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Al abismo

El Atlético de Madrid, uno de los equipos más poderosos del mundo, bajó a segunda división. Directivos, técnico y jugadores, los culpables.

12 de junio de 2000

Parece increíble pero esas cosas ocurren hasta en las mejores familias. Atlético de Madrid, el tercer equipo más poderoso de la historia de la liga española, descendió a la segunda división tras su empate a dos goles en su visita al

Real Oviedo. Fue una muerte anunciada, lenta, que se veía venir desde hacía varios meses a pesar de que el difunto estuvo a punto de prolongar su agonía una semana más: a cinco minutos del final el goleador del equipo, el holandés Jimmy Floyd Hasselbaink, falló una pena máxima que le hubiera permitido al Atlético llevarse los tres puntos del estadio Carlos Tartiere y mantener viva la esperanza de salvarse.

No es la primera vez que un grande de Europa desciende. Equipos campeones de Europa como el Olympique de Marsella, el AC Milan, el Nottingham Forest y el Borussia Moenchengladbach saben lo que significa jugar en las divisiones inferiores. Sin embargo en este caso las causas de la debacle van más allá de los escándalos por partidos comprados que bajaron al Milan y al Olympique o al declive deportivo y económico que padecieron el Forest y el Borussia.

El Atlético de Madrid, que cuenta con el tercer presupuesto más fuerte de la liga de España y con una constelación de estrellas (Hasselbaink, Solari, Gamarra, Bebjl, Kiko, Molina) se fue al abismo a causa del pésimo manejo que tuvo a partir de su último gran éxito, el que logró en la temporada 1995-96 cuando ganó la Liga y la Copa del Rey.

Desde entonces el equipo, que cumple 100 años de vida en 2003, comenzó a cavar su propia tumba. Todo comenzó cuando el técnico Radomir Antic decidió desarmar el plantel campeón con el convencimiento de que el único insustituible era él. Como resultado, el Atlético perdió progresivamente la garra que lo caracterizaba y, salvo excepciones muy contadas, terminó en manos de jugadores fríos. Para completar el cuadro directivo, integrado por Miguel Angel Gil Marín (hijo de Jesús Gil y Gil, el controvertido dueño del equipo), Clemente Villaverde y Miguel Angel Ruiz se dedicaron a ponerle zancadilla a Antic, en quien veían no a un socio sino a un rival que les robaba los elogios por el doblete.

Los directivos lo cambiaron por el técnico italiano Arrigo Sacchi y luego por su compatriota Ranieri, a quien echaron para llamar de nuevo a Antic en un intento desesperado por evitar lo inevitable. Porque, además, a comienzo de año los líos judiciales de Jesús Gil y Gil crearon un clima de intranquilidad al que no escaparon los jugadores. Pero eso no es todo. El epílogo de esta historia ha sido el bochornoso tira y afloje que libraron el técnico Antic y Jesús Gil y Gil, quien amenazó con botarlo si no se rebajaba sustancialmente su sueldo, cosa que el entrenador serbio no estaba dispuesto a aceptar.

Los hinchas del Atlético no se merecen semejante final. Pero con esos dirigentes, para qué enemigos.