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En 1965 Campillo fue subcampeón con Atlético Nacional. | Foto: Federico Duarte Garcés

FINAL FPC

Carlos Campillo: un goleador detrás del mostrador

Carlos Campillo, exjugador de Medellín, Millonarios y Nacional lleva más de 12 años como ventero en el Atanasio Girardot.

Federico Duarte Garcés
12 de julio de 2013

El último partido del semestre pasado en el Atanasio Girardot fue el más activo del año para Carlos Campillo. Mientras el televisor instalado en su cafetería reproducía detrás de su figura la primera final entre Medellín y Millonarios, a unos metros del terreno de juego, una voz ronca imperaba entre los pasillos del primer piso de occidental.    

“Empanada argentina, sándwich, hamburguesa, gaseosa, rosquita, chicharrín, papita de limón, papita natural...”, exclama de forma invariable el hombre de bata blanca,  estatura mediana y patillas grises como último vestigio de la época que vestía de cortos. 

La parte central de su cabeza ya aparecía despejada a la edad de su retiro: promediaba los 30 años. 
Su último partido fue en campo del Deportivo Cali. El local se impuso 3-1 al club que lo volvía a arropar después de casi una década de iniciarlo como jugador profesional: Independiente Medellín, cuya camiseta guarda debajo del traje de ventero. 

“El fútbol no es para toda la vida… Uno debe ser humilde porque el mundo da muchas vueltas. Hoy está muy bien, mañana mal”, decía Campillo en el entretiempo de un juego del primer semestre del año pasado en que el entonces líder Tolima derrotaba uno a cero a Medellín y agudizaba así la crisis deportiva y económica de este.

Una situación similar se vivía en la casa de “El Poderoso” en el año previo a su llegada al primer plantel. En la temporada de 1958, Medellín y Nacional renunciaron a jugar el torneo al aducir problemas financieros.  

En ambos clubes se procedió a la liquidación de los jugadores, algunos de los cuales conformaron el Independiente Nacional, representante parcial de ambas escuadras.

De la nómina roja y azul salieron dos de las grandes contrataciones que fueran clave en la consecución de la segunda estrella que brillaría sin par durante 45 años.

En 1957, Jaime “el Manco” Gutiérrez figuró con el segundo mejor registro goleador, apenas por debajo del máximo anotador del torneo, así como de la historia del DIM: José Vicente Grecco. 
Gutiérrez sería el jugador a reemplazar por Campillo en su entrada a la formación del hasta allí segundo equipo más victorioso de Colombia, detrás de Millonarios. 

Grecco por su parte, goleador y campeón con Santa Fe en 1959, año del paso de Campillo a primera, se convertiría 12 años atrás en el último de los socios de un negocio de comidas en el estadio, administrado por exfutbolistas amigos, arreglado con cuadros de equipos históricos colombianos, al que se bautizó “La Bodeguita del Fútbol”.  

De rojo a azul

“Ey, viejo, hay que borrar ese verde y azul”, decía un hombre de chaqueta roja al señalar una nota de prensa exhibida en una de las paredes de la bodeguita, la cual aludía a los equipos en que transitara Campillo tras su primer período en Medellín. 

En 1961 Campillo se fue a Nacional y al año siguiente pasó a Millonarios. Allí alzó los trofeos de 1962 y 1963, y en su primera temporada con el cuadro “embajador” apareció como el máximo goleador de la plantilla.  

No obstante, el primero de sus 113 goles lo marcó con Medellín al equipo azul de la capital, que a pesar de ello al final se alzaría con ese campeonato, a seis puntos de distancia del rojo paisa.  
Esto sucedió apenas en la segunda fecha. Fue un 3-0 brillante para la delantera encabezada por Marino, goleador del torneo, Carrillo, Lanza y Zazzini. 

Este último fue el encargado del centro para el delantero de pelo rubio, “el mono”, como lo llamaban colegas e hinchas, quien batiría de cabeza al espigado portero paraguayo Pablo Centurión, luego compañero suyo en Millonarios y Nacional. 

Sin embargo, uno de sus goles más recordados lo hizo con la camiseta albiazul frente al arco rojo custodiado por Efraín “Caimán” Sánchez. Fue un cabezazo al ángulo, inatajable para el propio aquero mundialista. De esta manera sentenció el 2-1 final contra su ex equipo de entonces. 

De El Campín al Atanasio

“Fuimos a ver el Pelé europeo y nos encontramos a La Saeta Rubia colombiana”, así registró el célebre periodista Carlos Arturo Rueda los dos goles anotados por Campillo para el triunfo 2-1 de Millonarios sobre el Estrella Roja de Belgrado, y compararlo así con el mítico Alfredo Di Stéfano.
 
Había pasado cerca de una de década desde la salida definitiva a Europa de Di Stéfano, uno de los mejores jugadores del siglo XX según la FIFA. El nombrado mejor del siglo fue Pelé, a quien Campillo ya había enfrentado en el propio césped del Atanasio, en un partido amistoso de Medellín ante el mejor equipo de América, el Santos de Brasil.

La última vez que Campillo pisó la cancha del Atanasio fue en 2008. Allí estuvo en compañía del mismo Chente (como conocían a Grecco) en un homenaje realizado por el Independiente Medellín con motivo de sus 95 años. 

Hace un año, en vistas de la eliminación anticipada de los dos equipos por tradición en la Capital de la montaña, fue uno de los peores semestres de Campillo en sus años como ventero. Mientras tanto Santa Fe, el rival de patio del club que lo ensalzó en Bogotá, se coronaba campeón.

Seis meses después, tanto Medellín como Millonarios, sus dos equipos más representativos, le generaban los mayores réditos por efecto de taquilla. Hoy confía en las entradas producidas por el otro club de sus amores de la ciudad, Atlético Nacional, con el cual alcanzó el subcampeonato de 1965. 

Han pasado 48 años desde entonces, número que coincide con el año del primer campeonato en Colombia, conquistado por Independiente Santa Fe. 

Hoy espera subsanar las pérdidas por la baja taquilla, en comparación a otros tiempos, y la sanción sufrida por Nacional en un momento de la temporada que restringió la entrada de público.
 
“Antes era como un paseo, se traía fiambre, y al final salían los hinchas juntos”, es su mayor recuerdo de entonces, que se convierte en una prédica desde su actual puesto, de cara a una nueva final seis meses después en el campo de toda su vida.