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Un enmascarado llamado V (Hugo Weaving) trata de despertar a los sometidos habitantes del Londres de 2020.

cine

V de venganza

Los hermanos Wachowski presentan la relevante adaptación cinematográfica de un célebre cómic publicado en los años 80.

Ricardo Silva Romero
8 de abril de 2006

Título original: V for vendetta.
Año de producción: 2006.
Dirección: James McTeigue.
Actores: Natalie Portman, Hugo Weaving, Stephen Rea, Stephen Fry, John Hurt, Tim Pigott-Smith.

Quien piensa en V de venganza, piensa, primero, en su altísima calidad cinematográfica: el director, James McTeigue, mano derecha de los hermanos Wachowski en la pomposa pero fascinante trilogía de The Matrix, consigue hacernos ver, siempre desde el ángulo correcto, el agobiante Londres del año 2020 (una sociedad temerosa, anestesiada, acorralada por un gobierno totalitario); logra involucrarnos en una trama fantástica, a medio camino entre el cómic y el relato histórico, como si el Apocalipsis fuera a sucedernos en cualquier momento; y le da a la actriz Natalie Portman, la niña perdida en el infierno de El perfecto asesino, la reina trágica de La guerra de las galaxias, la mujer sin nombre de Closer, el espacio suficiente para inventar uno de los mejores personajes que ha inventado hasta el momento: el dolor en los ojos de su Evey Hammond, una periodista en la sombra que poco a poco se vuelve una heroína en contra del régimen, salva la película de ser un simple ejercicio de estilo.

Viene después, cuando se hace un inventario de las virtudes de V de venganza, la inteligente adaptación del cómic británico creado en 1982 por el escritor Alan Moore y el artista David Lloyd: tiene que ser toda una proeza transformar una serie de episodios dibujados (una de las más brillantes historietas de los años 80) en el drama de un hombre convertido en monstruo por un estado fundado sobre el miedo de sus ciudadanos. La grandilocuencia, que funciona tan bien en las novelas gráficas pero tan mal en el cine dramático (no es lo mismo ver el misterioso retrato de un hombre que ver su confesión en un aburrido video familiar), hace risibles ciertas escenas fundamentales, pero uno lo deja pasar, llega, incluso, a disfrutar las secuencias que dan pasos en falso o las vergonzosas frases célebres que pronuncian los personajes (los hermanos Wachowski son los autores del guión), como un niño al que conocer un mundo nuevo le es más que suficiente.

Queda, al final, su relevancia: las ideas del héroe del relato, V, un vengador que logra trascender su venganza, un revolucionario enmascarado que contiene el espíritu de Edmond Dantés, Batman, Robin Hood, el Zorro y Guy Pawkes, ponen en evidencia que aquel represivo Londres de 2020 es el mundo incierto en el que estamos viviendo. Acá, como en la ciudad fúnebre de V de venganza, parecemos condenados a ser gobernados por aquellos que logren convencernos de que debemos sentir miedo. La dibujante iraní Marjane Satrapi, autora de Persépolis, otra estupenda historieta sobre la pérdida de la libertad, lo explica de esta manera: "Cuando se tiene miedo -motor de represión de todas las dictaduras-, se pierde la capacidad de análisis y reflexión". V pretende, pues, devolverles el juicio a sus conciudadanos, liberarlos del pánico que los paraliza. Y esta película resulta ser, entonces, un homenaje a su lucha.