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Fellaini, figura del partido, celebra el tanto del empate. | Foto: AP

BRASIL 2014

Un afro le cambió la cara a la historia: Bélgica 2 – Argelia 1

El equipo cabeza de serie parecía defraudar y se fue abajo, pero los cambios del técnico Wilmots en el segundo tiempo enderezaron el camino.

Alejandro Pérez
17 de junio de 2014

Argelia salió sin miedo, Bélgica todo lo contrario. El primer tiempo parecía demostrar los efectos del pánico escénico en un equipo que clasifica con buen fútbol a una Copa del Mundo. Argelia, con ímpetu pero sin mayor éxito, buscaba llegar a predios de Courtois, y los belgas, cuna de cientos de cervezas y de chocolates, no mostraba nada que ratificara su condición de favorito y endulzara la fiesta de los espectadores. Era todo decepción.

Al minuto 25 se complicaba la tarde belga. Verthongen cargó a Feghouli por detrás en el área y el árbitro decretó correctamente el penal. El mismo Feghouli se encargó de cobrar al medio, vencer al portero y poner el traicionero marcador de 1-0 a favor de Argelia. Después de irse arriba, los africanos tomaron sus precauciones pero no pasaron penurias, Bélgica seguía nadando en un mar de fútbol inconexo.

Marc Wilmots sabía que debía cambiarle la cara al equipo en el segundo tiempo, pues en el primero solo De Bruyne hacía honor a la expectativa. El técnico envió a Mertens al terreno, y se comenzó a sentir mayor hambre y más profundidad en las llegadas belgas. Argelia entregó el terreno, perdió la bola y no mostró capacidad para responder al impulso de su rival. Medjani inquietó el arco belga con un golpe de cabeza al 56, y eso sería todo para el ataque africano.

Wilmots intentó otro cambio al 58, sacó a Lukaku por Origi, y el recién ingresado casi empata el partido a los 66 cuando se vio frente a frente con el portero. Mbolhi ya se empezaba a destacar, controló el remate a quemarropa del delantero, pero ya el cambio de marea era evidente. Solo faltaba algo: un afro más (ya Witsel representaba a los peinados setenteros).

Fellaini, de mala temporada en el Manchester United, fue la pieza clave, quien que rompió las reglas de lo establecido. Ingresó por Dembelé a los 65 minutos y a los 70 ya conectaba un gran centre del dueño de las pelotas paradas (De Bruyne). El cabezaso, casi de espaldas al arco, fue suficiente para cambiarle la cara al partid. Llegó el empate y la sensación de que quedaba otro acto más para esta película.

Así fue; faltando diez minutos para el final, y cumpliendo con la maldición del 1 – 0 (el sexto revertido en Brasil 2014), tras un embate argelino llegó el contragolpe que todo definió. La pelota cayó a los pies de Hazard, que la sacó de su campo a gran velocidad y dando muestra de su visión de campo esperó el momento preciso para servir el pase a Mertens (elprimer cambio de Wilmots). El mediocampista de Nápoli recogió el pase en el área y fusiló arriba a Mbohli. El júbilo fue belga, que de la mano de su técnico repelió el pánico inicial, y con sus figuras más representativas en la escena mundial sacó los primeros tres puntos.

A Bélgica le faltaba un afro más, un afro que lo calmara y le diera confianza, el afro entró, y el favorito sacó su chapa.


El comentario de Eduardo Arias: No da tristeza
Lamentos por la mala suerte de Argelia. "Era el débil que hubiera podido vencer al chico". "No merecía perder". "Cómo es de injusto el fútbol". Y ese tipo de cosas. Pero, en realidad, Argelia representa esa triste faceta del fútbol, la del equipo que, teniendo con qué para jugar y ganar (buen trabajo táctico, jugadores talentosos) , lo esconde todo en un planteamiento táctico mezquino. La inoperante Bélgica del primer tiempo, al ver que su rival renunciaba por completo a atacar en el segundo, hizo un par de cambios y ahí estuvieron los goles. Un ollazo que cabeceó de espaldas Fellaini en el minuto 70 puso el empate. Y, cómo son las cosas, en el único intento de Argelia por hilvanar un ataque, los belgas recuperaron el balón, armaron la contra y Mertens marcó el 2 a 1.

El partido de hoy me hizo acordar de dos equipos débiles que jugaron en el Mundial de España 1982. Honduras, que jugó como la Argelia de hoy y fue, según los titulares lastimeros de aquel entonces, "injustamente eliminada". Pero también me hizo acordar de la propia Argelia, que en su versión de 1982 le jugó de igual a igual a Alemania y le ganó 2 a 1, y que también venció a Chile 3 a 2.

De pronto lo de hoy fue demasiado premio para una Bélgica que no merecía más que el empate. Pero también un justo castigo para el equipo que, pudiendo haber ganado con propiedad, le apostó a la mezquindad. Por eso, más que tristeza, da rabia ver perder a un equipo que lo tenía todo para ganar.