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Forzosa labor

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Los erradicadores se acuestan antes de que oscurezca y se levantan antes de que aclare el cielo.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Forzosa labor

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A las 5 de la mañana se inicia la jornada con un suculento desayuno.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Las condiciones del alojamiento a veces son difíciles. En ocasiones, les toca abastecerse de aguas lluvias o de ríos y quebradas.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Durante los dos meses que dura una fase, los erradicadores duermen en carpas que instalan en terrenos que deben preparar muy bien antes de elevar sus pequeñas moradas.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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A las 6 de la mañana, los erradicadores dejan el campamento y sólo vuelven a él por la tarde, después de arrasar con numerosas matas de coca.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Los erradicadores duermen de a dos personas por carpa.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Forzosa labor

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Cada vez que los erradicadores se mueven están acompañados por algún miembro de las Fuerzas Armadas. Su labor los hace objetivos militares de grupos armados ilegales.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Siempre se desplazan caminando en hilera y con mínimo un metro de distancia entre sí. De esta manera evitan que mueran o resulten heridos varios si les disparan una ráfaga desde alguna montaña.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Con palas y herramientas de trabajo, los erradicadores deben atravesar todo tipo de terrenos y de montañas.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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A lo lejos y mientras caminan, los erradicadores parecen un verdadero ejército de hormigas. Y así se comportan también mientras erradican, de manera muy eficiente.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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En pocos minutos, una cuadrilla puede acabar con los cultivos de coca.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Con sus propias manos, los erradicadores arrancan una a una las matas de coca.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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El trabajo se hace en parejas. Mientras uno catapulta la mata con una pala, otro la arranca.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Dentro de la cuadrilla de 28 erradicadores hay un aguatero que se encarga de mantener hidratados al resto de compañeros.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Si el terreno es duro, erradicar se convierte en un trabajo de mucha fuerza.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Las plantas que arrancan las tiran al suelo y las dejan allí. Se secan en menos de 12 horas y el terreno queda sirviendo para sembrar otro cultivo en él.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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En los pocos ratos libres que tienen los erradicadores, aprovechan para organizar las herramientas que usarán al día siguiente, cuando los espera una ardua jornada de trabajo.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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Para los erradicadores hay varias cosas incómodas en su labor. De lo que nunca se quejan es de la comida. Dicen que es abundante y que nunca les falta.

Foto: Juan Carlos Sierra / Juan Carlos Sierra
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La cena es temprano. Hacia las 6 de la tarde, ya todos han ingerido la última comida del día. Al poco rato se van a dormir.

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