó en su vida, luchando contra los temores. Es ahora, cuando Bergman siente que llega el ocaso, que piensa: "Yo viví con la ilusión de que Bergman seguiría intacto eternamente. Pero no. 'No hay reglas especiales para actores', dice la Muerte aplicando la sierra al tronco en el Séptimo Sello".
Narrando entonces más emociones que hechos, las memorias presentan la mente que ha estado detrás del arte. Pero es en este último, en el que se resuelve la vida. De ahí que el libro sea reacio a contar lo privado. No cuenta los amores y dolores de un hombre sino que reflexiona sobre aquello en lo que se resolvieron esos amores y dolores. "No, no voy a escribir sobre mis amigos es imposible. Tampoco voy a escribir sobre Ingrid, mi esposa". Eso lo hizo ya en una escena de "Extractos de la vida de las marionetas", en la que un dios benevolente convierte en árbol protector a los amantes; en las memorias sólo agrega que no habrá un dios benevolente para con ellos.
Así pues, el porqué de las memorias es confuso; no se trata de contar el impacto de una vida sobre el arte, sino de mostrar la fusión en la que el arte se presenta como forma de vida jugando a velarse y desvelarse el uno al otro. El lector es el testigo de ese juego en el que la magia cabe. Es él quien dirá dónde radica al fin, la magia de los mitos.