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¡VIVA LA RUMBA!

Editorial La Rosa debuta con un libro "sobrado" sobre el Carnaval de Barranquilla.

14 de enero de 1985

"Yo te amé con gran delirio, con pasión desenfrenada, te reías del martirio, te reías del martirio, de mi pobre corazón...". Esto forma parte de la letra de una canción, "Te olvidé", que alguna vez todos los colombianos han cantado, bailado o simplemente tarareado. Pero no es una canción cualquiera. Es el himno del Carnaval de Barranquilla.
Decir Carnaval de Barranquilla es decir rumba, ríos de ron, batallas de flores, lluvia de harina, carrozas, comparsas, máscaras, disfraces y música... mucha música. De todos los colores, procedencias, ritmos y pelambres.
Todos los años, desde que en 1876 se hiciera oficial su celebración en La Arenosa, durante cuatro días, desde el sábado hasta la víspera del miércoles de ceniza, la ciudad experimenta la invasión de muchedumbres ruidosas que resuelven hacer un paréntesis en su rutina para dar rienda suelta al goce (¿al goce pagano?) y botar corriente. Desde el barrio Rebolo, cuna de expresiones folclóricas, hasta los más selectos sectores residenciales, sin aparentes distingos de clase, Barranquilla se viste de fiesta y se convierte en el escenario de un espectáculo detrás del cual hay mucho más que pura rumba.
"Mirar el carnaval de Barranquilla, sumergirse con los huesos y la carne en su música, en la lluvia de harina y en el color estrepitoso de sus trajes, o penetrarlo con el espíritu de una indagación descarnada, es un acto que provoca distintas emociones", dice la antropóloga Nina S. de Friedemann en un libro que acaba de "salir del horno": "Carnaval en Barranquilla". Precisamente para quienes quieren ver la otra cara de uno de los eventos de mayor arraigo popular, nada mejor que hurgar en las 120 páginas de ese maravilloso libro con el cual hace su debut una nueva editorial: Editorial La Rosa.
La obra, cuidadosamente editada, le sigue los pasos a ese Carnaval en América y el Caribe colombiano y devela las raíces más hondas de una fiesta que, hoy por hoy, no sólo mezcla ritos y rituales indígenas y negros, lo mismo que elementos sagrados y profanos de las tradiciones europeas que los españoles trajeron en sus equipajes durante la Colonia, sino que ha incorporado parte de la parafernalia del mundo hollywoodense del consumo. Respaldado por la seriedad del trabajo ya reconocido de la antropóloga Nina de Friedemann, "Carnaval en Barranquilla" constituye un valioso documento sobre esa fiesta que, en torno al culto del personaje simbólico de Joselito Carnaval, forma parte del patrimonio cultural de los colombianos.
Pero el libro no sólo es valioso por su contenido ciéntífico. Ha sido cuidadosamente ilustrado con fotografías en blanco y negro y en color, debajo de cada una de las cuales hay un comentario que, en forma resumida, no sólo le sigue la trayectoria a las festividades, sino que sintetiza algunos de sus elementos esenciales. Diagramado en forma impecable, "Carnaval en Barranquilla" refleja una intencional concepción estética del espacio de cada página y del valor de cada uno de los documentos gráficos. Editorial La Rosa, sin duda alguna, hace su entrada en el mundo editorial por la puerta grande, por la puerta del Carnaval de Curramba La Bella, "el escenario más rumboso que Colombia tiene para el goce de la alegría".