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Hinchas colombianas en el estadio de Mineirao. | Foto: Nathan Jaccard / SEMANA

MUNDIAL

¡Somos locales!

Así se vive el ambiente previo al partido Colombia – Grecia en los alrededores del Mineirão en Belo Horizonte.

Nathan Jaccard enviado especial a Brasil 2014
14 de junio de 2014

Ciento cuarenta mil horas. Cinco mil ochocientos cuarenta y tres días. Dieciséis años. Es lo que llevaba Colombia sin jugar un Mundial. Hoy la maldición se acabó, la selección se invitó de nuevo a la gran gala, al vals, a la cumbia mayor del fútbol.



A las afueras del imponente Mineirão, en Belo Horizonte, la fiesta ya empezó. Una mancha gigante de camisetas amarillas desborda de ansiedad, nervios, alegría. Los hinchas llegaron temprano, para no perderse un minuto mientras repiten una y otra vez “yo nunca pensé que iba a vivir esto”.



Rodrigo Arboleda, de Medellín, sintió una vez esa misma mezcla de excitación azarosa. Con un grupo de 12 hinchas incondicionales de la tricolor fue a Estados Unidos 94. Le dijo a Semana.com que aunque no entró a un partido, “se vivía esa pasión, esa ansiedad. Nosotros vamos a todos los partidos de la selección, a Barranquilla, a toda Suramérica en las eliminatorias. Acá llegamos el 4 de junio, tenemos boletas hasta cuartos de final. ¡Es la primera vez que veo a tantos colombianos por fuera del país!”.



Rodrigo no es un barrista de 18 años. Es un señor que ya pasa los cincuenta años. Un loco por el fútbol y por la tricolor, como miles de personas que vinieron hasta acá. La gente vino en familia, con los hijos, las abuelas, con los amigos y con los primos. Al calor de una cerveza mañanera estallan aquí y allá gritos de “¡Sí, sí, Colombia, sí, sí Caribe!”, “¡Colombia, Colombia!” y el ya clásico “¡Qué viva Colombia, hp!”. Y un coro, que vuelve constantemente: “¡Y ya lo ves, y ya o ves, somos locales otra vez!”.

Se pusieron la peluca del ‘Pibe’ Valderrama, trajeron bombas y cornetas que no paran de sonar y banderas con “Colombia tu papá”. Hay incluso vendedores de aguardiente, “directo de Bogotá”, a 80 reales. Otros que se la rebuscan con gorros tricolores, pegatinas, imanes y manillas. Y los revendedores de boletas, que van desde 200 reales hasta 300 dólares en las localidades más populares.



En medio de la marea amarilla, hinchas griegos con la cara pintada de azul y blanco, vestidos de toga y laureles o con la foustanella, el traje típico. Aunque son menos que los colombianos, están igual de motivados. Como le dijo a Semana.com Fabiana, “venimos desde Canadá con mi marido, yo creo que el partido queda 2 a 1 para nosotros. Tal vez somos pocos, pero con 300 griegos ganamos la batalla de Termópilas contra los persas. ¡Vamos a repetir la hazaña!”.


Falta poco, no va a ser fácil, pero lo más importante de todo: Colombia volvió.