Home

Deportes

Artículo

James Rodríguez selló la cuenta con el definitivo tercer gol. Remató la pelota tras pase de taco de Juan Guillermo Cuadrado. | Foto: AFP

FÚTBOL

Brasil 2014: ¡Sí, sí Colombia!

Empujada por un público increíble, la selección goleó y se quitó un peso de encima. Aunque hay que celebrar, se vienen partidos duros y hay fallas por corregir. Por: Nathan Jaccard, enviado especial a Brasil 2014.

16 de junio de 2014

Fusa, Soacha, Barranquilla, Garagoa, Bogotá, Medellín, La Ceja, La Hormiga, Pasto, Cali, Buga, Pereira, Riohacha. El estadio Mineirão fue por 90 minutos colombiano. Un templo de hormigón que en la tibia tarde de Belo Horizonte se disfrazó de Metropolitano de Barranquilla, el hogar de la tricolor. Más de 50.000 fanáticos gritaron, rugieron, saltaron, palpitaron como si los 4.822 kilómetros que separan Brasil de Colombia hubieran multiplicado su pasión.

La hinchada se puso la camiseta número 12 y los muchachos de José Pékerman saltaron a la cancha con confianza, con propiedad, con esa tranquilidad que da jugar en casa. Cuando se acabó el himno nacional, la muchedumbre tricolor siguió cantando, como si nada, un verso más a capela. Solo se callaron en el himno griego. Fue el único respiro que tuvieron los europeos.

Empujados por el “olé olé, olé, olá, que mi Colombia va a ganar”, el combo de Pékerman tuvo la suerte de meter un gol tempranero, una anotación bendita. El tanto de Pablo Armero sin duda no va a quedar entre los mejores de la Copa Mundo. Pero el disparo de ‘Mi Ñía’ tuvo un valor colosal.
Aniquiló la ansiedad del debut y le permitió a Pékerman desplegar su trampa: darle la pelota a Grecia, dejarlos que se cansaran y buscaran el resultado, perturbar el estricto esquema táctico del entrenador Fernando Santos.

Y Grecia no lo hizo mal. Aunque poco se escuchaban, 5.000 hinchas gritaron incansablemente “¡Hellas, Hellas!”, sabiendo que en el país de lo improbable, ellos son los reyes. Fue un equipo incisivo, que no dejó respirar a James Rodríguez y que por momentos asustó a Colombia. Pero atrás, David Ospina fue imperial. No dio rebotes, voló, salvó el marcador y contó con suerte cuando el cabezazo de Theofanis Gekas se estrelló en el palo.

La defensa, que era una de las dudas, fue sólida. Mario Yepes con 38 años y Cristian Zapata, suplente en AC Milan, manejaron los espacios y los tiempos, fueron serenos. El capitán tricolor  incluso se dio el lujo de subir un par de veces a atacar. Todo un capo.

Y arriba, aunque no se tuvo tanto el balón, la selección probó que puede ser contundente sin Radamel Falcao. Víctor Ibarbo, Juan Guillermo Cuadrado y Camilo Zúñiga fueron culebras rápidas y venenosas, que trataron de sorprender a toda hora. Con el gol de Teófilo Gutiérrez en tiro de esquina, Pékerman mostró a qué se encerró en el búnker de Cotía, donde entrena cerca de Sao Paulo. Jugadas premeditadas, mil veces ensayadas para romper las mallas rivales.

Y el gol de James Rodríguez, cuando la gente ya coreaba “se vive, se siente, Colombia está presente”, cerró el partido con lujo. El 10 jugó de manera inteligente, recuperó, manejó la redonda, no buscó ser omnipresente.

Claro, no todo fue perfecto. En el juego aéreo se dieron ventajas, a veces el toque toque no salió, no tuvo todo el punch ofensivo que se esperaba y contó con suerte, pues Grecia llegó cinco veces con peligro.

Pero metió tres goles dorados, tres tantos que tranquilizan, dan confianza y sobre todo son claves en una competencia corta, donde el gol diferencia determina la vida y la muerte mundialista.

Cuando el juez pitó el final final, el estadio estalló. La gente lloraba, se abrazaba con desconocidos, no lo podía creer. Por largos minutos las tribunas permanecieron llenas, nadie se quería ir del Mineirão. La mancha amarilla invadió el centro de Belo Horizonte, a brindar y a festejar con toda. Y tienen todo el derecho. Sin ellos, sin sus gritos, sin su aliento, el partido era otra cosa.

Pero no se ganó nada. Vienen pruebas difíciles frente a Costa de Marfil y Japón, rivales duros, rápidos, goleadores, que pueden herir de muerte en cualquier desatención. Esta es la primera etapa del camino tricolor, como dijo Pékerman en la rueda de prensa después de la victoria, “que el país y los hinchas tengan calma, esto apenas está empezando”. Palabras de un hombre sabio. 

La eterna historia


Mundial en que no haya quejas contra los árbitros no es Mundial. Y Brasil 2014 ha sido, en apenas dos días de competencia, un hervidero. Todo comenzó en el partido inaugural que jugaron Brasil, el equipo de casa y máximo favorito al título, y Croacia. Al iniciarse el segundo tiempo, el árbitro japonés Yuichi Nishimura comenzó a inclinar el partido a favor de los brasileños a punta de pito, y la cereza en el pastel fue el absurdo penal que le otorgó a Brasil cuando el delantero Fred se botó al piso sin que nadie lo tocara.

La polémica siguió en el encuentro entre México y Camerún, ya que el árbitro Wilmar Roldán y el juez de línea Humberto Clavijo, ambos de Colombia, anularon dos goles del mexicano Dos Santos por presuntos fueras de lugar que no existieron.

Para cerrar la racha, el árbitro Rizzoli le regaló a España un penal cuando Diego Costa enganchó y se resbaló sin que el defensor De Vrij lo tocara.

Brazucadas

Por primera vez en la historia el primer tanto que se marca en un Mundial es un autogol. Lo hizo Marcelo en el juego en que Brasil venció 3 a 1 a Croacia.

Nunca antes un campeón defensor del título había recibido una goleada tan abultada como la que le propinó Holanda a España. (5-1).

Belo Horizonte fue testigo de una mancha amarilla compuesta por 55.000 hinchas colombianos que se dieron cita en el Estadio Mineirão.

El primer gol de Colombia, a los seis minutos del primer tiempo, fue el más rápido en su historia mundialista. 

Enfermedad holandesa


Los más optimistas aventuraban que, si le iba bien, la inexperta Holanda lograría sacarle un empate a la omnipotente España. Optimismo que se redujo a su mínima expresión cuando el juez Rizzoli sancionó un penal inexistente a favor de los españoles.

Xabi Alonso transformó en gol el regalo y parecía que la suerte del partido estaba echada. Sin embargo, el gol despertó a Holanda, que había arrancado con timidez y muy poca ambición. Los holandeses adelantaron sus líneas y cuando estaba a punto de terminar el primer tiempo, Blind envió un centro cruzado al área española. Robin van Persie aprovechó la distracción de los dos defensores centrales españoles y de cabeza marcó el empate.

Este gol sumó a España en la desazón. Al comenzar  el segundo tiempo los holandeses comprendieron que España no se había repuesto y comenzaron a atacar con decisión. Y llegaron los goles. Un golazo de Robben, luego dos desinteligencias del arquero Iker Casillas aprovechadas por De Vries y Van Persie, y por último el golazo antológico de Robben, que selló en 5 a 1 final.

En casa, pero...

El balance de los otros equipos suramericanos ha sido más bien preocupante. Uruguay fue humillada por la aparentemente débil Costa Rica, que desnudó graves fallas de funcionamiento de los charrúas además de poner en evidencia que carecen de una buena preparación física. Brasil, con la ayuda del árbitro y un par de golazos de Neymar y Oscar en jugadas aisladas, comenzó con pie derecho su camino al sexto título mundial. Sin embargo, Croacia desnudó cierta debilidad defensiva que los dueños de casa deberán corregir si no quieren llevarse un chasco ante algún rival de talla mundial.

Chile defraudó ante una muy pobre selección de Australia, a la que venció 3 a 1 luego de un comienzo avasallador (dos goles en los primeros 15 minutos) y un lapso de relax que terminó tras el gol australiano. En el segundo tiempo Chile intentó retomar el mando del partido pero no pudo. Los australianos lucían mucho más enteros y estuvieron a punto de lograr el empate. Un gol de Beausejour en tiempo de reposición acabó con la angustia chilena y le dio al partido un resultado mentiroso. Australia, sin ser gran cosa, merecía mejor suerte ante esta desinflada selección chilena del segundo tiempo.

Ganó la experiencia 


Italia e Inglaterra,  dos equipos históricos,  se enfrentaron en el calor y la humedad de Manaos. Contra todos los pronósticos, ambos equipos jugaron con mucho ritmo y ofrecieron un espectáculo de alta calidad. 

Inglaterra intentó romper la defensa italiana con base en la habilidad de sus jóvenes delanteros  Sturridge, Welbeck y Sterling. Sin embargo, en  el minuto 35 del primer tiempo llegó una jugada maestra, Pirlo amagó rematar pero dejó pasar el balón para que Marchisio, con más espacio, abriera el marcador con un soberbio remate al ángulo. Dos minutos después empató Sturridge luego de un rápido ataque que comandó Wayne Rooney. A los cinco minutos del segundo tiempo Mario Balotelli marcó de cabeza. Los ingleses intentaron empatar hasta el último instante pero pagaron caro su incapacidad para concretar las oportunidades que tuvieron en el segundo tiempo. Italia aprovechó su mayor experiencia y la clase de Andrea Pirlo, su gran figura.