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David Stevenson es profesor de Historia Internacional en la London School of Economics.

LIBROS

Y el mundo cambió

Una de las historias más completas y accesibles que se han escrito sobre la Primera Guerra Mundial.

Luis Fernando Afanador
5 de julio de 2014

David Stevenson

1914-1918 Historia de la Primera Guerra Mundial

Debate, 2014

895 páginas



La Primera Gue- rra Mundial parece un tema inagotable. ¿Qué la hace tan fascinante? Que no se sabe a ciencia cierta por qué empezó y por qué duró tanto tiempo. En 2014 se cumplen 100 años de su inicio y las preguntas sin resolver todavía estimulan la curiosidad de los historiadores. David Stevenson, el autor de este libro, ve como una gran enseñanza de esa guerra seguir recordándonos que “el mundo es un lugar peligroso”. Y cree que si seguimos sus huellas, podremos entender muchos de los conflictos de la historia reciente: “Los Balcanes; Ruanda, creada a partir de territorio alemán cedido a Bélgica; Líbano, ampliado por los franceses en 1920; Irlanda del Norte, establecida en 1921; Irak, creado por los británicos a partir de tres provincias otomanas; o la Declaración de Balfour sobre Palestina, en 1917”. Como si fuera poco, la Primera Guerra Mundial –o Gran Guerra, como la llamaban los ingleses- está en el origen del ascenso de ideologías como el nazismo, el fascismo y el comunismo. Y, además, tuvo un papel preponderante en la España de la Guerra Civil, que ahondó la división entre izquierda y derecha y polarizó la opinión pública.

En el origen de la Gran Guerra, el azar y la necesidad se combinaron de una forma extraña. ¿Qué hacía Francisco Fernando, heredero del trono austríaco, en Sarajevo, donde no era querido? Congraciar a su esposa, la duquesa de Hohemberg, una checa de poco linaje aristocrático para el emperador Francisco José y la exigente casa Habsburgo. En Sarajevo, la despreciada duquesa podía tener los honores que nunca iba a recibir en Viena. Una oportunidad de oro para los terroristas bosnios. En realidad, una doble oportunidad: después de haberse salvado de un atentado en la mañana, Francisco Fernando, en vez de huir, decide ir a visitar a uno de los heridos, tentando aún más al destino: pasa enfrente del café en el que se encontraba Gavrilo Princip, otro miembro del grupo terrorista que no desperdiciará la oportunidad.

¿Cómo un episodio local y casi novelesco, termina involucrando a las grandes potencias en una conflagración mundial? David Stevenson cree que el conflicto estaba latente. No obstante un largo periodo de paz europea desde las guerras napoleónicas

–interrumpidas por algunas peleas entre vecinos–, Alemania, Francia, Inglaterra y Rusia, fraguaban en silencio una carrera armamentística. La escaramuza balcánica –no existía entonces un derecho internacional disuasivo– fue el detonante y la excusa perfecta para mostrar el poderío de cada uno de esos países. Se pensaba en una guerra corta y contundente, que de una manera inexplicable se fue alargando y creciendo a unos niveles de horror y de crueldad que no se conocían. Los avances tecnológicos hicieron su aparición: la ametralladora, los gases químicos, las bombas incendiarias, los submarinos, los tanques de guerra, los aviones, los trenes, las comunicaciones. Durante los interminables cuatro años que duró la contienda, las fronteras escasamente se movieron. Cada centímetro ganado o perdido resultaba una gran batalla: Marne, Verdun, Ypres. Un equilibrio de fuerzas que, al igual que la falta de claridad en los propósitos de la guerra, hacía imposible los acuerdos. En el fondo, ¿por qué se estaba peleando? Por la patria, creían los aliados. En contra del materialismo, creían los alemanes. ¿Por la repartición del mundo? Lo cierto es que en su intransigencia las potencias terminaron involucrando a sus colonias y de ahí su carácter ‘mundial’. Para David Stevenson lo inexplicable se explica con las palabras de Macbeth: “He ido tan lejos en el lago de la sangre, que si no avanzara más, el retroceder será tan difícil como el ganar la otra orilla”.

De los muchos libros sobre la Primera Guerra Mundial, este del profesor de Historia en London School of Economics, es uno de los imprescindibles porque a pesar de lo prolijo muestra un panorama claro y fidedigno que nos permite aventurar conclusiones. El autor domina el aspecto militar y el contexto global. Y lo cuenta con una prosa que, sin llegar a brillar, resulta eficaz y cautivante.