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Javier Mascherano, jugador argentino comprado esta temporada por el FC Barcelona de España en 31 millones de dólares. | Foto: AP

FÚTBOL Y NEGOCIO

Argentina es el mayor exportador de futbolistas del mundo

Hasta el 2009 el mercado de futbolistas había sido dominado por Brasil, ahora los argentinos, con 1.716 jugadores vendidos el el año pasado, son los primeros.

16 de septiembre de 2010

Cuando el capitán de la selección argentina de fútbol, Javier Mascherano, dio el "sí" al FC Barcelona y fue transferido por US$31 millones, se convirtió en símbolo reciente de un fenómeno global: los jugadores argentinos son los más apetecidos en los mercados internacionales.

Pese a que durante diez años Brasil fue el mayor proveedor de futbolistas para clubes de Europa, donde se concentra el negocio del traspaso, en 2009 el liderazgo cambió de manos.

Un total de 1.716 jugadores argentinos fueron vendidos al exterior el año pasado, superando a los 1.443 que exportó Brasil.

La "lluvia de estrellas" se inició en 1995, cuando comenzó a regir la "Ley Bosman" (que le permite ir a cualquier club al terminar su contrato) y se redujeron las restricciones a los equipos europeos en cuanto al cupo de extranjeros. Desde entonces la venta de argentinos se ha incrementado en 789%.

Así lo revela un informe de la consultora Euroamericas, especializada en marketing deportivo, que analiza número y destinos de estos pases.

De quienes partieron de Buenos Aires, un 81,4% lo hizo rumbo a ligas europeas y el resto se dividió entre destinos antes considerados atípicos y hoy cada vez más rentables, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Más jóvenes
En total, se movieron más de US$117 millones, en el marco de uno de los diez negocios que más dinero genera en el planeta: el fútbol y sus US$500.000 millones anuales - lo que equivale a más del doble de la deuda externa brasileña, o cuatro veces la argentina.

Ante la danza de millones, hay una tendencia en aumento: la exportación de jugadores cada vez más jóvenes.

"En los últimos cinco años, notamos que la mayoría de los transferidos no llega a la primera división argentina, son menores de edad salidos de las inferiores", señaló a BBC Mundo Gerardo Reyes, director de Euroamericas.

Quizás el caso más visible haya sido el de Lionel Messi, fichado por el Barcelona en su temprana adolescencia y convertido en poseedor de varios récords: el del debutante más joven en partidos de liga, con 16 años en la temporada 2004-2005, y también el más joven en marcar un gol.

Consecuencias
Pero el debate sobre los jugadores adolescentes que vislumbran una carrera en el exterior es cuestión de todos los días en los clubes argentinos, que no pueden competir con los millonarios presupuestos de sus pares europeos para tentarlos con salarios jugosos.

¿La consecuencia? La migración temprana deja al fútbol local sin ver siquiera el debut de los futuros cracks, lo que para muchos pone en jaque la jerarquía del campeonato argentino.

Ramón Maddoni -uno de los formadores más renombrados del país y descubridor de figuras como Carlos Tévez, Juan Pablo Sorín y Fernando Gago- opina que los jugadores deberían tener, casi como exigencia de formación, la de pasar al menos un año en la primera división nacional.

"Muchos de los jugadores que tuve jugaron una o dos temporadas antes de emigrar y eso les ayudó a destacarse en ligas tan exigentes como la española y la inglesa. No se puede sacar a un jugador tan joven sin haber conocido primero su fútbol", señaló el cazatalentos a BBC Mundo.

Dependencia financiera
Lo cierto es que las transferencias al fútbol internacional se han convertido en motor financiero de los clubes locales, muchos aquejados por deudas millonarias.

"Se mueven por el concepto del aquí y el ahora: si tienen una oferta de un club extranjero, no la desaprovechan porque no saben si en uno o dos años el jugador valdrá lo mismo. Puede valer más o menos, pero no se puede arriesgar", afirmó Reyes.

Mientras ligas como las europeas, la mexicana y la chilena reciben más recursos por los derechos de televisión, marketing y abonos de asociados, los clubes nacionales dependen en gran medida de la venta de sus hombres.

"Cada año, los equipos argentinos tienen en cuenta dentro de sus presupuestos la venta de un jugador, que termina siendo parte del patrimonio del club que lo descubrió o lo compró dentro del mercado local", señaló a BBC Mundo Ernesto Cherquis Bialo, portavoz de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

En esa venta, todos ganan. El equipo o los dueños de los derechos de pase reciben gran parte del dinero, pero también el jugador, que se queda con 15% de la transacción, además de otros representantes e intermediarios.

También se debe pasar un porcentaje por derechos de formación a los clubes anteriores donde el jugador haya recibido entrenamiento, y hasta la AFA se lleva una porción de la torta, cercana al 3%: por los pases, el organismo recaudó US$3,5 millones en 2009.

¿Fin del espectáculo?
Los interesados en el negocio y los observadores externos coinciden en un asunto: para hacer un futbolista de talla internacional hay que dotarlo de calidad técnica, y esta cualidad no es mero producto del talento sino consecuencia de una buena formación.

El secreto del fútbol albiceleste, dicen los que saben, hay que buscarlo en las divisiones infantiles de los clubes.

"La idea es convencerse de que es con mucho trabajo en las divisiones menores donde realmente se forman jugadores de exportación", señaló Maddoni, que tiene sobre las espaldas 35 años de labor.

Sin embargo, el trabajo de las canteras con frecuencia se esfuma detrás de las tentadoras ofertas internacionales. Por eso, la salida de los jugadores a temprana edad puede convertirse en una trampa, que aporta beneficios inmediatos a los clubes pero tiene otros efectos no deseados.

"Se puede decir que va en contra de un fútbol local de calidad y puede alterar otros generadores de recursos, como los derechos de televisión y las entradas a los estadios", reconoció Cherquis Bialo.

Se genera, así, un círculo vicioso: la ausencia de figuras hace menos atractivo el espectáculo, lo que a su vez genera menor recaudación para la industria futbolística local.

Un dilema no resuelto, incluso para el negocio. Mientras tanto, muchos prefieren celebrar que a Brasil, rival acérrimo en las canchas, esta vez Argentina le sacó ventaja.