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Camino a la leyenda

En su corta carrera en el golf Tiger Woods no deja de sorprender y, por el contrario, parece destinado a ser el dueño de todos los récords.

1 de enero de 2001

Para los expertos en golf hay un hecho simple que explica cuándo un jugador es más grande que sus rivales. Una pequeña mancha negra sobre la cara del palo, del tamaño de una moneda aproximadamente, es la sombra del golpe. Pero no de un golpe, sino de miles de golpes, siempre en el mismo punto. Es la huella de un gran golfista sobre el metal. Esa es la característica principal de los palos que emplea Tiger Woods.

Este joven deportista de apenas 25 años continúa acumulando títulos y sigue encaminado a romper todos los récords. Sin embargo él asegura que no está en su mejor nivel a pesar de que en este año ya ha obtenido tres Grand Slam (El abierto británico, el abierto de Estados Unidos y la PGA estadounidense) y ocho campeonatos más. “Estoy por debajo del nivel que quiero”, aseguró Woods apenas recibió el trofeo de campeón en el reciente torneo de Poipu Beach, Hawai. “Tengo marcadas altas expectativas. He ganado muchos torneos, pero no todos, y eso es lo que hay que buscar. Yo creo que siempre se puede conseguir algo más”, aseguró.

Las revistas deportivas especializadas en Norteamérica lo tienen como candidato número uno para elegirlo como el deportista del año en el mundo. Después de cada triunfo de Woods nadie duda en afirmar que la historia del golf ha cambiado gracias a él. No sólo por sus éxitos deportivos sino también por el fenómeno que ha encabezado desde hace cuatro años y que ha permitido que el golf haya dejado de ser un deporte para élites.

A sus 21 años ya había ganado el Masters de Augusta, no sin antes haber roto todos los récords que existían en la categoría de jugador no profesional. Su vocación hacia el golf fue inducida por Earl Woods, su padre, quien siempre confesó su empeño en que Tiger se convirtiera en el mejor jugador del mundo. Sus seguidores tienen presente la temprana aparición de Woods en programas televisivos como That’s incredible, Good morning America y Prime Time Live cuando apenas era un niño. Sólo él ha conseguido conquistar en tres oportunidades el US Open Junior en la historia del golf.

Su carrera como profesional ha estado colmada de éxitos (ver recuadros). Esta ha sido una temporada muy especial para él. Gracias a sus victorias en tres de los cuatro Grand Slam,

Woods ya igualó el récord que impuso Brian Hogan en 1953 cuando ganó el Masters de Augusta, el Abierto de Estados Unidos y el Abierto Británico.

Sus ganancias ya alcanzan los 10 millones de dólares y, a diferencia de muchos deportistas, el dinero que recibe es principalmente producto de sus triunfos y no de sus contratos publicitarios. Aun así Woods se ha dado el lujo de haber firmado el contrato más importante con la firma Nike, que le entregará 200 millones de dólares anuales. La sola participación suya en un torneo le implica recibir como mínimo, sea cual sea su desempeño, 200.000 dólares.

Los especialistas han destacado en Tiger Woods su facilidad para sobresalir por encima de los demás en un deporte que se caracteriza porque los grandes jugadores pierden más torneos de los que ganan. Es normal que algunos golfistas que se coronan campeones en una semana en el siguiente torneo ni siquiera estén dentro de los 10 primeros. Woods es la excepción. El factor sicológico, la precisión y la concentración son características propias de una estrella que no brillaba tanto en este deporte en las últimas décadas. Sólo tiene 25 años y cada temporada parece traer más sorpresas. Sin duda la carrera de Tiger seguirá su ritmo ascendente y su nombre será muy pronto una leyenda.