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Variedad brasileña

¿Cómo entender mejor la música del Brasil en todas sus vertientes? Dos nuevos discos pueden ayudar a aguzar el oído hacia el vecino país.

Por JuanCarlos Garay
20 de diciembre de 1999

n un acertado epígrafe a las notas del disco Los años maravillosos del Brasil, el novelista brasileño Jorge Amado aventura una descripción de su pueblo: “El Brasil es un país mestizo. No somos negros ni blancos, somos mulatos de diferentes tonalidades buscando su color definitivo”.

La frase logra describir lo indescriptible, porque si en este continente hay una nación de contrastes es el Brasil. Los índices de pobreza parecieran oponerse a su grandeza como territorio y, a pesar de una crisis financiera que lo agobió hace relativamente poco, mantiene orgulloso un sexto lugar en el mercado discográfico mundial.

Esos contrastes tienen su base, precisamente, en lo heterogéneo de su cultura. Las “diferentes tonalidades” a que hace referencia Amado pueden rastrearse también en la música: samba, bossa nova, tropicalismo y posteriores mezclas con el reggae o el rap hacen de la música popular brasileña un terreno tan variado como arduo de explorar. Por eso para acercarse mejor, para ir conociendo esta música a medida que se va explorando, dos ediciones que circulan actualmente pueden ser las mejores guías.

La primera es Los años maravillosos del Brasil. Se trata, en términos generales, de un desfile de aquellos artistas que hicieron mundialmente famosa a la música popular brasileña, sobre todo a partir de la década del 60. Se han rescatado aquí grabaciones de archivo que hoy poseen valor histórico sin debate; y es así como el oyente puede acercarse a la riqueza sonora de hace unas décadas, cuando compartían estrado la bossa nova (representada aquí por Tom Jobim), el jazz (Stan Getz) y lo que podríamos llamar una canción de contenido social sin perder las raíces afrobrasileñas (Chico Buarque).

Sin embargo, el problema de Los años maravillosos del Brasil es que se queda en el pasado. Las pocas grabaciones más o menos recientes son en realidad cuotas comerciales y no el verdadero reconocimiento de artistas contemporáneos que estén haciendo música notable. Por eso, para complementar el panorama, bien vale la pena hacerse a un disco llamado Brasileiro.

Este álbum sí presenta una visión actual de la música del vecino país, y además da buena cuenta de una riqueza de voces y estilos que siguen haciendo difícil (tal vez ahora más que nunca) cualquier descripción. Basta con escuchar al guitarrista Celso Machado o a la cantante Silvia Torres para darse cuenta de la llegada de nuevos sonidos, la recepción de influencias de otras partes del mundo y, en fin, una evolución que es benéfica sobre todo para el oyente.

Luego de escuchar ambos documentos queda una idea más bien clara de lo que ha sido la música brasileña en los últimos años. Pero sobre todo queda la sensación de una riqueza estilística que permite hablar no de uno sino de muchos sonidos, de diferentes tonalidades. n



David Bowie

Hours...

Virgin

El camaleón del rock está de regreso y no lo hace con un disco cualquiera. ¿Hasta cuándo le alcanzará la cuerda a David Bowie para mantenerse en un nivel tan alto? Lo de Bowie no es una cuestión de nostalgia. Por el contrario, cada vez que abre la boca dicta cátedra. Desde que consolidó su carrera, a comienzos de los 70, se convirtió en superestrella con sus ya legendarios álbumes (y personajes) Ziggy Stardust, Aladdin Sane y Diamond Dogs, este músico inglés no ha cesado de evolucionar. A finales de los 70 se alió con Brian Eno y dio un paso adelante con su experimentación electrónica. En los 80 sorprendió con una seguidilla de hits muy discotequeros y en los 90 decidió regresar a las raíces, como un detective y arqueólogo que reinterpreta su propio pasado con elementos sonoros que le aportan la evolución de los instrumentos musicales y los estudios de grabación.

Salvo un par de álbumes más bien mediocres y un no muy exitoso intento de armar una banda (Tin Machine), toda su discografía se puede considerar como clásica. Un Bowie, además, multifacético, con opciones diversas para gustos muy diferentes. Desde rock machacoso hasta suites electrónicas, pasando, claro está, por toda una serie de canciones comerciales, que por lo general lo ponen en los primeros lugares de las listas de éxitos.

David Bowie es uno de esos pocos músicos que ha logrado permanecer actual e imprimirle su sello a diversas etapas de la historia del pop. En Hours..., el ‘viejo’ Bowie de Hunky dury hace gala de sus conocimientos de música electrónica, sin que por ello pierda el control. La crítica internacional ha recibido este álbum con gran beneplácito y ya comienza a sonar en la radio el tema The pretty things are going to hell.



Varios artistas

Gotica

Positiva

Este es un disco para machacar en fiestas donde el trance, el dance, el rave, el goa y demás subgéneros de la música electrónica son bienvenidos. El sello particular se lo pone D.J. Alexis, el pinchadiscos del club bogotano Gótica, quien le dio un tratamiento particular a éxitos internacionales como Better off alone, Madagascar, Seven days & one week, Toca me y Cream. Son en total 16 remezclas ideales para saltar toda la noche. E.A.