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VENECIA CON ANGEL

Superados varios inconvenientes, Angel Looshkartt representa a Colombia en la bienal más importante del mundo.

3 de octubre de 1988

La Bienal de Arte de Venecia es para pintores y escultores lo que el Festival de Cine de Cannes para directores y productores: una gran vitrina en donde sus obras son aprobadas o reprobadas por expertos en cada uno de estos campos.
En el mundo artístico, la de Venecia es la bienal por excelencia y entre el 22 de junio y el 31 de octubre, los pintores del mundo entero son vistos por los criticos más importantes, así como por los merchanst del arte, quienes bendicen nuevas tendencias o entierran otras.

Este año se inauguró la edición número 48 de la bienal, que ha consagrado en ocasiones anteriores el pop'art, el arte óptico y todas las expresiones pictóricas surgidas desde mayo del 68. Colombia ha estado presente en diversas oportunidades y artistas como Edgar Negret, premiado hace unos años, le deben a este evento su consagración internacional.

Sin embargo, la participación de Colombia este año estaba enredada ya que el país adeudaba a los organizadores una suma por derechos de pabellón de años anteriores. El veto se extendía a México y Argentina. Pero este pequeño detalle fue olvidado por el Consejo Nacional de Artes Plásticas, que escogió a los dos ganadores del Salón Nacional de Artistas del año pasado como sus representantes: Doris Salcedo y Alberto Rodriguez.
Los artistas se quedaron con las malditas listas porque la falta de presupuesto de Colcultura no daba ni siquiera para pagar la deuda anterior y mucho menos para patrocinar a los artistas.

El Instituto Iraliano de Cultura, encargado de la organización de la bienal, optó por levantar el veto a Colombia y, aprovechando la estadia en Roma del pintor barranquillero Angel Loochkartt, le extendió una invitación. Como era imposible trasladar la obra del pintor a Venecia, éste trabajó durante 17 días en una temática que ha abordado desde hace cuatro años, la de los ángeles, y que venia desarrollando desde hacia 8 meses en su estudio de Roma, auspiciado por el mismo Instituto.

El pabellón que ocupa Colombia en la bienal se improvisó en el de los anfitriones y lo comparte con Uruguay, Brasil y Venezuela. La obra del colombiano es descomunal, tiene 9.60 x 2 metros y fue colgada del techo, dándole connotaciones espaciales y obligando a los miles de visitantes a mirar hacia arriba para encontrarse con ese Angelus Militans.
"Es una figura extraña, que pretende mostrar la sublimación y perversión del hombre mismo. Es el ángel que nunca duerme, que no tiene memoria, que es testigo impasible, con unas alas que siempre están convulsas y cuyos ojos presentan una visión cósmica y desorbitada", dice el pintor de su obra.

El cuadro está elaborado en un papel de color marfil viejo y los colores utilizados son el blanco titánico, el negro romano, el azul cobalto y el verde tierra, todo en técnica mixta.
En ese tratamiento del color está la virtud de la obra. "La piromanía del color está muy bien manejada", dijo a SEMANA la crítica Ana María Escallón, quien sin embargo, opina que la obra de "Looshkartt está marcada por la figuración estridente, por el caos y por ser muy retórica y con mucho sentido efectista, lo que se revela en este cuadro".

En su época, Martha Traba se había referido al barranquillero como un artista que va de la figuración expresionista a la franca abstracción, sin atreverse a seguir una linea determinada. Pero de esa época, 1959, a hoy ha corrido mucha pintura sobre el papel y Loochkartt se ubica actualmente como un pintor neoexpresionista, dedicado a pintar ángeles, ángeles y más ángeles.

Para críticos como Miguel González y Eduardo Serrano, la pintura de Loochkartt es de gran valor dentro de su escuela, porque se preocupa constantemente por variar y renovar. De todos modos, el Angelus Militans de Loochkartt en la Bienal de Venecia ha recibido aplausos de la critica. Para Octavio Paz, cuyo discurso en la inauguración fue traducido a cinco idiomas, la obra del barranquillero merece los elogios recibidos y la mencionó por el contraste entre la fragilidad del papel frente a la fuerza expresiva de su angel, que parece estar todo el tiempo vigilante y que, por el montaje especial, da una sensación de liviandad y fugacidad propia de la temática que el pintor aborda.

A un mes de terminarse la Bienal de Venecia la obra de Loochkartt representa dignamente al arte colombiano, que con nombres como los de Botero Caballero o Dario Morales es respetado en Europa. Para el artista, particularmente, esta oportunidad representa un gran feto en su carrera porque su Angelus Militans será, de ahora en adelante, su carta de presentación en el exterior y la llave que le abrirá o cerrará la puerta para posteriores exposiciones. --