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VOLVER A LOS CINCUENTA

"Terciopelo azul", una película extraña que comienza con el hallazgo de una oreja

19 de octubre de 1987

Hace calor. Las chicharras se revientan mientras un muchacho camina despreocupadamente por el descampado. Tira piedras contra latas vacías, contra los restos de una casa, contra los árboles.
Cuando busca otra piedra se topa con una oreja humana. Ahí comienza una de las historias más perversas, retorcidas, amargas, eróticas y descompuestas de los últimos años de cine. Una historia titulada "Terciopelo azul" en homenaje a la hermosa canción de los años cincuentas, época durante la cual se supone ocurre esta película, dirigida por un inglés extraño llamado David Lynch, el mismo de "El hombre elefante", "Duna" y Eraserhead.
"Terciopelo azul" es sorprendente por todas las trampas emocionales que tiende al espectador. Algunos la tomarán como una burla contra los dramas policíacos y de suspenso.
Otros como una romántica parodia de las películas de amor. En el fondo es un homenaje profundo al cine y todos sus símbolos. Ha sido realizada a la manera del cine de los años cincuentas, con códigos específicos, con tomas abiertas sobre objetos que después se convertirán en pistas para comprender lo que está ocurriendo.
La historia tiene una serie de personajes destrozados por el dolor, las drogas. el alcohol, el amor y la soledad. El chico que se encuentra la oreja se enamora de una cantante (Isabella Rossellini), y por ella será capaz de humillarse y someterse a toda clase de vejaciones cuando el cabecilla de una banda de maleantes (Denis Hopper), lo sorprende y lo manipula. La cantante es una ninfomaníaca con tendencias sadomasoquistas. Le han secuestrado al marido y al hijo, pero en el fondo siente que esa situación violenta le sirve para que el maleante la viole y la someta a toda clase de humillaciones sexuales. El muchacho presuntamente inocente descubrirá que en el fondo él es tan perverso como ella y por eso se deja arrastrar mientras el espectador se remueve inquieto en su silla y se pregunta si acaso las extravagancias síquicas de directores como Fassbinder y Bergman son juegos de niño al lado de esta película de Lynch.
Todo comienza con la oreja descubierta en medio de hormigas. La cámara entrará a una oreja y después saldrá de otra, como entrando y saliendo de un túnel asqueroso y lleno de peligros. Las hormigas, los cadáveres llenos de sangre y excrementos, la copulación de la cantante con el muchacho, los golpes del sádico, la canción interpretada una y otra vez como símbolo de toda esa decadencia moral y física. De la oreja en adelante asistimos a un espectáculo pocas veces presenciado en el cine contemporáneo; un grupo de personajes destrozándose mutuamente mientras la cámara muestra pajaritos, flores, cielos muy azules y una muchachita rubia que tiene un policía como papá.