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En Casanare, ex combatientes viven en paz

En Casanare, ex combatientes viven en paz

Filadelfo Morales tiene 26 años. En su corta vida, tiene una prolongada experiencia en guerra. Fue soldado profesional desde los 17 años en los Llanos y luego de que le dieran la baja por un acto de indisciplina, ingresó al grupo paramilitar Centauros, al mando del abatido paramilitar Miguel Arroyave. Su paso por la guerra duró ocho años.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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En Casanare, ex combatientes viven en paz

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Rodrigo Morales es hermano de Filadelfo. Tiene 24 años y desde los 19 hasta los 23 fue soldado profesional.

Foto: Juan Esteban Mejía /
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En Casanare, ex combatientes viven en paz

Mientras Rodrigo era soldado y Filadelfo paramilitar, ambos patrullaban la misma zona: el Casanare. Los enfrentamientos entre los hombres de Miguel Arroyave y los militares tomaron fuerza en el 2003. Los hermanos se tenían cada uno en sus miras, hasta que Filadelfo decidió retirarse del grup paramilitar. Después de mucho insistirle, convenció a su hermano para que también lo hiciera. Y lo logró. Ambos dejaron la guerra.

Foto: Juan Esteban Mejía /
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En Casanare, ex combatientes viven en paz

Después de dejar las armas, compraron un terreno en el municipio Paz de Ariporo, a 96 kilómetros de Yopal. Allí montaron una porqueriza donde crían y engordan cerdos para vender, un negocio del que poco conocen, pero quisieron aventurarse.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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Filadelfo sí conocía bien el manejo de los pollos porque, recién se había retirado del Centauros, trabajó en un criadero. Ahora, con su hermano, decidió montar su propio negocio, para el sustento de los dos.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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En el mismo lote donde está la porqueriza y el corral de los pollos, construyeron una pequeña casa donde viven ambos con sus respectivas esposas e hijos. La comida la tienen al pie de la vivienda y el agua, la traen desde un riachuelo que pasa cerca de la casa.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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Como poco sabían de la cría de pollos y cerdos y había poca plata para construir galpones y una porqueriza adecuada, decidieron buscar asesoría. La encontraron en la Fundación Tejido Humano, que les ayudó con los recursos y con técnicos que los instruyen sobre cómo hacer muy productivo el trabajo en la llamada Granja Hermanos Morales. Ahora, según cuentan los hermanos Morales, la misma finca les da para sostener la esposa y los dos hijos de Filadelfo y la mujer y los tres hijos de Rodrigo. Hasta la mamá y los cinco hermanos Morales que restan comen de cuenta de la granja. Y lo mejor, sin disparar ni una bala.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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Ahora hay más tiempo para dedicarle a la familia, la comida no falta y la vida es más tranquila. Un par de perros son los encargados de cuidar la finca, pero su trabajo no es muy agitado.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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En la vereda Guayaque, a 12 kilómetros de Yopal, un grupo de ex soldados, que salieron del Ejército por motivos de salud. Después de muchos años de buscar empleo sin mayores éxitos, crearon la Asociación de Soldados Discapacitados del Casanare.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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Para vivir, crearon una granja dedicada a la producción de peces, maracuyá, naranja, limón y huevos para el sustento de las 15 familias de los integrantes del grupo.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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Meyer Bohórquez, uno de los ex militares que hoy hacen la empresa Del Campo, salió del Ejército sufriendo esquisofrenia. Ahora sobrevive de una granja y quiere dedicarse juntos con sus compañeros, en un futuro no lejano, a brindar asesoría a otros proyectos productivos.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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En Casanare, ex combatientes viven en paz

En Casanare, ex combatientes viven en paz

Juan Carlos Reyes salió del Ejército después de ser herdido en una emboscada guerrillera. Como consecuencia de los impactos de bala, sus brazos perdieron movilidad. Eso lo hizo inhábil para seguir en la vida militar, pero cuando muy útil para los grupos paramilitares. Ya de civil, le llovían las ofertas de parte de grupos armados ilegales. Pero decidió alejarse del todo de la guerra. Ahora, dedica sus días a la empresa que montó con otros 15 ex soldados y el apoyo de la Fundación Tejido Humano, que ahora los tiene con una gran expectativa. Dentro de poco, agregará a su grupo a tres desmovilizados de grupos paramilitares para que hagan parte de la empresa.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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La Fundación Tejido Humano mediante su programa que promueve proyectos productivos con ex combatientes, tiene ya 232 beneficiarios en Antioquia, Magdalena, Meta, Valle del Cauca y Casanare. En el mediano plazo esperan que los beneficiarios sean 500. La idea es que integrantes de grupos armados ilegales y de las fuerzas estatales dejen la guerra, se apropien de la tierra y vivan de ella.

Foto: Guillermo Torres / Guillermo Torres
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